HISTORIA / Artigas y el odio de la oligarquía / Nota






Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, no ocultaron su desprecio hacia Artigas y con ello expresaron el odio que la oligarquía porteña le profesaba.

Sólo la deliberada distorsión de la historia latinoamericana posibilitó que uno de los más grandes hombres de nuestra Patria Grande, el Protector de los Pueblos Libres, quién luchó con bravura por la Unidad y la Libertad de los Pueblos Americanos, concluyera como prócer de un pequeño país.




Sólo la descarada mentira de los historiadores liberales porteños pudo convertir a Artigas en un -prócer extranjero, cuando, sin lugar a dudas, fue tan nuestro como San Martín, Belgrano, Güemes y Moreno.

Aquellos que fueron modelando nuestra historia oficial a fuerza de silenciar y desfigurar, como Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, no ocultaron su desprecio hacia Artigas y con ello expresaron el odio que la oligarquía porteña le profesaba al gran caudillo de la Banda Oriental.

En carta que Mitre dirigió a Vicente Fidel López le decía: -Los dos, usted y yo, hemos tenido la misma predilección por las grandes figuras y las mismas repulsiones contra los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente.

En tanto López había escrito: -Los caudillos provinciales que surgieron como la espuma que fermentaba de la inmundicia artiguista, eran jefes de bandoleros que segregaban los territorios donde imperaban a la manera de tribus para mandar y dominar a su antojo, sin formas, sin articulaciones intermedias, sin dar cuenta a nadie de sus actos, y constituirse en dueños de vidas y haciendas”

Y dando rienda suelta a su odio, López sostuvo: -Artigas fue un malvado, un caudillo nómade y sanguinario, señor de horca y cuchillo, de vidas y haciendas, aborrecido por los orientales que un día llegaron hasta resignarse con la dominación portuguesa antes que vivir bajo la ley del aduar de aquel bárbaro.

Estos mismos historiadores construyeron a su imagen y semejante a los próceres que los argentinos veneramos por generaciones, algunos de los cuales sólo eran merecedores de nuestro más categórico repudio por su actividad plagada de capitulaciones, y por haber actuado más al servicio de potencias extranjeras que al de sus compatriotas.

Tal el caso de Bernardino Rivadavia, un personaje siniestro, pro-británico y servil, que no obstante mereció de Mitre el calificativo de -el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos.

O Manuel García, principal responsable de la pérdida de la Banda Oriental, quién actuó de acuerdo a los deseos de los británicos, pero que para Mitre fue un -patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia nutrida en estudios serios...era un verdadero hombre de Estado.

Veamos cuales fueron las terribles acciones de Artigas que le hizo ganar el odio de los porteños y de sus historiadores, pero para entender ese aspecto, antes debemos adentrarnos en el tema de la Aduana de Buenos Aires.

Al poco tiempo de ocurrida la Revolución de Mayo y luego de la derrota de su sector más combativo, representado por Mariano Moreno, la burguesía comercial porteña se adueñó de la Aduana de Buenos Aires, amasando una inmensa fortuna producto del comercio con el mundo, pero principalmente con la potencia que gobernaba en los mares, Gran Bretaña.

La ideología que defendió esa burguesía fue el librecambio, que significó ni más ni menos, que dar la espalda al resto de las provincias dejándolas libradas a su suerte.

Además cualquier gasto como armar un ejército para pelear por la liberación, era una molestia que debía terminarse lo antes posible, para eso no importaba con que potencia negociar.




Mientras tomaba el control de la economía del ex virreynato inundaba el interior con las mercancías que provenían de la poderosa industria inglesa, provocando un proceso de liquidación de las débiles industrias y artesanías del interior, ante eso se rebelaron las provincias, provocando un enfrentamiento entre el puerto de Buenos Aires y el resto del país que atravesó gran parte de la historia de aquel siglo XIX.

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