En cuanto al tema del dólar, mucho se ha escrito y hablado a través de los medios de comunicación.
En este breve texto quisiéramos remarcar una necesaria distinción en el campo social.
Tenemos, por un lado la presencia del comportamiento de aquellos sectores de nuestra sociedad y del exterior, que nucleados corporativamente, especulan con las divisas, con la impunidad que les da el poder que detentan.
Nos referimos a; aquellos intereses financieros y exportadores concentrados.
Por otra parte, se encuentran sectores o grupos sociales menores o sin representación que han asimilado la idea del dólar, como una cuestión cultural, más allá de las ofertas económico-cambiarias concretas que se encuentran a su alcance para obtener algún beneficio.
El hombre nuevo de Santa Fe y Callao
A este hombrecito verde-una suerte de Hulk descafeinado-, que vive obsesionado y mimetizado con y por las divisas, se le ha dado por protestar nuevamente.
Se le ha dado por sacar sus viejas cacerolas en pos de un mundo mejor.
Libre de controles molestos por parte del estado. Se calcula que el 3% de la población argentina compra dólares para atesorarlos. Entre éstos, solamente el 1% o menos, son los que especulan en operaciones de cierta envergadura.
El resto forman parte de ese famoso medio pelo, que en afán de “ser en otro”, terminan imitando conductas que no se corresponden con sus necesidades reales.
Des-dolarizar la economía o las conciencias
Es prudente que en el marco de las recientes medidas tomadas en el campo de la economía, recordarle a este Hombre nuestro de cada día, que está solo y no puede esperar, este Hombre de Santa Fe y Callao tan consustanciado con la City porteña, que ha salido nuevamente a cacerolear, recordarles algunas cuestiones que de seguro, le servirán para evaluar sus imaginarias futuras inversiones en alguna isla del Océano Indico, o en su defecto, para su inalcanzable afán de acceder en el delta bonaerense, a modernos emprendimientos inmobiliarios.
El dólar multicolor
Sin ir más lejos, a partir del viernes 1 de junio el intercambio comercial entre China y Japón dejó de realizarse en dólares y pasó a realzarse en yuanes y yenes.
El dólar, en el mundo pasó a representar del 85% que era, al 60% del monto total actual de las divisas internacionales, en el marco de la erosión persistente del sistema de Bretton Woods creado hace ya siete décadas.
Con el debilitamiento relativo del dólar, se profundiza la crisis política y cultural no solo del imperio norteamericano sino de la misma civilización occidental, que no deja de declinar.
Es más, la cultura del dólar y sus máquinas expendedoras, tiene mucho que ver con las recientes crisis del capital ficticio, que a pesar de ser ficticio y generar relaciones sociales espurias, transfieren la falsa contabilidad de los grandes bancos a las poblaciones de los países más débiles, que terminan pagando el costo de las aventuras electrónicas del dinero virtual.
Según lo dicho anteriormente, se calcula que los llamados productos derivados (productos creados para la mera especulación), superan hoy día el trillón de dólares, es decir, el equivalente a veinte años de la producción mundial sin base real en bienes y servicios…
La integración con los países de América del Sur, supone entre sus objetivos la creación de un banco común y la posibilidad de comerciar con las monedas nacionales.
Al margen de la necesidad de crear un sistema legal y técnico para que esto sea posible, es necesario profundizar la batalla cultural contra la acción del dólar en la conciencias de la población.
Esto es; atacar aquello que Don Arturo Jauretche llamó la colonización pedagógica.
La segunda independencia, convoca nuevamente nuestra presidenta, la afirmación en la última reunión del G20, de la necesidad de crear mecanismos serios y consistentes para aislar la ola de especulación financiera de la producción real, más el abordaje decidido del gobierno por demistificar la importancia del dólar, estamos en la dirección correcta para enfrentar la influencia de intereses ajenos a nuestra búsqueda permanente por la independencia plena de nuestra Nación.
¿Es posible volver sobre los pasos y des-mercantilizar áreas de la actividad económica, para que sean consideradas de interés público? Por ejemplo el tema de la vivienda.
¿Cómo es posible que mientras se permita el desarrollo de innumerables complejos habitacionales para el solo efecto de un negocio financiero, mientras las más variadas capas sociales desde los obreros, hasta los sectores medios, no puedan acceder a una vivienda familiar?
Aquello que fuera tragedia en el 2001, hoy fue un episodio burdo que más allá de los agitadores de siempre, nos habla de un tipo de capa social que no solo está en mi Bs As querido, sino que se reproduce en fracciones similares en todo el conurbano bonaerense y en derredor de las grandes ciudades y pueblos sojeros del interior del país.
Algunos de estos personajes de la capital, identificados con el amarillo PRO-Papal, se quejan permanentemente de la inmigración suramericana, pero no dudan en hacerse una parada técnica por la Salada para adquirir ropa a menor precio que si lo haría en sus barrios de residencia.
Fracción social que suele desvelarse por comprar dólares en el mercado oficial para venderlos en el paralelo, al mismo tiempo que critica al gobierno.
Fracción social que despotrica contra la inmigración de Bolivia y Paraguay, pero a la hora de abonar sus servicios domésticos o para mantenimiento que suelen contratar, lo hacen en negro o a bajo costo.
Estos sutiles comportamientos, no provocan quizás impacto económico o impositivo de relevancia, como aquel que caracteriza a la resucitada mesa de enlace, que especulan con la devaluación en beneficio propio y no del país.
Pero hacen ruido en el día a día, generando un clima enrarecido e innecesario.
Para aquellos argentinos que se encuentran bajo shock del dólar blue, podríamos pintar transitoriamente de verde los pesos.
Otra idea podría ser la de poner directamente una sede de la Salada en Patio Bullrich, para que no tengan que viajar hasta las afueras de la ciudad.
Eso sí, serían vistos por sus pares en mejores condiciones de adquirir prendas a precios de mercado.
Es decir, con un 500% de recarga, para ser considerados gente como uno.
Todo por pertenecer.