Falacias y artificios sobre el consumo de drogas / Escribe: Aníbal Fernádez






La mayoría de los medios caen en la trampa de la tan mentada ‘civilización y barbarie’, que Jauretche denunciara hace varias décadas. Publican escandalizados cifras que vienen de los Estados Unidos como si fueran la verdad revelada y no se toman ni la molestia de cotejarlos con los que se producen en el país.
“Las cifras son como los bikinis: muestran casi todo, pero esconden lo principal”
Lincoln Freire

Crecimiento de la droga”; “En alerta rojo: Argentina, el país que más cocaína consume en Sudamérica”; “Argentina alcanzó a EE UU en el consumo de cocaína”… Estos y otros títulos similares ganaron las tapas de todos los periódicos del país –los impresos y los online–, y lengua de algunos impresentables interesados que dicen saber del tema, en los primeros días de este último marzo. El fundamento de esa noticia era un documento presentado el 28 de febrero en los Estados Unidos por la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes), que el Departamento de Estado utilizó para hacer su Informe sobre “Estrategia para el Control Internacional de Narcotráfico 2011”.

El informe decía, entre otras cosas, que: “el abuso de cocaína parece estar aumentando en varios países del Cono Sur, como la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay” y que “Argentina encabeza el ranking de países sudamericanos, con un total del 2,6% de la población, seguido de Uruguay (1,68 %) y Chile (1,31 %).”

Naturalmente, los datos hicieron estallar las rotativas. El sensacionalismo se sintió a sus anchas y la idea de que los argentinos resbalábamos con increíble facilidad sobre una línea blanca hizo fuerzas por instalarse en el discurso social.

No pudo. A veces, la “realidad” de la calle es más sólida que la que construyen los medios. Y los ciudadanos no se prenden en debates que, por experiencia propia, se dan cuenta que son falaces.

Pero la idea quedó flotando y, me parece importante desmitificar este tema, sobre todo ahora que hemos ingresado en el debate sobre la no criminalización de los consumidores de drogas a partir del proyecto de ley de estupefacientes que acabo de presentar en el Senado de la Nación.

Aquel documento de JIFE se sustentaba sobre datos publicados en el “Wold Drug Report 2011” y, en lo que a Argentina refiere, esos datos reflejaban un estudio realizado en el año 2006 en nuestro país, es decir, cinco años antes del informe. Lo llamativo es que existen dos estudios más nuevos que el utilizado: uno que data de 2008 y otro bastante reciente (teniendo en cuenta el tiempo que demandan estos análisis), de fecha 2010.


En esos trabajos, queda evidenciado que la prevalencia de año de consumo de cocaína en población de 16 a 65 años es de un 1,1% (en el informe de 2008) y de un 0,9% (en el informe de 2010). Lo que significa que la tendencia en el consumo en nuestro país es absolutamente contraria y opuesta a lo que se establece en el Informe difundido por los Estados Unidos a través de su Departamento de Estado.

Es notable cómo, también en este caso, la mayoría de los medios de comunicación caen en la trampa de la tan mentada “civilización y barbarie”, que Jauretche denunciara hace ya varias décadas. Publican escandalizados cifras que vienen de los Estados Unidos como si fuesen algo así como la verdad revelada y no se toman ni la molestia de cotejarlos con los indicadores propios, los que se producen en el país… Será porque “todo lo importado es mejor” según dicta el pensamiento colonizado.

Lo cierto es que estamos muy por debajo de la cifras de consumo que se nos atribuyen y, además en franco retroceso, tal como surge de los estudios sobre “Consumo de Sustancias Psicoactivos” realizados por la Secretaría de Programación para Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) de Presidencia de la Nación, cuyos datos son públicos.

Lo mismo ocurre con los datos de países hermanos como Chile y Uruguay.
Pero acaso lo más significativo sea que es precisamente el “país informador” el que presenta mayores problemas con el consumo de este tipo de estupefacientes. El mencionado Wold Drug Report 2011 dice en uno de sus tramos que: “A pesar de una disminución significativa en los últimos años, el mayor mercado de cocaína sigue siendo los Estados Unidos”, con un consumo equivalente al 36% del consumo mundial y representa algo así como 37 mil millones de dólares de acuerdo con el volumen y el valor de mercado de la droga. El mismo informe indica que “el segundo mayor mercado de cocaína es Europa, sobre todo Europa Occidental y Central”, y agrega que “durante la última década, el volumen de cocaína que se consume en Europa se ha duplicado”. Mi abuela Amparo hubiera concluido el análisis diciendo: “El muerto se asusta del degollado.”



Por ello, el objetivo de estas líneas es reiterar que, lejos de ser la Argentina un país en el que crece el consumo de cocaína, deberían reconocer que, se encuentra en un franco proceso de disminución en el consumo de esta droga, lo que a todas luces, es una buena noticia para nosotros.

(Diario Tiempo Argentino, 1 de abril de 2012)

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