Hablando del Uranio, decíamos en una nota Anterior publicada en PROYECTARIO, que el gran peligro y la gran contaminación, se producen en la etapa de explotación de los yacimientos para la extracción de los isótopos. Por supuesto, los grandes accidentes nucleares como Chernobyl o Fujushima, nos dicen que también en el uso de esos isótopos radiactivos, hay una gran dosis de peligro y ya hablaremos de ellos más adelante, pero la explotación de los yacimientos mineros, es decir, sacar de la roca el mineral de uranio, produce daños en toda la cadena trófica muy difíciles de cuantificar y de allí nuestra preocupación.
Recordemos que en los departamentos de Malargüe y San Rafael, durante décadas se depositaron los residuos de la explotación de las minas Huemul y Sierra Pintada, conteniendo material radiactivo. En Huemul, la boca de la mina está cegada con grandes rocas y, pilas de residuos de la minería del uranio se amontonan como colinas alrededor. A solo cuadras de la plaza central de Malargüe, durante años se acumularon los residuos radiactivos de baja y media actividad y hoy, apenas se ha transportado el 15% de la enorme meseta de residuos nucleares que domina la ciudad, hacia un sistema de piedra y arcilla, que supuestamente debe resistir inundaciones, vientos y sismos.
Cuando en 2002 la Policía del Agua de Irrigación, en cumplimiento de sus funciones monitoreaba los cauces cercanos al emplazamiento, dos muestras de agua "evidenciaron un elevado nivel de Uranio" y entonces Irrigación intimó a la CNEA para que realizara "las acciones necesarias tendientes a dar a los residuos (las colas de mineral acumulado en Malargüe) su gestión final, para evitar la afectación del recurso hídrico y el medio ambiente en general", calificando la situación como "de gravedad, en virtud de que se está produciendo la contaminación de las napas freáticas del lugar, las cuales tienen un impacto directo sobre los cauces superficiales aledaños".
La CNEA objetó la intimación, pero luego de 10 años de idas y vueltas, el fallo de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza Nº 77173, ratifica una multa por 1 millón de pesos contra la Comisión de Energía Atómica, la CNEA, que deberá pagar al Departamento General de Irrigación de la provincia de Mendoza, pues se comprobaron altos niveles de uranio en cauces de agua, debido a los residuos dejados por la minería del uranio.
Dicen los Jueces: "Lo sancionado no fue la situación de contaminación de la freática que escurre por debajo del predio minero, sino un hecho concreto de difusión de la freática hacia los cauces públicos, que fue detectado en el 2002 y que apareció como violatorio de los deberes asumidos por la CNEA", sugiriendo incluso que lo que pasó, puede ser motivo de una denuncia penal.
Ante tanto desmanejo, negación de resultados y ocultamiento durante tantos años, varias ONG, no solo de lucha ambiental y así como también senadores, diputados y concejales de los departamentos de General Alvear, Malargüe y San Rafael, rechazan poner en riesgo a sus distritos con la programada reapertura de la mina de uranio en Sierra Pintada, habiendo, como hay, tanto peligro. Argentina se caracteriza por no llevar datos epidemiológicos de males que no sean los más visibilizados, como el cólera o el dengue; en el tema de las radiaciones nucleares, no hay datos oficiales que permitan evaluar los efectos en la salud humana y animal que produjo la explotación y utilización del uranio en el país, por lo tanto, las afirmaciones de inocuidad carecen de sustento, ya que no hay datos epidemiológicos que las sostengan.
Malargüe por supuesto, no escapa a la regla. Tampoco hay allí ningún tipo de seguimiento sistemático y profesional, de las dolencias en la población desde su convivencia con el material radiactivo, pero es hora de hablar del tema. Ocultarlo llevará a mayores problemas en el futuro.
Y para hablar, hay que conocer, por lo tanto, sugerimos entrar a cualquier buscador como el Google y escribir: DAÑOS POR EL URANIO y aparecerán más de 400 mil resultados para entender de qué estamos hablando.