Sicologo y Docente de UNCuyo.-
Cuando ganó la última elección para gobernador cordobés, De la Sota llamó
a sus comprovincianos a un estrecho "cordobesismo". Apeló a un recurso de
demagogia que todos reconocemos: en Mendoza nunca faltan las astucias
"mendocinistas", sobre todo las que tantos frutos le han dado a los
sectores conservadores. La agitación facilista del amor a nuestra provincia
presentado como rechazo a las provincias vecinas o como oposición a la
Nación, es un menú que todos reconocemos, tanto en su estrechez intelectual
como en sus réditos políticos.
Presentar la mejora de Mendoza como ataque a San Juan y San Luis, es una
vieja costumbre. Entendemos las políticas que han permitido a esas
provincias estar menos lejos de la nuestra en sus condiciones de desarrollo
económico y cultural, como si ello fuera una afrenta para nosotros. Que
ellos tengan menos pobreza, parece ofender a algunos de nuestros
dirigentes. Que no sólo Mendoza tenga industrias en la región, es entendido
como si ello nos retrasara.
No se construye país con enfrentarnos a nuestros vecinos. Ello es de una
mezquindad inexcusable. Podemos discutir las condiciones actuales de la
promoción industrial, con nuestros vecinos y con el gobierno nacional; pero
no podemos discutir que la promoción ha tenido sentido. Por años y años
nuestra provincia fue el sitio adonde llegaban los desocupados de otras
provincias de la región; ya no es así. Y bienvenido sea. Porque -a la vez-
nadie discute que los mejores servicios culturales, de salud y de educación
en la región, siguen estando en Mendoza. Por tanto, ¿de qué podemos
quejarnos?
Además, nadie está tranquilo en un sitio si no lo están los de al lado.
Si acá estuviéramos muy bien y nuestros vecinos muy mal -como sucedió más
de una vez en el pasado- eso nos afecta directamente aún en el cálculo más
egoísta. Cuando salgamos de viaje por vía terrestre, deberemos pasar por
allí, y enfrentar sus condiciones de seguridad o de inseguridad. Los
migrantes de esos lugares ocuparán espacio en nuestra provincia, y si están
en pésimas condiciones tendrán que vivir en una marginalidad que nos afecta
y lastima. En fin: no se sostiene la postura de "nosotros vs. todos los
demás". Entre otras cosas, porque empujar regionalmente ante el gobierno
nacional y ante los países vecinos, es una política que ha enunciado el
nuevo gobernador, y que sin dudas puede ser más eficaz que aquella de que
cada provincia agencie aisladamente sus demandas.
Tampoco se sostiene defender a la provincia por vía de ir contra la
Nación. Si a la Nación le va mal, a la provincia también le va mal. Se
suele mostrar los porcentajes presupuestarios que recibe nuestra
provincia, para pretender que estaríamos siendo postergados. Pero lo
curioso es que un porcentaje bajo sobre un total nacional alto, es mejor
que un porcentaje alto de un total nacional bajo. Un 5% de poco, es mucho
menos que un 4% de un mejor total nacional, por dar números imaginados.
Además, las condiciones económicas que se viven en una provincia son, en
gran parte, dependientes de la Nación. La provincia -y es por cierto una
obviedad- es sólo un espacio interior a la Nación. Nuestras condiciones de
consumo, de precios, de ocupación, dependen en parte de la administración
local, pero también en gran parte de la nacional.
Es una torpeza, entonces, oponer lo provincial a lo nacional. Hay que
tener un proyecto de provincia exitoso, instalado armónicamente en un
proyecto de Nación exitoso. Estar en favor de Mendoza es estar en favor del
país; no es dar la espalda a todo el resto de nuestros compatriotas, o
pelearse con ellos para sacar -sólo para nuestra provincia- lo más posible.
Nadie se realiza, decía Perón, en una sociedad que no se realiza.
Homólogamente, ninguna provincia se realiza en una región y un país que no
se realizan. El torpe egoísmo de crecer a despecho de los demás, es de una
singular miopía estratégica. Queremos vivir una Mendoza lograda en lo
económico y cultural, a la vez que con una inclusión social en la que no
siempre piensan los que quieren una Mendoza destacada. No hay grandeza
provincial sin justicia y equidad internas; donde no haya peones
golondrinas en condiciones de esclavitud laboral, o cosechadores que ganen
lo mínimo con algunos patrones que ganan lo máximo. Esa es la grandeza
provincial que vale la pena perseguir, y es una grandeza a lograr en
solidaridad con nuestros vecinos provinciales, y con el conjunto de nuestro
país.-