En nuestra sociedad actual, la mirada pública, discreta o indiscreta, llega a los lugares más recónditos. A través de tantos medios de información y comunicación, elevados a su máxima potencia por la multiplicación de artilugios cibernéticos, se pueden escudriñar desde intimidades personales hasta secretos militares.
Políticos y gobernantes, artistas e intelectuales, y ni hablar de jugadores de fútbol y directores técnicos, se las tienen que ver con ese fenómeno de exposición permanente. Aunque en muchas oportunidades sus acciones no tengan incidencia en la vida social y de conjunto, no por eso se los deja tranquilos.
Hay, sin embargo, un actor social cuyas decisiones tienen una incidencia crucial en la vida del conjunto social, pero que nunca aparecen, ninguna cámara ni ninguna mirada discreta o indiscreta se fija sobre ellos. Es como si vivieran en la clandestinidad. Esos actores son los denominados “formadores de precios”.
Algunos aseguran que no existen. Aducen que la fijación de los precios en una sociedad es un proceso tan complejo y con tantos intervinientes que es imposible identificarlos.
Esa denominación comenzó a manejarse con frecuencia en la década del 90 en la Argentina. Y según algunos manuales se los define como “una empresa o grupo de empresas que producen monopólicamente un producto y fabrican paralelamente su precio, ya que el producto que fabrican o producen no tiene sustitutos idénticos, y por ende se transforma en un maximizador de ganancias... “.
Simplificando: los precios en los mercados competitivos son menores a los precios en los mercados concentrados. Para que haya formador de precios se requiere un elevado grado de concentración en el mercado y la presencia de barreras al ingreso de terceros competidores.
Tomamos algunos ejemplos de un trabajo de Fernando Krakoviak, periodista especializado en la temática económica:
Lácteos. En el país operan 15.000 tambos, pero Mastellone (La Serenísima) concentra el 60 por ciento de las ventas de leche fresca. Es un mercado con características oligopsónicas pasible de conductas anticompetitivas
Yerba mate. Es un mercado de características conformado por pocos molinos industriales (tres concentran el 50 por ciento del mercado) y cerca de 18 mil productores (el 95 por ciento minifundistas) atomizados y con escaso poder de negociación
Gaseosas. Es un sector altamente concentrado. A fines de los ‘90, las multinacionales Coca-Cola y Pepsi (comercializada por Quilmes Industrial) controlaban el 80 por ciento del mercado. Con el estallido de la crisis fueron perdiendo terreno frente a gaseosas de bajo costo que llegaron a controlar el 29 por ciento de las ventas, dejando a Coca con el 53 por ciento y a Pepsi con el 18.
Azúcar. En el país operan 23 ingenios, pero cuatro controlan el 52,9 por ciento de la producción: Ledesma (20,2 por ciento), Concepción (16), San Martín de Tabacal (10,2), propiedad del grupo norteamericano Seaboard, y La Providencia (5,5), de Arcor.
Cigarrillos. El 99 por ciento del mercado es controlado por las multinacionales Phillip Morris (Massalín Particulares), que acapara el 64 por ciento del total, y British American Tobacco (Nobleza Piccardo) que acumula el 35 por ciento restante.
Envases. Los distintos mercados están dominados por una o dos empresas. En envases plásticos para gaseosas (PET), el único productor local es Voridian (los norteamericanos Eastman), que concentra el 50 por ciento de las ventas (el resto es importado). La producción de botellas de aceite y agua mineral (PVC) es controlada por el grupo belga Indupa Solvay (72 por ciento del mercado y único productor local). El tetra-brik y los envases para leche y yogures los fabrica exclusivamente la compañía sueca TetraPack, y en envases de vidrio Cattorini Hermanos controla el 50 por ciento.
Acero. Acindar, propiedad de la multinacional Belgo Mineira, controla más del 50 por ciento de la producción de hierro redondo, pues Siderar, el otro gran productor de acero, se especializa en laminados planos. El principal competidor es Aceros Bragado (13 por ciento). Luego siguen Aceros Zapla, que concentra su actividad en Salta y Jujuy, y Sipar Aceros (Grupo brasileño Gerdau).
Cemento. Loma Negra (Fortabat), Minetti (propiedad de la suiza Holcim) y Cementos Avellaneda (consorcio español Molins/Uniland) controlan el 97 por ciento del mercado y mantienen circuitos de comercialización diferenciados, con pocas zonas en las que se plantea competencia por precios.
Son simples ejemplos, que pueden mejorarse, ampliarse o quizás rebatirse, pero como en el caso de las brujas, dicen de los formadores de precios … ¡que los hay, los hay!
Y que, además, nunca dan la cara, ni asumen públicamente sus responsabilidades, ni explican por qué deciden tal o cual incremento de precios.
Sus estructuras de costos, beneficios de intermediación, márgenes y tasas de ganancia, siguen siendo dominio del Gran Bonete. Mal que le pese a la Constitución, que manda de manera perentoria que los consumidores y usuarios tienen derecho a “información veraz y adecuada”…
Probablemente, una forma de desbrozar el camino hacia esa meta constitucional sería recurrir a los estamentos académicos. Entre tantos miles de proyectos universitarios de investigación que se ejecutan, por qué no incluir unos cuantos que aborden y transparenten para el gran público, los mecanismos, procedimientos y protagonistas de la conformación de los precios en la Argentina. Sería un servicio realmente útil de la Universidad Pública y Gratuita a la sociedad.
Porque no sirve de mucho que, por ahí, algún centro de estudios releve el comportamiento de los precios, si no se ilumina ese comportamiento desde una perspectiva global, identificando intereses, protagonistas y su interacción. A no ser que se crea que la fijación de los precios es algo así como la Ley de Gravedad o un inciso de las Tablas de la Ley.