Hay analogías en la Historia que nos aparecen como inadvertidas.
Pero esas analogías cuando dan paso a lo paradójico nos parecen increíbles de absorber desde nuestra condición de hombres de bien, que entienden que las cosas conllevan un compromiso y un sentido y eso es lo que nos va interrelacionando para convivir en una Polis que sea cada vez más comunitaria y más solidaria.
Pero parece que aquello tan kantiano -que suerte que empiece con K- que llamamos valores pueden ser trastocados, no en una visión maniquea de la realidad, sino en una visión en que nos marca intereses, individualismos y egoísmos que a lo largo del tiempo en lugar de haberse superado parecen haberse profundizado, contaminado y hasta visto como algo normal hasta la exasperación y la desesperacion de los homes boeni, que les parece inconcebible ver tales felonías.
Lo cierto es que el radicalismo nace con una honestidad y unos principios defensores de la libertades públicas que realmente resultan admirables para el paisano, para el hombre de pueblo de la época.
Luego ya vendría la primera traición -la primera apostasía- la del aristocrático alvearismo que hasta participó del contubernio contra Yrigoyen y de la década Infame.
Pero un grupo de paisanos, a los cuales ya podemos llamar compañeros que conformaron FORJA y rescataron los prístinos valores de los comienzos y que terminarían fundiéndose con el más amplio movimiento de masas que dio la Historia de América Latina: el peronismo.
Mientras se cernía una nueva traición -la segunda apostasía- que traicionaba el Programa de Avellaneda y se unía con la Unión Democrática, por lo tanto con los designios del embajador norteamericano Spruille Braden.
Peru hubo un grupo de "hombres buenos" del radicalismo yrigoyenista que no pudo tolerar aquel extraño maridaje y formaron la Unión Cívica Radical, Junta Renovadora, que le aportaron -junto al Laborismo- al sentimiento peronista la estructura partidaria que necesitaba y entonces se les agradeció el gesto y la inteligencia de haber comprendido, ahora, por dónde pasaba el movimiento nacional y popular ofreciéndole la candidatura a vicepresidente al radical de la junta renovadora Juan Hortensio Quijano.
Éste sería la espada legislativa que el movimiento revolucionario necesitaba en el Congreso.
¿A quién se le hubiese ocurrido, con esa ingenuidad que suelen tener como valor los hombres buenos del pueblo, que Quijano en caso de haber un empate en el Poder Legislativo iba a votar en contra del gobierno?
Lo que está ocurriendo con el perverso, apóstata, traidor, miserable de Cobos es demasiado fuerte y difícil de comprender para una mente sana. Porque además se hizo jefe de la oposición.
¿Uds. se imaginan al leal -ojo que la lealtad para los homes boni es un valor que está en uno de los puntos más altos de las escala valorativa kantiana, o la escala K- de Quijano haciendo política antiperonista dentro de la estructura gubernamental del propio peronismo?
Esa es la paradoja, y la analogía es que ambos tuvieron como proveniencia el tronco radical.
Pero Quijano no traicionó ni los prístinos principios radicales, ni traicionó al gobierno del cual formó parte, por eso lo eligieron dos veces como vicepresidente.
Ahora hablemos de este hombre de bien, coherente con su ideología y dejemos atras por un rato al traidor caradura, me salgo de la vaina por decirlo: Hijo de mil putas...
Juan Hortensio Quijano había nacido en la Estancia La Ley, a veinte kilómetros de Curuzú Cuatía, provincia de Corrientes, un 1º de junio de 1884, y murió en Buenos Aires un 3 de abril de 1952.
Su padre llevaba por nombre Crescencio y su madre doña Teresa Balaguer.
Tuvo antepasados que participaron de la Guerra de la Triple Infamia.
No era de los argentinos que descendían de los barcos.
El segundo nombre de nuestro protagonista histórico, actualmente para la estadística que podríamos hacer en los registros civiles, da la sensación de una antigualla sin remedio; esto fue objeto de una "cargada" reprochable al gorila de don Norteamérico Ghioldi que le puso como segundo nombre Jazmín y le quedó nomás.
Casi todos los pseudo historiadores -sin investigar- le llaman Hortensio Jazmín Quijano y después haciéndose los cancheros dicen -¡Oh! ¡Qué casualidad, qué florido nombre!. Que va a ser [como diría Gatica]... pelotudos hubo siempre...
Realizó sus estudios primarios en Goya, los secundarios en el Colegio La Fraternidad de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, y los universitarios en la Universidad de Buenos Aires, graduándose de abogado en 1908 y en 1909 de doctor en jurisprudencia con una tesis sobre la Reivindicación.
Regresó a su provincia y se instaló en Goya, donde ejerció su profesión, siendo abogado del Banco Nación.
Se dedicó a los negocios agropecuarios, convirtiéndose en un importante hacendado, siendo uno de los fundadores de la Sociedad Rural de Corrientes, y del Banco Popular de Goya, cuyo Directorio integró.
En el ámbito de la política ingresó a la Unión Cívica Radical, y en 1919 integró la fórmula de ese partido a la gobernación de Corrientes que encabezaba el doctor Miguel Sussini.
La provincia había sido intervenida -como casi todas- por Yrigoyen en 1917, pero ante el llamado a elecciones, la alianza entre liberales y autonomistas cuya fórmula estaba integrada por Adolfo Conte y Edmundo Resoagli -contando con una importante ayuda del mitrista diario La Nación de Buenos Aires-, impidió el triunfo del radicalismo.
Hipólito Yrigoyen intervino todas las provincias, menos Santa Fe.
Ante este fracaso y por motivos personales -tal vez su repentina viudez- se alejó de la actividad política militante y se dedicó a la actividad privada.
En la selva chaqueña emprendió la construcción de una vía férrea de trocha angosta, que atravesaba sus campos.
Tarea que le llevó más de diez años, en una ardua lucha contra los obstáculos de la naturaleza y los intereses de la empresa inglesa La Forestal.
Sólo por este hecho merecería la admiración y reconocimiento de sus compatriotas.
La vía bordeaba el río Bermejo, uniendo la localidad de Lapachito con la de Colonia Zapallar y la realizó entre los años 1923 y 1935.
Este ramal pasó más tarde a manos del Estado, como Ferrocarril Central-Norte.
Gracias a toda su labor, mediante combinaciones en el transporte se vinculaba con Resistencia, Presidencia Roque Sáenz Peña, Buenos Aires y Salta, Barranqueras, Metán, lo que actualmente es imposible.
El objetivo era la derivación de la producción agrícola y forestal, algodón y rollizos de quebracho hacia la fábrica de taninos de La Verde.
También cumplió a partir de 1934 con el servicio de correspondencia y poco después con el de transporte de pasajeros.
También en el Chaco presidió la Sociedad Rural de Resistencia.
Quijano compitió con La Forestal que contaba con ferrocarril propio.
En el célebre y ya clásico libro El 45, Félix Luna realiza una pintoresca semblanza de Quijano en aquellos años.
Diciendo que: -Quijano era el típico rubichá [jefe de la tribu en guaraní] correntino, el patrón a la antigua, despótico y paternal, arbitrario e imprevisto.
Un siglo atrás hubiera podido ser un caudillo jordanista, violento, ecuestre, chinetero.
Sus bigotazos y su desprolija melena le daban un aspecto anacrónico, acentuado por el cuello Palomita que solía usar por entonces.
-Vestía siempre de negro: sus amigos aseguraban que cargaba luto permanente por su primera mujer, una de las más bellas niñas de la ciudad de Goya.
En Corrientes no había nunca conseguido ascendiente político: fue candidato a gobernador en una disidencia antipersonalista, en la década del ´20.
Después sus comprovincianos lo hicieron delegado invariable al Comité Nacional y allí intimó con Alvear, que apreciaba sus originalidades.
Una de las tantas niñas de Goya. Linda la correntinita ¿No?.
-La oposición intentó ridiculizar a Quijano y aun subsiste de su persona una imagen excéntrica.
En realidad era una figura muy interesante: había construido un pequeño ferrocarril para su Estancia en el Chaco, luchando a brazo partido con los poderosos intereses de La Forestal, y el mantenimiento de esa aventura empresaria lo tuvo año tras año al borde de la quiebra.
Todo el litoral sabía que para ser protegido de Quijano bastaba caer a su Estancia y pedir trabajo alegando deber varias muertes.
El mismo Quijano solía contar que una vez llegó un correntino de aspecto insignificante; él le preguntó si había cometido algún delito.
-Delitos no, che patrón –contestó el hombre-. Maté un gringo en Alvear y un brasilero en Curuzú, pero respeto a mi semejante y no soy robador...
-Y Quijano estallaba en grandes risas que descomponían su rostro de cacique toba y terminaba atorándose de tos y escupiendo un semejante gargajo sobre la más próxima alfombra...
Este retrato excéntrico de Quijano nos muestra a un hombre de la nación en armas, un criollo de pura cepa.
Era radical yrigoyenista -como no podía ser de otra manera-, por lo tanto no fue antipersonalista, por más trato que hubiera tenido con el galerita Alvear.
De esta semblanza quedan pendientes hechos también muy significativos de su participación política, por los que merece un lugar destacado en nuestra historia, y por los que paradójicamente -lo que resaltábamos en el comienzo de la nota- ha sido completamente borrado de la memoria de los argentinos.
Presidentes de la Década Infame.
Como consecuencia de la revolución del 6 de septiembre de 1930 que derrocó al presidente legítimo Yrigoyen, retornó a la actividad partidaria en momentos en que el Comité Nacional del radicalismo lo presidía Marcelo Torcuato de Alvear.
Para comprender la actuación de Quijano debemos explicar cuál fue la situación de la U.C.R. en este oscuro período para la vida institucional, llamado por José Luis Torres, la década infame, debido a los sonados casos de corrupción y peculado, descarado fraude electoral, y sometimiento a intereses extranjeros.
Esta revolución del 6 de septiembre de 1930, encabezada por el fascista general José Félix Uriburu (Von Pepe), depuso a Hipólito Yrigoyen. De un nacionalismo antiliberal y conservador, impuso la ley marcial y el estado de sitio.
Encarceló a los dirigentes radicales confinándolos en Ushuaia, y a Hipólito Yrigoyen en la isla Martín García.
El único que se animó a defender al Peludo fue un senador radical, el doctor Armando G. Antille.
La política represiva contra las organizaciones obreras muestra su inclemencia con el fusilamiento de dos obreros anarquistas (Di Giovanni y Scarfó).
Se inauguró la utilización de la tortura, con la picana eléctrica (con el jefe de policia; hijo del poeta Leopoldo Lugones).
Imagen de la tortura y el picaneo.
Ante la postura claudicante del radicalismo en manos de Alvear, concurrencista y cómplice de todos los crímenes de la década infame, la mayoría de los radicales en serio abandonaban el partido o lo refundaban combativamente en FORJA con Jauretche a la cabeza.
En el caso de Hortensio Quijano, vemos que como delegado por Corrientes ante el Comité Nacional de la UCR -pues había elegido dar la lucha desde adentro, tuvo decidida participación en el mantenimiento de una postura intransigente, cuando ya habían claudicado la mayoría de las otras provincias.
Así en los comicios de marzo de 1938 para elegir diputados en trece provincias, Corrientes fue la única, ante lo inevitable del fraude, en negarse a concurrir a las elecciones, la única en continuar con la abstención electoral.
La abstención electoral.
Hubo sin embargo muchos radicales que formaron grupos opositores a la conducción alvearista, pero -como se dijo- el que más se destacó fue el de Forja, Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, que se constituyó en junio de 1935, bajo la dirección del doctor Luis Dellepiane, y que integraron entre otros Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Homero Manzi, Atilio García Mellid, Oscar Cuzzani, Conrado Míguez, René Orsi, etc.
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