Hablemos de Energía en nuestro país: todavía a comienzos del año 2006, la Argentina exportaba un 32% de su producción de petróleo y vendía naftas vírgenes para uso petroquímico a varios países de la región, mientras importaba desde Bolivia una pequeña porción del consumo doméstico de gas natural.
Pero en el año 2012, luego del continuado crecimiento de la economía, el escenario es diametralmente opuesto ya que la importación de energía en 2011 alcanzó los 9000 millones de u$s, desnivelando la balanza comercial con un déficit de 4000 millones de u$s.
La mayor parte del costo de importación de ésta energía, se lo lleva el gasoil y fuel oil que consumen las centrales termoeléctricas y que en los últimos años debieron usarse cada vez más compensando la caída de la producción de gas, que bajó un 6% desde el 2006.
El parque eléctrico crece a una media del 7% anual desde 2006 y al no existir hoy las empresas del Estado, como Agua y Energía, que construían centrales hidroeléctricas en todo el País, la nueva demanda se va cubriendo con la instalación de centrales térmicas, cuya generación representa ya un 60% del total de la oferta eléctrica.
Esta creciente importación de energía no sólo aumenta la salida de divisas, sino que complica la ecuación de las empresas pues mientras las tarifas de la luz y del gas continúan por debajo de los precios internacionales, el combustible importado que consumen, se paga a precios internacionales.
Un gran paliativo para este déficit energético es el convenio que tenemos con Brasil para recibir hasta 1000 megawatt (Mw) de energía eléctrica durante la temporada estival, cuando se produce el pico de consumo por el uso residencial de equipos de refrigeración y también se compra energía eléctrica a Paraguay y a Uruguay, y gas a Bolivia.
Con este marco de déficit energético, no se justifica poner en marcha el yacimiento de Sales de Potasio en el sur de Malargue, en dónde, además de dejarnos a perpetuidad un inmenso pasivo de sales inútiles; además de malgastar 86 millones de litros de agua por día; necesitarán quemar 1 millón de m3 por día, o sea 367 millones de m3/año, que es el equivalente al consumo de los hogares, los comercios y los entes oficiales de toda la Provincia de Mendoza y requerirán una cantidad de energía eléctrica anual de 318 GWh., casi el 40% del consumo de los hogares de la capital mendocina.
Todo el país va a subsidiar con gas, electricidad y agua, un proyecto que sólo dejará menos de un 3% de las regalías en Mendoza y un pasivo ambiental aún no cuantificable, que implicará la extracción de recursos de sales potasio no renovables, que se llevarán en bruto al exterior, para abastecer la demanda externa de fertilización de los suelos degradados por los monocultivos de soja.
Destacando que hará inversiones superiores a más de mil millones de dólares, la empresa VALE extraerá hasta 4 millones de toneladas de sales de potasio al año, según los cálculos expuestos en la audiencia pública, esa inversión será recuperada en solo 5 años y luego serán solo ganancias abultadas (unos 200 millones de dólares anuales), que irán a parar a los accionistas extranjeros de VALE, mientras nosotros padeceremos, hoy y mañana, los inmensos costos ambientales de ese negocio.
Pero como siempre digo, no se conforme con mi opinión y entre a cualquier buscador -como el Google- escribiendo: CONSUMO ELECTRICO POTASIO RIO COLORADO. Hallará más de 10 mil opiniones para entender nuestra preocupación.