El 23 de septiembre de 1973 ocurrió lo que la mayoría de los argentinos suponía, pese a que no eran épocas de sondeos confiables y consultoras: Juan Domingo Perón fue electo por tercera vez presidente de la Nación, a 18 años y seis días de haber sido derrocado por un golpe militar.
La fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), secundada por María Estela Martínez de Perón, obtuvo 7.359.252 votos, lo cual representó casi el 62% de los sufragios. Los 12 puntos que le permitieron a Perón esquivar una segunda vuelta, fueron aportados desde la boleta del Frente de Izquierda Popular, que propuso votar al general "desde la izquierda". Entre los sufragios del FIP estaba el de una militante de 20 años, Cristina Fernández (ver pag. 11). La UCR quedó muy lejos: 2.905.719 votos para la formula Balbín-De la Rúa, casi 25 por ciento.
Tres meses antes había regresado definitivamente a un país en llamas. En el entorno presidencial se afirmaba que el anciano líder no quería volver a ser presidente, pero el violento enfrentamiento entre la derecha y la izquierda peronista lo reclamaba como árbitro en el centro de la escena. Los médicos le recomendaron mantenerse al margen de los rigores presidenciales. Pero se suponía que sólo él podía contener el vendaval que contribuyó a desatar cuando alentaba desde el exilio a las formaciones especiales, con la consigna "la violencia en manos del pueblo no es violencia, es justicia".
El presidente Cámpora había ubicado en el poder a conspicuos representantes de la izquierda peronista que habían sobrellevado el peso de la lucha por el retorno y de la campaña electoral. Pero esto resultaba inaceptable para la derecha del movimiento que conspiraba para promover la caída del gobierno. El Tío había sido elegido con el General proscripto, bajo la consigna "Cámpora al Gobierno, Perón al Poder". Con una lógica de hierro, la derecha sostenía que "Con Perón en el país, sin proscripciones, ningún peronista puede gobernar". El argumento irrefutable, escondía la intención de desalojar del poder a la Tendencia Revolucionaria del peronismo.
El 12 de julio de 1973, el secretario de Prensa de la CGT, Hugo Barrionuevo, inició la arremetida: "Nadie discute que el único que puede poner orden en el país es Juan Domingo Perón. Los que tienen la torta quieren que Perón garantice que no habrá desborde por izquierda y el pueblo trabajador, que es peronista, piensa que nadie puede conducir el proceso mejor que Perón."
Los sindicalistas fletaron micros a la casa de Perón en Gaspar Campos, para producir un operativo clamor. Al otro día renunciaron Cámpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima. El Tío se marcharía luego del país, sin que le agradecieran siquiera los servicios prestados, una fórmula que se dispensa hasta a los adversarios políticos,cuando se acepta una dimisión. Correspondía que asumiera la presidencia el titular del Senado, Alejandro Díaz Bialet, pero por sus vínculos con la izquierda, fue enviado a una misión inventada en Europa, para cederle el paso al presidente de la Cámara Baja, Raúl Lastiri, yerno del "Brujo" José López Rega, quién convocó a elecciones para el 23 de septiembre. Perón tuvo que elegir entonces a su candidato a vice, cuyo perfil permitiría atisbar si el General se inclinaba a derecha o izquierda. La decisión resultaba crucial por el riesgo que presentaba la salud del futuro jefe de Estado.
Algunos testimonios coinciden en señalar que Perón prefería como compañero de fórmula al veterano caudillo radical, Ricardo Balbín. Pero hubo reacciones adversas en la UCR y en el peronismo. Raúl Alfonsín rechazaba la idea y declaró que Cámpora había sido "destituido por una suerte de golpe de derecha". La ortodoxia peronista operó incansablemente por la candidatura de Isabel. El secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, elogió a Balbín, pero advirtió que igualmente prefería a un peronista. El líder metalúrgico Lorenzo Miguel también se oponía a la idea de Perón de formar un gobierno de unidad nacional, con el siguiente argumento: "No sea cosa que se muera el Viejo y tengamos que aguantar a Balbín como presidente de la Nación."
El Consejo Nacional del PJ se reunió el 4 de agosto en el Teatro Cervantes para proclamar la fórmula, el mismo día que se anunciaba la puesta en escena de La Dama Boba, de Lope de Vega. El trámite demandó 20 minutos, pero el apoderado partidario, Torcuato Fino, se despachó con una diarrea verborrágica: "Perón representa el báculo señero cuyas ubérrimas frondosidades han germinado para el país decisiones trascendentales." Y agregó: "Es un homo sapiens que no ha de abandonar el jardín de la vida sin haber dado el último rosal." La fogosa militante de la derecha peronista, Norma Kennedy, fue al grano y propuso parcamente a Isabel como candidata a vice. Nadie se atrevió a cuestionar a la esposa del general, que gozaba de portación de apellido. La fórmula sería Perón-Perón. Un ex diputado peronista asegura que cuando un grupo de dirigentes le fue a comunicar la decisión a Perón, el general se quejó: "Al nepotismo se lo combate hasta en el África."
En cambio, el padre del actual candidato a legislador porteño, Jorge Taiana, cuenta que en agosto del '73, Perón le confió su cansancio por la tarea asumida. El médico y ministro le propuso entonces que busque un delfín. Y Perón le dijo que tenía uno: era Isabel.
Taiana salió preocupado de aquella consulta. El General había decidido concederle a su tercera mujer, lo que le negó a la segunda. Isabel gozó su triunfo en un discreto segundo plano. Se cuidó de alardear haber logrado lo que no pudo Evita. La derecha había conseguido ubicar a su candidata en un lugar expectante, sin obligar a Perón a expedirse claramente por la ortodoxia. Era simplemente su esposa.
En el círculo íntimo todos sabían que el presidente electo era un anciano enfermo que no viviría demasiado. El propio Perón temía no terminar su mandato. Tan es así, que rechazó la idea de volver al mandato presidencial de seis años, que la dictadura había acortado a cuatro: "Cuatro años creo que duró, seis no", le dijo a su ministro de Justicia. Pero sólo vivió nueve meses como presidente de la Nación. En la Casa de Gobierno, quedaría una mujer sin dotes de conductora, manejada por un ex cabo de policía con ideas esotéricas.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 22 de setiembre de 2013)