En la nota anterior hacemos una tajante diferenciación en cuanto al justicialismo, como expresión electoral del peronismo, y del movimiento, donde Perón trató de conjugar, por táctica política, el amplio campo ideológico de cualquier comunidad. Al menos derecha, izquierda y centro y que con el transcurrir del tiempo y la realidad histórica, al presente el PJ, el justicialismo es la expresión de la derecha, o centro derecha para no ser tan grosero, y en parte del movimiento una izquierda que es marginal al justicialismo, inclusive que es duramente combatida por la estructura partidaria, como está ocurriendo en el ahora en que esa izquierda tiene el poder político del país. O sea el kirchnerismo-cristinismo.
Hay de todo en el peronismo, como en las viñas del señor. Como estructura se opuso débilmente al golpismo, pero en su seno también anidó la serpiente. Y si Edgardo Boris, senador peronista y presidente de la respectiva cámara, en 1973, como también Carlos Mendoza, vicegobernador de Martínez Baca, descollaron en su oposición a la "tendencia" y a la lucha armada, las cúpulas sindicales, la mayoría de signo peronista, como la UOM y la UOCRA, tuvieron igual actitud y de alguna forma fueron también funcionales al golpe. Que estos sectores estaban preparados para enfrentar aún por la violencia a Martínez Baca y la JP, componente de la tendencia, lo señala el hecho de que cuando Carlos Mendoza fue detenido por los golpistas por tenencia de armas de guerra, al momento de ser llevado al lugar de detención, según algunos testigos, denostaba contra su situación y al mismo tiempo vociferaba su condición de militante anticomunista, antizurdo furibundo, condición suficiente, según él, para recibir favores y no penintencias.
Otra expresión de antizurdos del vandorismo en Mendoza fue en su oportunidad el abogado Alberto Serú García. No fue raro, entonces, que tuviera la condescendencia de los militares y fuera ungido en uno de sus acólitos.
Como premio, poco antes de la caída de la dictadura fue invitado especialmente a concurrir a un "museo de la subversión" montado por el Tercer Cuerpo. Discípulos o no de Vandor, los Coria, de la construcción: Barrionuevo de gastronómicos, y en nuestro medio Antonio Cassia, en ese entonces secretario general de los petroleros de YPF, solicitaba en plena dictadura que el general genocida Suárez Masson siguiera al frente de la empresa petrolera estatal.
Y Dromi, capo menemista, que desde el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, fue uno de los que más prebendas recibió por beneficiar con millonarias licitaciones a buenos amigos empresarios. Incluso, previamente tenía una tarifa para recibir en audiencias a interesados en participar. Todos estos "mascarones" eran peronistas de la "primera hora", y por eso también reclamaban ser los auténticos peronistas de Perón, vomitando sapos y culebras contra los zurditos, los montos y la lucha armada, a los que se los excluía de la identidad peronista.
En la actualidad, aparece el massismo para arropar el virus de la antizquierda, la del anti kirchnerismo, anti camporismo, anti todo lo que al interior pejotista pueda oler a cambios estructurales, a revolución. Massa es el Capriles venezolano antichavista, antiunidad latinoamericana. El triunfo parcial en este último ensayo democrático los apura a delinear estrategias para quedarse con la presidencia en dos años más. Si lo consiguieran no van a poder retroceder para reimponer el oscurantismo neoliberal como lo plantea Massa y aquí sus seguidores justicialistas, que los hay, y muy arriba en el poder político justicialista.
(Fuente: LA QUINTA PATA)