INTERNACIONAL / “Iban a impedir como fuera el retorno de mi padre” / Escribe: Darío Pignotti






Querían eliminarlo. Para la dictadura brasileña Joao Goulart era, debido a su legitimidad democrática y la capacidad que tenía para sumar opositores moderados y progresistas, una amenaza real existente al proyecto de perpetuación en el poder disfrazado por los militares como una “transición lenta y gradual hacia la democracia”, según el marketing al uso en los ’70.

“El quería volver, siempre estaba pensando en eso, se murió con planes para el retorno y cómo sería su reinserción en la política”, asegura Joao Vicente, el hijo del ex presidente fallecido en una estancia de Corrientes el 6 de diciembre de 1976, en circunstancias confusas, que alimentan sospechas sobre un supuesto envenenamiento. Ese interrogante comenzará a ser develado a partir del próximo miércoles cuando sus restos serán exhumados en la sureña ciudad de Sao Borja.


Miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, expertos cubanos que trabajaron en la recuperación de los restos del Che Guevara en Bolivia y representantes de la Cruz Roja Internacional monitorearán el trabajo de los peritos de la Policía Federal en el cementerio Jardín de Paz.

Al igual que Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet, sus socios en el Plan Cóndor, el dictador Ernesto Geisel no consentía el “populismo” que él imaginaba encarnado en Jango Goulart, el más notorio de los líderes condenados al destierro luego del golpe de marzo de 1964.

“Ellos estaban decididos a hacer todo, creo que hasta la eliminación física, para impedir el retorno de mi padre, ellos lo veían como un riesgo a la estabilidad de una dictadura cada vez más cuestionada internamente. Hay papeles secretos, publicados por la prensa hace varios años, ordenando la detención inmediata de mi padre si cruzaba la frontera para ingresar a Brasil. Hace poco me hicieron llegar un documento de 1976, que tiene el sello de agua del ejército, en el que se ordena que los servicios de inteligencia refuercen su seguimiento en Argentina, es decir que ellos estaban permanentemente encima suyo”, señala Goulart entrevistado por Página/12.

“Un ex agente de inteligencia uruguayo que está preso hace más de 10 años en Charquedas (cárcel del sur brasileño), declaró ante la Policía Federal que a Jango lo envenenaron, introduciendo comprimidos adulterados en la medicina que tomaba debido a un problema cardíaco, y que esto se hizo con la venia de la CIA, a través de su jefe en Montevideo en 1976, el agente Frederick Latrash, y de Sergio Paranhos Fleury, el cazador de opositores y jefe del DOPS (Dirección de Orden Político y Social), un represor subordinado a una jerarquía que en lo más alto tenía a Ernesto Geisel.”


“Creo que más allá de la figura central de Geisel, o de grupos todavía más ultras que él que existían dentro de la dictadura, también hay una responsabilidad alta del Plan Cóndor.”

“Parece bastante claro que las dictaduras de Geisel y Videla actuaron de consuno para impedir la realización de una autopsia, como sucede cuando muere cualquier ex presidente en el exterior.”

Después de repasar las circunstancias que rodearon el fallecimiento de Jango, Joao Vicente desemboca en una conclusión con forma de pregunta: “una vez que tenemos todos estos indicios, ¿por qué habríamos de descartar la posibilidad de que en realidad él fue víctima de un crimen, si es algo que hasta parece obvio?”.

“Hemos luchado durante años para lograr la exhumación, al principio en soledad, y consideramos que es un avance importante el hecho de que sea realizada con el respaldo de la presidenta Dilma (Rousseff), a quien reconocemos el apoyo dado.”

“Después de 37 años de una muerte dudosa, la exhumación nos puede acercar a una parte de la verdad, aunque estamos conscientes de que los exámenes pueden fracasar. Para nosotros la exhumación es un medio, no es un fin en sí misma.”

“Sabemos que los crímenes de Estado, podríamos decir los envenenamientos de Estado, esconden tramas de poder que ocultan muy bien a sus responsables por años; así pasó con el ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, a quien Pinochet mandó a intoxicar hace tres décadas, y ahora, en estos días con la muerte de Yasser Arafat. Nunca es fácil.”


De todos modos, cualquiera sea el dictamen de los laboratorios extranjeros donde serán analizadas las muestras tomadas al cadáver, la familia Goulart no cejará en su demanda para que el caso sea tratado en la Justicia y esto incluye la “nunca descartada presentación ante los estrados de Argentina”, dice Joao Vicente, quien repitió su demanda para que, aunque sea a título indagatorio, un agente judicial brasileño pueda viajar a Estados Unidos para presentar cuestionarios a los ex agentes de la CIA Frederick Latrash y Michael Townley (ambos habrían estado juntos en Chile), y del propio ex secretario de Estado Henry Kissinger.

Está previsto que Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva y otros ex presidentes democráticos reciban el féretro, este jueves, con honras de Estado en la Base Aérea de Brasilia.

Recuperar los restos del líder nacionalista que fue Goulart, cuya caída permitió el ascenso del régimen al que Washington confió la tutela de la región en los años del Plan Cóndor, tal vez sea la medida más avanzada implementada por un gobierno civil, el de la ex prisionera Dilma, para superar la amnesia descomunal bajo la cual aún se debate Brasil. Un gigante cuya transición continúa inconclusa.

(Diario Página 12, domingo 10 de noviembre de 2013)

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