Hoy se cumple un nuevo año del mayor atentado terrorista y del único bombardeo de una ciudad abierta, en el siglo XX en el continente americano.
El bombardeo de la Plaza de Mayo y la ciudad de Buenos Aires por 29 aparatos de la aviación naval y 6 aviones de la Fuerza Aérea Argentina.
Su bautismo de fuego con su propio pueblo.
En el bombardeo directo participaron 100 oficiales de la Marina de Guerra y 14 oficiales de la Fuerza Aérea Argentina.
Hoy se sabe que murieron como mínimo 2.138 personas y más de 3.800 heridos. El 95% de las víctimas fueron civiles desarmados.
Trabajadores, profesionales, niños, ancianos y mujeres que fueron despedazados con bombas de fragmentación, quemados vivos con combustible de los tanques auxiliares de los aviones atacantes que lo arrojaron luego de que se les terminara las bombas.
Para dimensionar esta tragedia debe destacarse que el símbolo de ataque aéreo de población civil desarmada en el pasado siglo, inmortalizado en la pintura de Picazo, Guernica, murieron 895 españoles, fue realizado por una fuerza aérea extranjera, la Luftwaffe alemana, en un país en guerra.
Aquel 16 de junio, desde horas de la madrugada, en distintas pistas de la aviación naval argentina, se había comenzado a abastecer una escuadrilla de aviones de guerra compuesta por 14 North América AT-6, biplaza monomotores con capacidad para llevar 4 bombas de 50 kilos cada uno; 6 Beecheraft AT-11, bimotores, con capacidad para transportar 6 bombas de 100 kilos cada uno; tres aviones anfibios Catalina con capacidad de ocho bombas, un bimotor Douglas DC3, todos con sus portabombas completos.
Fueron puestos al mando del capitán de Fragata argentino Néstor Noriega, de 39 años de edad, que piloteaba un avión Beechcraft, que luego del golpe de Estado contra el gobierno constitucional fue premiado con la designación de representante argentino ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
A las 12.40, aproximadamente, luego de estar sobrevolando el Río de la Plata para encontrar condiciones de visibilidad “apropiadas”, comienzan a bombardear la Plaza de Mayo.
Primeramente lo hacen los 6 Beecheraft AT-11 conducidos por el capitán de Fragata Néstor Noriega, luego le siguen en picada los aviones North American al mando del capitán de Corbeta Santiago Sabarots.
Todos bajo la supervisión del superior al mando, jefe del Estado Mayor del Comando de Aviación Naval, capitán de Navío aviador Raúl González Vergara.
Un trolebús con cerca de 70 niños con sus guardapolvos blancos se tiñen de rojo volando por los aires, al caerles una bomba en el trolebús donde viajaban de la línea 305, que hacía el recorrido entre Puente Pacífico y Lanús, cuando transitaba por la avda. Paseo Colón casi intersección con Hipólito Yrigoyen.
(Diario Clarín de Buenos Aires, pág. 3 del 17/6/55).
Mueren todos.
Sólo dos o tres bombas caen sobre los techos la Casa Rosada sin producir mayores daños materiales.
Sin resistencia aérea ni de baterías de tierra antiaéreas, se evidencia que el objetivo no era militar, sino civil y dentro de él matar el mayor número para crear el terror y no matar a Perón.
A un solo hombre no se lo mata físicamente con el bombardeo de 35 aviones.
A los heridos, en su mayoría mutilados, sin brazos, sin piernas, ciegos, desangrándose, comienzan a tratar de llevarlos por cualquier medio de transporte, camiones, camionetas, autos particulares, colectivos, ya que no alcanzaban las ambulancias.
Organizan poco a poco la ayuda para socorrer a los inocentes civiles.
Los hospitales rápidamente colapsan.
Comenzaron a faltar vendas y medicamentos.
Los quirófanos trataban de salvar la vida de los miles de heridos practicando rápidamente amputaciones de miembros.
Los gritos de dolor se mezclan con los de los enfermeros, médicos y voluntarios en los pasillos de los hospitales porteños donde yacen miles de desesperados.
La situación alcanza a convertirse en un pandemónium inerrable.
A las 15.15, aproximadamente, se produce la segunda oleada de bombardeos, esta vez con algunos aparatos tripulados de la Fuerza Aérea Argentina, que se suman al genocidio, con tres aviones a reacción Gloster y tres aviones anfibios Catalinas.
Siendo las 17, ante el fracaso del golpe, el capitán de Corbeta Carlos Celestino Pérez ordenó concentrar a todos los civiles y militares rebeldes, 122, aproximadamente, para viajar en un avión C-47, matrícula T.A.20 a Uruguay y comienzan a arribar otros 35 aviones de combate que participaron en la matanza a aeropuertos orientales.
El presidente uruguayo Batlle los alojó, les compró un traje, dos camisas, una corbata, un piloto a cada uno y les dio dinero para gastos.
La última bomba es arrojada a las 17.40, aproximadamente, tirada por un avión a reacción Gloster piloteada por el teniente Carlos Carus, conjuntamente con sus tanques de combustibles auxiliares repletos de líquido que incendian y queman a quienes los alcanza.
-Los aviones debían dejar caer bombas de demolición primero y luego de fragmentación, pero las primeras, que eran esperadas desde Puerto Belgrano, nunca llegaron o nunca esperaban que llegaran. El alto número de víctimas puede relacionarse con el uso exclusivo de bombas de fragmentación.
(Almirante Toranzo Calderón, citado por el historiador norteamericano Robert Potash en el libro: El Ejército y la política en la Argentina. De Perón a Frondizi 1945-1962, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1994, pág. 259).
La usurpación del poder constitucional tres meses después dificultó la determinación del número de muertos, de heridos y desaparecidos.
Los responsables de la matanza fueron amnistiados, reincorporados a las fuerzas armadas, ascendidos, condecorados...
Se trató de borrar todo registro o fuente donde se pudiera establecer las identidades de las víctimas como las del total de los victimarios.
Tres meses después, el 19 de septiembre de 1.955 comenzaba con la autodenominada “Revolución Libertadora” una de las etapas más trágicas de la historia argentina, cuyos resabios aún existen.
Aún hoy, en el sitio web de la Armada Argentina conjuntamente con el Ministerio de Defensa Nacional (www.ara.mil.ar), se conmemora en sus efemérides con el siguiente texto (textual): -16 de junio de 1.955. Aviones navales y efectivos de la Infantería de Marina llevan a cabo un ataque revolucionario contra la Casa de Gobierno, en Plaza de Mayo, con el intento de derrocar al gobierno de entonces, presidido por Juan D. Perón.
(Fuente: El liberal, de Corrientes)