"Sin una ENAG, más del 60% de la renta prevista para 2013 quedará en poder de las grandes exportadoras, los pooles de siembra y el sector concentrado y reaccionario de los productores."
La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la independencia de EE UU. Pero como fuera analizado en nuestra columna del pasado 5 de julio, en realidad se trató de un proceso incompleto: la independencia económica (y cultural) de la metrópolis se alcanzó recién en 1865, con la derrota del sur esclavista, subdesarrollado y secesionista. Eran los Estados sureños ligados a la industria textil inglesa, que para 1860 explicaban el 11% de la producción industrial de la Nación, a pesar de tener el 36% de la población total (Walter Licht. Industrializing America. Pág. 36). Entre 1776 y 1865, Gran Bretaña, si bien muy golpeada en sus posesiones norteamericanas, seguía interactuando fuertemente con las clases dominantes de los Estados separatistas, clases que trababan, no sólo el despegue de las fuerzas productivas estadounidenses, sino que amenazaban balcanizar la nación. El triunfo de la Unión cristalizó la segunda independencia de EE UU. Ahora, pasemos a la independencia "argentina", celebrada días atrás. Con motivo del 196º aniversario, la presidenta de la Nación comenzó su discurso recordando la importancia estratégica de la exitosa política de desendeudamiento pergeñada por Néstor Kirchner. El ex presidente fue quien nos propuso "romper las cadenas que durante décadas se habían tejido sobre las posibilidades del pueblo argentino; […] esa deuda externa feroz que nos obstruía, que obturaba toda posibilidad de crecimiento y desarrollo; esa dependencia [del FMI] que nos daba clases a nosotros y al mundo". El kirchnerismo rompió las cadenas de opresión económica y financiera que nos ataban al centro financiero y especulador occidental. La transformación fue revolucionaria y fortaleció al modelo iniciado en 2003. Este fue uno de sus pilares, ¿y el otro? A propósito del ejemplo estadounidense y de nuestro proceso independentista, al pueblo argentino (y latinoamericano en general) aún le queda por alcanzar su segunda independencia. En efecto, la presidenta viene señalando una y otra vez este estratégico concepto, sobre todo en sus últimas alocuciones. ¿De quién o quiénes tenemos que independizarnos esta vez? ¿Cuáles son las barreras que, parafraseando a Cristina Fernández, siguen obstruyendo el crecimiento y desarrollo del pueblo y la economía nacional?
CUANDO LAS BARRERAS NO ESTÁN EN EL PROPIO MODELO. Invitado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche unas semanas atrás, tuve el honor de brindar una charla sobre la renacionalización de YPF. Coincidí en la mesa con Alejandro Robba, subsecretario de Coordinación Económica del Ministerio de Economía, quien comenzó su exposición con una gran verdad: "Para profundizar el modelo, debemos remover todas y cada una de las barreras que surgen de las mismas metas del modelo de crecimiento acelerado, empleo formal e inclusión". Escuchándolo, me vinieron dos reflexiones: ¿y si las barreras provienen del modelo opuesto, esto es, el prohijado desde los sectores separatistas, subdesarrollados y esclavistas (de millones de argentinos) que, como en el Estados Unidos previo a 1865, aún siguen vigentes y poderosos? ¿Cómo se sortean o eliminan tales barreras? ¿Cómo vencer a los sectores históricamente vinculados a una Argentina semicolonial, benefactores de industrias foráneas pero productores en masa de pobreza y exclusión fronteras adentro?
EL AÑO DE LA SEGUNDA INDEPENDENCIA. En 2013, la sequía dejará su lugar al benevolente fenómeno climático del Niño y sus regulares precipitaciones. Un mínimo de 50 millones de toneladas de soja producirá la cosecha 2012/13, con un precio internacional de la oleaginosa que, con seguridad, batirá nuevos records. Si multiplicamos las 50 millones de toneladas al precio promedio del primer semestre de este año (521,4 dólares por tonelada), la producción sojera nacional se ubicará por encima de los 26 mil millones de dólares o 117.315 millones de pesos (paridad a julio). Esto, claro, sin contar con la "industrialización" de la cadena sojera. Igual comportamiento se está registrando con los precios del maíz y del trigo. Además, 2013 será un año fundamental por las elecciones legislativas en el país (renueva la mitad de diputados y un tercio de senadores) y la continuidad de la recesión en Europa y Estados Unidos. En fin y por donde se lo mire, 2013 será medular en nuestra segunda independencia. Los meses que restan de este año, así como los primeros del siguiente, deberán ser testigos de decisiones vitales a la resolución de la cuestión nacional, todo lo cual nos lleva a responder las preguntas formuladas más arriba. De los 117.315 millones de pesos que podría generar la soja en 2013, al Estado le corresponderían, en concepto de retenciones, unos 35.194 millones (las exportaciones totales de granos en 2011 rondaron los 31.000 millones de dólares). Más del 60% de la renta quedará en poder de las grandes exportadoras, los pooles de siembra y el sector concentrado y reaccionario de los productores. El país de los 40 millones se perderá una ingente masa de capital, pues como es sabido, la ubérrima Pampa húmeda jamás estuvo ni estará interesada en desplegar su energía interior hacia la diversificación de la economía agrícola del país.
CRISIS INTERNACIONAL GRANOS, Y OPORTUNIDAD HISTÓRICA. No obstante y como magistralmente enseñó Abelardo Ramos, la reacción agropecuaria sí consiguió diversificar mínimamente la economía del país –por supuesto, siempre muy tímidamente y en función de sus propias limitaciones e intereses de clase–. Y lo hizo siempre "a través de las grandes conmociones del régimen capitalista mundial". ¿Acaso no fue este el origen de la Junta Nacional de Granos, luego profundizada en su rol nacional, popular e industrializador por el general Perón? El IAPI fue clausurado a partir de 1955. Dos décadas más tarde, con el tercer gobierno de Perón, se intentaría recrearlo, de la mano de la nacionalización del comercio exterior e interior agrícola en 1973, con la creación paralela de una Empresa Nacional de Granos (Ley 20.573). Pero la ley promulgada en diciembre de ese año por el gran líder argentino y latinoamericano sería abrogada el 5 de abril de 1976 por el Decreto-Ley 21.288 firmado por Martínez de Hoz y Videla.
HACIA UNA EMPRESA NACIONAL DE GRANOS. Las únicas barreras al modelo vigente provienen de las fuerzas internas vinculadas a la Argentina semicolonial, fuerzas que juegan, como la han hecho desde el derrocamiento del Plan de Operaciones de Moreno y Belgrano, un rol primario en la obstaculización de la segunda independencia argentina y unasureña. La puja distributiva debe retomar las consignas y acciones de 2008 y de fines de 2007 (Kirchner aumentó en enero y noviembre las retenciones a las exportaciones de granos), aprendiendo de las grandes lecciones arrojadas por el conflicto de la 125. Se impone una nueva Ley Agraria de la Democracia, que reactualice la 20.573. Una ley que cree una Empresa Nacional de Granos con participación de las provincias y las cooperativas (desde FECOFE a las de Coninagro y Federación Agraria), asociada estratégicamente a las grandes exportadoras en porcentajes según los cultivos (pero nunca menor al 51 por ciento). Una ley que asimismo profundice el federalismo de masas con más recursos para el Fondo Solidario de la Soja, que permita llevar a cero las retenciones a las exportaciones para los pequeños y medianos productores. La masa de recursos que permitió alcanzar las grandes conquistas sociales y productivas de los últimos años provino de la estatización parcial de la renta agraria. Como las cadenas externas cortadas por la política del desendeudamiento, la captación de renta agraria comenzó a cortar las cadenas internas que obstaculizan a la Argentina de los 40 millones. Informalmente quedaría demostrado que los productos y subproductos del agro son y deben declararse de utilidad pública; falta ahora que se los declare por ley. El excedente social estratégico para liberar las fuerzas productivas del país y modernizar su economía, en un contexto de reindustrialización sostenida con justicia y equidad social, es la renta agraria.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 15 de julio de 2012)