De cómo es imprescindible tirar títulos como anzuelos, que por la vuelta clásica de las palabras que se utilizan para provocar, despierten en usted el deseo de leer. Aunque en verdad, quizás de lo que se trata es de atenazar la realidad ejerciendo el derecho a comunicarnos. Lo bueno de todo esto es que podemos (y queremos) dar a conocer nuestras realidades, nuestras ideas y, mejor aún, el extremadamente poderoso papel de nuestros sueños.
Si uno se pone meticuloso, al borde de un filosofismo enervante, lo más probable es que acepte que lo único que existe es la subjetividad. O mejor dicho, que el mundo está hecho de más de siete mil millones de subjetividades, y que cada vez que una de esas subjetividades cierra los ojos para siempre, murió una forma de ver el mundo. Murió el mundo.
Cada uno de nosotros es la realidad, mientras pueda corroborarlo medianamente sintiéndose vivo. De ser posible, los cinco sentidos en funcionamiento suelen darnos constancia de existir. Aunque en algunos casos no todos tienen disponibles sus cinco sentidos…
La verdad es una sola, a pesar de las miradas diferentes que hacen, de ese dato objetivo, una fuente de dudas, discrepancias, posiciones. La realidad, en definitiva, es un acuerdo de partes que nos permite convivir, relacionarnos.
Por tanto considero imprescindible contarle, estimado lector de PROYECTARIO, que mi subjetividad ha sido criada en la mirada de la izquierda política, proviniendo de una familia de peronistas de izquierda, no orgánicos. A los dieciséis años comencé mi militancia política en un organismo de derechos humanos y un año después en un partido político de la izquierda marxista.
Hecho en la política de la tarea filantrópica, el servicio a la Nación era hacer reuniones, pegar afiches, realizar pintadas, despertar concienciar; todas tareas clásicas del devenir político de sectores más bien con dificultades para llegar al poder, por falta del apoyo concreto de los votantes.
En la mitad de mi mandato como concejal del pueblo de la Ciudad de Mendoza (único cargo público que he ocupado, durante cuatro años, a lo largo de mi vida) el kirchnerismo comenzó su derrotero, hoy por todos conocido. A pocos meses de ese comienzo me afilié al Partido Justicialista. Convencido que mi aporte para mejorar las condiciones de vida de los argentinos era caminar detrás de Néstor Kirchner, aquel hombre que venía a concretar muchos más sueños que los que pensábamos de posible cumplimiento, me he sentido -y me siento- formando parte de un momento formidable de la historia argentina.
El verdadero cambio de paradigmas que supone esta gestión (que lleva casi ocho años en el gobierno y busca reválida para un nuevo período) me tiene como uno de sus defensores e impulsores. Agradezco que se estén generando estas políticas y al mismo tiempo me siento involucrado en su desarrollo.
Digo todo esto, un tanto engorroso para usted, estimado lector, porque deseo dejar claros los porqué de mis posiciones ya que nos estamos encontrando al menos una vez por semana y considero imprescindible que sepa desde dónde miro la realidad. Uno de mis maestros de periodismo fue quien me enseñó que lo mejor es que el lector (receptor, público, televidente, oyente) sepa qué lugar ocupa cado uno de los periodistas en el parnaso de las ideas.
Sabido es que la objetividad fue inventada por los mercaderes de la palabra, para vender más a como dé lugar. La utilizan también, con algún éxito, quienes no pueden dar cuenta de una carrera edificante, al haber apoyado a uno o más gobiernos militares. Pretenden así purificar sus pecados en las aguas de la objetividad.
Lo que existe es este conjunto de seres humanos que cometen errores, tratan de aprender y enmendarlos, buscando la realización personal y colectiva. Todo lo demás son operaciones de prensa, mentiras diversas, sofismas, aprietes.
Le tiro algunas líneas acerca de quien soy, desde el punto de vista político e ideológico, ya que me parece información válida para usted. Así puede evaluar si desea seguir leyéndome. Le cuento también que hace veintitrés años intento el periodismo en radio, televisión, gráfica impresa e internet. Escribo y edito libros. Hago producciones culturales. Tengo muchos más sueños que los que quizás pueda realizar.
Vengo a su encuentro desde este espacio virtual que llamamos PROYECTARIO, estimado lector, con ganas de aportar mi mirada acerca del devenir provincial y nacional, en un contexto mundial embromado. Deseo hacerlo de la mejor manera posible, no olvidando nunca mi condición de aprendiz de la vida, ese camino tremendamente bello, inmensamente dificultoso, que nos lleva a todos a intentar, una y otra vez, la felicidad.