ARGENTINA / Cristina, Moyano y el peronismo / Escribe: Alfredo Silleta







El conflicto de Hugo Moyano contra el gobierno nacional ha dejado absorto a amplios sectores de la clase media, especialmente de los llamados sectores progresistas. Les cuesta comprender el conflicto y rápidamente asocian al dirigente gremial con el lockout del campo de 2008 o simplemente lo tildan de “traidor”.
En realidad, la clase media nunca comprendió al peronismo y por ende le cuesta comprender que Cristina es la líder bonapartista de este Frente Nacional que gobierna el país desde el 2003.




El peronismo en 1945 no nació como un partido político sino como un Frente Nacional conformado por la clase trabajadora, el Ejército, la burguesía industrial, parte de la Iglesia y sectores de la clase media, especialmente del interior del país. Perón siempre negó que el peronismo fuera un partido político y siempre lo definió como un movimiento.

Tanto Karl Marx como Robert Michels o Antonio Gramsci como los locales Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós o Juan José Hernández Arregui han explicado el significado de un frente nacional y el rol del líder bonapartista. No es fácil elevarse por encima de la sociedad y gobernar sobre todos los sectores que la conforman.

En ese equilibro entre los empresarios y los trabajadores, Perón siempre optó por los trabajadores y como ejemplo están todas sus leyes laborales, pero siempre le puso límite al movimiento obrero. Disolvió el partido Laborista en 1946 y fue Eva Perón quien “rompió la huelga” de los ferroviarios, la más importante que sufrió el peronismo en la primera década.

Con Perón en el exilio, fue el movimiento obrero quien se puso al hombro la resistencia contra la dictadura militar y los gobiernos de Arturo Frondizi y Arturo Illia. Fue la lucha de todos esos años con muertos, presos, desaparecidos como Felipe Vallese, que permitió el nacimiento de un gran líder sindical como Augusto Vandor, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica.
Con Perón en el exilio español, sin posibilidades de volver luego del fracaso de la Operación Retorno de 1964, Vandor que llevaba 10 años de lucha contra el régimen, creyó que podía ser el conductor del peronismo. Fue allí que lanzo la frase: “Para salvar a Perón, hay que estar en contra de Perón”.

Perón decidió enfrentarlo en las elecciones de Mendoza de 1966. Mandó a Isabel y finalmente le ganó. Fue por esos días que le escribió a su amigo, el general Sosa Molina: "Muchos se están ya probando mi ropa, pero creo que a los candidatos de marras les queda grande ahora".

En 1972, la CGT y los empresarios amigos intentaron que el candidato a presidente fuera Antonio Cafiero. Perón no los escuchó y nombró a Héctor Cámpora, con lo cual muchos jóvenes creyeron que los hacía por ellos. Se equivocaron y Cámpora, leal al General, renunció dos meses después de ganar la elección para que Perón pudiera ir democráticamente a las urnas como quería la mayoría del pueblo argentino.

Los jóvenes, muchos recién llegados al peronismo, creyeron que el triunfo y el regreso de Perón a la patria le correspondía a ellos y decidieron enfrentar al viejo líder. Perón, como líder bonapartista trató que se incorporaran al proyecto, sabiendo el rol de la juventud. En un encuentro en la residencia de Olivos, en los primeros días de setiembre de 1973, Perón se reunió con la cúpula de Montoneros-FAR y les pidió que dejen las armas y se incorporen a su gobierno. Firmenich le responderá que “el poder político brota de la boca de un fusil. Si llegamos hasta aquí ha sido en gran medida porque tuvimos fusiles y los usamos. Si abandonáramos las armas, retrocederíamos en posiciones políticas”.

Horas después del triunfo de Perón con el 62 por ciento de los votos, asesinan a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT. Ya no había más puentes, los jóvenes lo había dinamitado. Perón los enfrentó.

Es nuevamente el movimiento obrero el que resiste a la dictadura militar de 1976. Las fuerzas genocidas tenían claro que para destruir el peronismo había que destruir al movimiento obrero. Cientos de trabajadores desaparecidos, militarización de las fábricas y la prohibición de la Central Obrera. La resistencia y las huelgas de esos años las organizó el movimiento obrero.

Ya en democracia fue Saúl Ubaldini quien defendió la dignidad de los trabajadores y en los noventa frente a las políticas neoliberales fue Hugo Moyano quien se puso al frente.

Ahora bien, tanto Vandor como Moyano han sido grandes líderes sindicales pero se equivocaron al enfrentar a los líderes del movimiento.
Cristina conduce este proceso y no se la puede discutir. Moyano se equivoca en enfrentar a la presidenta y en hacerle el juego los multimedios hegemónicos como Clarín para anunciar desde el estudio de TN un paro nacional.




Cristina es la líder bonapartista de este frente nacional que nació en 1945 y que condujeron Perón, Néstor y ahora ella.

La presidenta no tiene opción y deberá derrocar a Moyano, cuidando por supuesto que no haya muertos entre los trabajadores.

Mirar la historia del peronismo es bueno. Perón derrocó a Vandor, dividió la CGT pero luego la volvió a unir. Lo mismo hizo con Vandor, luego de derrocarlo en 1966, dos años después lo recibió en la ciudad española de Urun, cerca de la frontera con Francia e hicieron las paces.

“Cristina coraje” acostumbraba decir Néstor Kirchner.

Confiemos en esta presidenta, que ha tomado grandes medidas en defensa de los argentinos, para resolver el conflicto.

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