Ninguna mujer logró, como Eladia, componer tantos tangos con letra de tanto éxito y de tanta calidad, desde fines de la década del '60, cuando la popularidad del género había caído en la Argentina a sus mínimos históricos. Sólo pueden comparársele algunos títulos del binomio Piazzolla-Ferrer.
Ella creó un tango canción significativamente nuevo, aunque sobre moldes no vanguardistas, con su rara habilidad para combinar notas y palabras, con una temática nueva y un lenguaje actualizado, que caló hondo en un público no necesariamente tanguero. Los tradicionalistas la recibieron como pasó con otros, muy fríamente, aunque sin la agresividad que reservaron para otras propuestas más heterodoxas, menos convencionales.
Era frecuente que se la apodara "la Discepolo con faldas", por esa comparación con Enrique Santos, en abordar temas que hablaban muy crudamente de nuestra manera de ser.
Buenos Aires tiene un río
que lo acuna,
que lo besa,
si no fuera así, así,
¡ay que gran tristeza!
Tiene noche y en su magia,
una gris melancolía,
si no fuera así, así,
yo no lo querría.
Tiene canto, tiene vino,
al amanecer,
y un amigo en el camino,
siempre ha de tener,
siempre ha de tener.
Tiene el tango tan sentido,
de Pichuco, de Piazzolla,
si no fuera así, así,
que cuidad tan sola.
Buenos Aires tiene el vuelo
de palomas, que alegría,
si no fuera así, así,
yo me moriría.
Tiene el juego de los niños
en las plazas asoleadas,
si no fuera así, así,
no tendría nada.
Tiene canto, tiene vino,
al amanecer,
y un amigo en el camino,
siempre ha de tener,
siempre ha de tener.
Tiene el tango tan sentido,
de Pichuco,
de Piazzolla,
si no fuera así, así,
que cuidad tan sola.