Enlace de mesa. Campo el. Rural Sociedad. Todo al revés. Digámoslo sin vueltas. Según la Mesa de Enlace, todo está al revés de como lo percibe buena parte de la población. Enlace de Mesa, no Mesa de Enlace.
Una mirada llena de pesimismo, mientras en las vacaciones cortas de Semana Santa medio país se ha trasladado de un lado a otro. Y sabiendo que efectivamente hay cierta penuria para el acceso a dólares –sobre todo para los que no pagan impuestos–, igualmente no faltan miles de argentinos que han viajado al exterior, incluso muchos que –esperablemente– no pagan sus impuestos.
Bueno ha sido darse una vuelta por Colón y la Arístides en estos días. Los bares colmados, el consumo a máximo. No es crisis lo que se advierte. De modo que las agoreras palabras desde la Sociedad Rural local –cuándo no la Sociedad Rural, vaya entidad con historia problemática– parecen pertenecer a otro lugar del planeta.
Por un lado los excesos verbales, los giros autoritarios y urgentes (“esto no va más”, y parecidas consignas de café, lanzadas como palabra pública). Por otro, las quejas habituales sobre impuestos y retenciones; según esta versión, el Estado solo debe aparecer para subsidiar cuando hay problemas en la cosecha (subsidio a los productores, dicen los productores mismos, no a los consumidores). Y la queja sobre el atraso cambiario, un pedido a gritos de que se devalúe la moneda, lo que los favorecería a ellos mientras perjudicaría al 99% de los argentinos. Pero qué le importa al Enlace de Mesa el 99% de los argentinos.
Por televisión, desgranan día a día sus razones para no vender los granos ya cosechados; es su derecho, dicen, vender cuando les plazca y según les convenga. Es claro que eso no se compadece con ciertos discursos de ocasión sobre “responsabilidad social emperesaria”, pero esos son solo discursos de ocasión, pues cuando queremos aplicamos las leyes del mercado a rajatabla. Cuando nos conviene, por supuesto.
Así que no venden los granos, y por tanto no hay dólares en circulación. Producen falta de dólares, y la falta aumenta la demanda y con ello el precio. Los dólares suben, y entonces ellos mismos se quejan de por qué los dólares suben, de que ellos con un dólar tan alto no pueden. Difícil de entender, ¿verdad?
Pues es cierto que la inflación existe, y también es cierto que para la mayoría de la población no es un problema. A nadie le gusta que los precios suban pero hay negociaciones paritarias, y generalmente los aumentos de sueldo están a la altura de los índices de inflación –los que dan los opositores políticos–, y a menudo quedan por encima de estos. Por ello, al ciudadano medio le importa el poder adquisitivo, no la inflación. Y el poder adquisitivo en Argentina hoy es relativamente alto. Recordemos, sino, lo que éramos en el 2001, o veamos cómo está España en estos días.
Donde sí puede haber afectación es en la macroeconomía, y es cierto que si los aumentos de precios internos son más altos que los aumentos en el precio del dólar, las ganancias de los exportadores disminuyen. Lo cual no quiere decir que se hacen nulas, ni que existan pérdidas. Disminuyen, a menudo sobre cantidades que pueden ser enormes, como en el caso de los agroexportadores de la Pampa Húmeda.
Pero de verdades a medias no se hacen verdades completas, y los productores vociferan como si en vez de discutir algunas correcciones puntuales que pudieran hacerse, estuviéramos ante el Apocalipsys Now. Gesticulaciones y teatralizaciones excesivas, gritos de “así no va más”, como sugiriendo alguna actitud destituyente que pudiera llevar a otra cosa (¿otro gobierno?) para que esto “vuelva a ir”. Hay un solapado golpismo en esa urgencia propia de deseo adolescente.
De modo que todo al revés. Vendrá la Enlace de Mesa esta semana a Mendoza, dirá sus agorerías fantasmales que repite incesantemente desde hace cinco años sin ningún resultado, repetirá vaticinios tan funestos como los peores de Carrió, esos que jamás se cumplen pero cada vez nos divierten más.
Pero si quieren un diálogo serio, si quieren mejorar en algo lo que dicen que es una situación afligente, deberán cambiar de discurso. Acabar con el “no va más”, poner un mínimo de humildad y de decisión de entender, terminar con la queja estilo pubertad y con la irrazonabilidad maniquea en las peticiones. Si en vez de decir todo al revés reconocieran logros y criticaran limitaciones, algunos podríamos llegar a percibirlos con mayor seriedad.
Por ahora, son parte del sainete televisivo, y no parecen tener interés en resolver ningún problema como asociación de productores, solo se dedican a hacer política opositora. Es una mala forma de encarar las demandas empresariales, un modo de subordinarlas a fines externos. Pero bueno, en el mundo del revés quizá funcione. Son las reglas de la Enlace de Mesa, de esa Argentina Agraria Federación que la integra, y que hace mucho se ha olvidado de responder siquiera en algún punto, a su propia historia.