2000 años a. J. C. los bantúes se asentaron en la región del Río Congo y desarrollaron la agricultura y las técnicas para trabajar el cobre y el hierro; a lo largo de los siglos, crearon una extensa red de comercio que llegaba al océano Índico y alrededor del año 1500, cuando llegaron los Europeos, eran uno de los reinos más poderosos de Africa.
Henry Stanley viajó al interior del Congo en 1877 por cuenta del Rey de Bélgica y generó la dominación belga. Los reclamos territoriales de Portugal y Francia dieron lugar a la Conferencia de Berlín de 1885, por la cuál el Estado Libre del Congo fue cedido en propiedad privada al rey Leopoldo II de Bélgica, quién lo hizo objeto de una explotación brutal del marfil y del caucho, utilizando mano de obra indígena en condiciones de esclavitud, bajo un régimen de terror, con frecuentes asesinatos en masa y mutilaciones, que produjeron entre cinco y diez millones de muertos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Congo proveyó el uranio que usaron los Estados Unidos para construir las bombas atómicas lanzadas sobreHiroshima y Nagasaki.
Hoy se llama República Democrática del Congo y en su subsuelo se encuentra la columbita, con frecuencia asociada a la tantalita, formando elcoltán, un mineral imprescindible para fabricar componentes de teléfonos móviles, smartphones y dispositivos electrónicos portátiles, cada vez más potentes y sofisticados. También tiene en sus montañas el niobio, que se utiliza en los imanes superconductores de escáneres de resonancia magnética, en industrias nucleares, en electrónica y en óptica. Además de coltán y niobio, en el Congo hay oro, diamantes, cobre y estaño y también cobalto y uranio, elementos esenciales para las industrias nuclear, química, aeroespacial y de armas de guerra.
Por el control de estos minerales escasos y caros sus pobres habitantes viven una guerra tremenda y en 1996, Estados Unidos patrocinó una invasión de militares de las vecinas Rwanda y Uganda, que en 1998 ocuparon las áreas mineras estratégicas y desde entonces, los ejércitos comenzaron a ganar millones de dólares por mes con la minería del Congo, en una guerra continua financiada por grandes corporaciones de Estados Unidos, Alemania, China y Japón, utilizando redes criminales, preparadas y mantenidas por esas multinacionales, que practican la extorsión, el soborno, violaciones y matanzas, obteniendo beneficios sin precedentes.
El único cambio que ha tenido el Congo a través del tiempo, ha sido el tipo de recurso natural que los extranjeros extraen y se llevan, para mantener los patrones de consumo de las grandes urbes: caucho y marfil bajo los belgas, diamantes y uranio en el siglo pasado y ahora coltán y niobio.
Los grandes medios de INCOMUNICACIÓN nada dicen sobre estos conflictos, que han llevado a la población del Congo a una existencia infrahumana, especialmente para los niños de entre siete y diez años que son terriblemente explotados, ya que se les paga 25 centavos de dólar al día para sacar el coltán que se encuentra en yacimientos de poca profundidad y ellos, con sus pequeños cuerpos, son los que caben mejor en esos recovecos. Muchos mueren víctimas de desprendimientos de tierra y se quedan allí, enterrados, mientras a su alrededor llueve a mares.
En pleno siglo XXI, toda nuestra cibernética y comunicada tecnología, depende de que haya un pobre niño negro, dando martillazos a una piedra o a un pedazo de tierra que se le viene encima.
El mundo está cada vez más sediento de minerales escasos y el lógico agotamiento de las reservas, hace que su valor trepe a niveles que motivan a gente sin escrúpulos a proceder en contra de cualquier norma ética.
La corrupción, las mafias, los sobornos, y la terrible pobreza que esto produce, son vistos solo como efectos colaterales de esta guerra que parece no terminar nunca.
Mientras en Mendoza, nosotros mantenemos nuestra propia lucha con los que quieren llevarse el poco oro que contienen nuestras montañas y en esa lucha, los de afuera, lamentablemente apoyados por algunos de adentro, no vacilan en mentir, tratando de convencernos de que conviene dejar que nos contaminen con cianuro; conviene que nos envenenen el agua y que nos destruyan los glaciares; conviene que se lleven nuestros recursos por monedas, tal y como está ocurriendo en el Congo.
Por suerte la Sociedad Mendocina está mejor preparada y sabe lo que le conviene para su futuro; no se deja engañar con el cuentito de que “hay que cambiar la matriz productiva” o “que la minería del oro dará trabajo a nuestros jóvenes”.
Por suerte la Sociedad mendocina tiene bien claro que “EL AGUA, VALE MÁS QUE EL ORO” y luchará para sostenerlo, como lo está demostrando desde hace varios años.