La primera exhortación apostólica que redactó el Papa Francisco todavía no cumplió una semana de vigencia, pero el mensaje ya despertó luces de alerta en el episcopado argentino. El centenar de obispos cerró hace 15 días su 106 asamblea anual: alertó sobre el narcotráfico y pidió el fin de la acefalía en la Sedronar, pero no dijo una sola palabra sobre la problemática de la tierra, un asunto que el nuevo Sumo Pontífice exhumó con una fuerza que muy pocos se esperaban. "La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada", definió el ex arzobispo Jorge Mario Bergoglio en el punto 189 del documento, y reinstaló la preocupación del mando global de la Iglesia sobre "la función social de la propiedad", un asunto que quedó virtualmente afuera de la negociación que mantiene la Casa Rosada con el Episcopado por la reforma del Código Civil y Comercial.
El tema no es ajeno para los mandos de tropa de la jerarquía eclesiástica criolla. En 2005, la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la CEA publicó el documento "Una Tierra para Todos", donde destaca la grave distribución de la tierra en la Argentina, y revela una geografía urbana y rural que, según los obispos, todavía sigue intacta. El paper, denunciaba, con datos de 2002, que "el 10% de las explotaciones agropecuarias más grandes del país concentraban en ese año el 78% del total de las hectáreas registradas, en tanto que el 60% de las explotaciones más pequeñas no llegaban a reunir un 5%". El diagnóstico convalidó la masiva presencia de un campesinado de origen indígena, extremandamente postergado en todo el país, pero desde 2005 ha sido muy poco recordado, aunque el documento será reeditado antes de fin de año por la Oficina del Libro de la CEA, como una señal confirmatoria de su vigencia.
A pesar de las contramarchas episcopales, el asunto volvió al centro de la escena con la exhortación de Francisco, que dedicó un cuarto de sus consideraciones a cuestionar la concentración de la riqueza. "Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. (…) Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales", reza el documento, cuya lectura económica deja al episcopado argentino a la derecha del nuevo Obispo de Roma.
"Me parece que es lamentable que nuestros obispos se hayan olvidado de la función social de la propiedad en una negociación tan importante como la que mantienen por la reforma del Código Civil", evaluó el sacerdote Eduardo de la Serna, de la diócesis de Quilmes, y uno de los integrantes del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, el mismo espacio que, dos días antes de la exhortación del jesuita, cuestionó al mando de la CEA por la misma problemática. "Nos resulta difícil entender que los obispos hayan reclamado cambios, como la modificación del artículo 19, que establece ahora que la persona humana comienza desde la concepción, y no hayan reclamado con el mismo énfasis la inclusión del principio de la función social de la propiedad." El pronunciamiento de este espacio fue ignorado por la comisión ejecutiva de la CEA, una actitud que cambió drásticamente, 48 horas después, cuando Francisco lo incluyó en su exhortación y dejó a sus antiguos colegas en un verdadero "off side".
Ahora, las nuevas consideraciones económicas de la Santa Sede, son leídas en detalle por políticos y sacerdotes, que se preparan, lentamente, para abrir la reforma del código a un tema que estuvo a un paso de quedar en el olvido.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 1 de diciembre de 2013)