Para el ciudadano común Silvio Berlusconi, que esta semana perdió su inmunidad parlamentaria por tener una condena definitiva a cuatro años de cárcel (reducida a uno por precedentes indultos y que deberá empezar a cumplir dentro de poco), las cosas no se están poniendo demasiado alegres. Esta semana salió a relucir otra acusación que podría transformarlo en protagonista de un nuevo juicio. Al publicarse hace tres días las motivaciones de los jueces sobre la sentencia en primera instancia contra tres de sus ex colaboradores, el periodista Emilio Fede, el productor Lele Mora (ambos condenados a siete años) y la ex consejera regional Nicole Mine-tti (condenada a cinco años), resulta que el ex premier sería “seriamente sospechoso” de “corrupción de actos judiciales”, es decir por haber pagado considerables sumas de dinero a los testigos de este proceso a fin de que no declararan en su contra. Es que en el juicio contra los tres colaboradores, conocido popularmente como “Ruby bis”, los tres fueron acusados de fomentar la prostitución, ya que conseguían a las bellísimas jóvenes, italianas y extranjeras (al menos una brasileña y otra dominicana) para las famosas fiestas del “bunga bunga” que se hacían en la residencia de Berlusconi, en las afueras de Milán.
El juicio es llamado “Ruby bis” porque surgió poco después del llamado “proceso Ruby”, por la joven menor de edad de origen marroquí, Karima el Mahroug, conocida como Ruby Rubacuori (robacorazones), que habría tenido relaciones sexuales con el ex premier cuando era menor y por lo cual Berlusconi fue acusado de prostitución de menores y de abuso de poder y condenado en primera instancia a siete años de cárcel el pasado mes de junio.
Berlusconi y los suyos siempre han presentado los bunga bunga como “cenas elegantes”, mientras algunas de las chicas han contado que al final se quedaban en ropa interior. En las interceptaciones telefónicas hechas por la Justicia a varias de las muchachas, se hablaba del dinero que recibían cada noche y de cuánto había aumentado o disminuido esa cifra. Según los jueces, las testigos o parte de ellas, empezaron a ser pagadas con 2000-2500 euros al mes, lo que sería un acto ilícito porque significa “contaminación de las pruebas”.
La Quinta Sección Penal de Milán, en las motivaciones del juicio Ruby bis, dice que Berlusconi ha tratado de contaminar las pruebas, ha pagado o manipulado los testigos para que dieran falsos testimonios. Por lo cual será ahora la fiscal Ida Bocassini –que se hizo famosa en medio mundo con los procesos anticorrupción en la década del ’90 conocidos como “manos limpias”–, quien deberá abrir una investigación contra Berlusconi. El ex premier considera a Bocassini como parte de esa magistratura comunista que, según él, lo quiere destruir a toda costa simplemente por ser el líder del centroderecha.
“Quieren acabar conmigo y de alguna manera lo conseguirán. No pierden tiempo”, habría comentado Berlusconi a algunos de sus seguidores. En los demás partidos reina el silencio ante lo que podría ser un nuevo proceso. Pero el líder de Izquierda, Ecología y Libertad, Nichi Vendola, destaca: “El verdadero problema de Italia no es Berlusconi sino el hecho de que el país está enfermo de berlusconismo”.
Habrá que esperar los próximos pasos de la Justicia en cuanto al eventual nuevo proceso, cosa que podría ser más rápida ahora que el líder del centroderecha no tiene ninguna inmunidad parlamentaria que lo proteja. Pero aun sin inmunidad parlamentaria, Berlusconi trata de armar una vendetta, porque se las tiene jurada a los que lo expulsaron del Parlamento. Para eso refundó hace poco más de un mes el viejo partido de Forza Italia e intentó derrocar al actual primer ministro Enrico Letta, representante del centroizquierda, quitándole su apoyo. Pero se encontró, inesperadamente, con la resistencia de los que él consideraba estrechos colaboradores, como el actual ministro del Interior y vicepremier, Angelino Alfano. Furioso, no sólo por haber sido expulsado del Senado sino por tener a parte de sus ex colaboradores en contra, todo parece indicar que el ex primer ministro no se detendrá en su afán de hacer caer al Ejecutivo. Y muchos se preguntan si para eso no usará los medios que ha ya usado otras veces, es decir, la compra de algunos parlamentarios. Así hizo caer el gobierno de centroizquierda de Romano Prodi en 2007, según contó mucho después el parlamentario que se dejó comprar. Actualmente la diferencia en el Senado para que el gobierno pueda seguir teniendo la mayoría, y en consecuencia gobernar, es de sólo seis votos. Y, como se sabe, el dinero, para quien es considerado uno de los hombres más ricos de Italia, no es un problema.
Enrico Letta, de todas maneras, como para que no queden dudas sobre la solidez de su gobierno, ha decidido someterse a un nuevo voto de confianza de parte del Parlamento después del 8 de diciembre.
(Diario Página 12, domingo 1 de diciembre de 2013)