HISTORIA / Scalabrini Ortiz y 'el poder detrás del trono' / Escribe: Roberto Bardini






"Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Sólo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros". Raúl Scalabrini Ortiz

Este consejo simple y genial, vigente hasta hoy, puede leerse en una recopilación de artículos periodísticos titulada Bases para la Reconstrucción Nacional [Editorial Plus Ultra, 1965]. Su autor es Raúl Scalabrini Ortiz [1898-1959], un ingeniero nacido en Paraná, Corrientes, el 14 de febrero de 1898.


Conferencista, autor de cinco libros [entre ellos El Hombre que está Solo y Espera, 1931], varios folletos y gran cantidad de artículos periodísticos, durante muchos años Scalabrini Ortiz fue silenciado por la prensa oficial, combatido por conservadores y liberales, despreciado por las editoriales 'cultas' e ignorado por la mayoría de la izquierda. Hoy su obra tiene tanta vigencia como en su época.

El 4 de octubre de 1929 estalla el 'jueves negro' de Wall Street: la caída de la bolsa en Nueva York desencadena una crisis económica mundial que se extiende toda la década siguiente. En Argentina caen los precios de las exportaciones, se devalúa el peso, crece la desocupación. En 1930, con el primer golpe militar del siglo XX contra un gobierno democrático, el presidente Hipólito Yrigoyen es derrocado y comienza la Década Infame.

Scalabrini Ortiz es agrimensor y quiere saber por qué en Argentina, 'el granero del mundo', hay hambre. Hace un inventario de todos los puertos, ferrocarriles y frigoríficos e indaga quiénes son los dueños. Descubre que Inglaterra se lleva todas las ganancias. Inicia entonces la labor que ocupará el resto de su vida: denunciar el dominio financiero de Gran Bretaña y señalar a sus cómplices locales.

En 1933, Scalabrini escribe en el diario Noticias Gráficas: '[...] ya hemos entregado al capital extranjero las vías de comunicación terrestre y fluviales y el monopolio del comercio de granos y de la industria de la carne. Todo aquí está bajo el dominio extranjero. Extranjero es la mayoría del capital bancario, extranjeras las grandes empresas de recreaciones públicas, extranjera una parte abrumadora del capital invertido en hipotecas, extranjeros los tranvías y los medios urbanos de movilidad, extranjeros los poseedores de acciones de una increíble proporción de sociedades anónimas que embanderan sus edificios en los días patrios. Extranjeros son también los acreedores del Estado [...]'.

¿Cómo era aquella época en Argentina? Sir David Kelly, ex embajador británico en 1919-1920 y 1942-1946, es autor de El Poder detrás del Trono [editorial Coyoacán, Buenos Aires, 1962], un ilustrativo librito de 80 páginas, hoy difícil de conseguir. El título hace referencia al Círculo de Armas, un selecto núcleo reunido a la sombra del exclusivo Jockey Club. En las paredes del Círculo había fotografías de políticos, generales y almirantes ingleses de las dos guerras mundiales -desde lord Horatio Kitchener hasta Bernard Montgomey, lord de El Alamein- con sus correspondientes dedicatorias.


En el prólogo al libro, Jorge Abelardo Ramos escribe: 'Toda la fuerza del imperialismo inglés en Argentina habría resultado insuficiente sin esa anglofilia de que estaban penetrados todos los partidos, desde el partido conservador hasta el radical alvearista, desde el socialismo de Juan B. Justo hasta el comunismo de Codovilla, desde el librecambismo universitario hasta la literatura de Borges, desde los toros Shorton hasta los caballos pur sang. Mariano de Vedia y Mitre traducía, en los ratos que le dejaba libre la Intendencia Municipal durante la Década Infame, a Byron, y Julio Roca, el vicepresidente, a Shelley. Los laboriosos versos aparecían publicados en La Nación, mientras el presidente de los ferrocarriles británicos en Argentina, Guillermo Leguizamón, era llamado por sus íntimos, y trascendía al lenguaje amable de los diarios, sir William. No escapaban al admirado modelo insular ni los pinches que escribían a máquina en la embajada argentina en Londres; un mes después de haber abandonado Corrientes y Esmeralda estaban en Inglaterra de rodillas se cubrían el cráneo con una galerita, llevaban sobretodo largo y caminaban con un paraguas en la mano'.

En 1935, Scalabrini Ortiz es uno de los fundadores de la Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina [FORJA], junto a Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi, Julio Darío Alessandro y otros. FORJA nace como una tendencia interna de la Unión Cívica Radical, de la que se separará en 1940. El grupo funciona en un viejo sótano de la avenida Corrientes al 1200 y reúne a unos 200 jóvenes que, en gran parte, son de clase media. Su ideología se encuadra dentro del nacionalismo popular y su manifiesto afirma: 'Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre'. Los forjistas son acusados simultáneamente de 'marxistas', 'nazis' y 'pro estadounidenses'. Ellos replican: 'Ni conservadores, ni socialistas, ni radicales, ni comunistas, ni fascistas pueden decir al pueblo la verdad sobre la tragedia que vive la patria'.

A través de las conferencias y los Cuadernos de FORJA, Scalabrini se convierte en el gran fiscal nacional contra la entrega. Apunta y da en el blanco del problema clave de entonces: la red de ferrocarriles controlados por Inglaterra, a la que define como 'una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la República'.


Los británicos, afirma Scalabrini, aportaron capitales mínimos, inflaron los beneficios, aumentaron o bajaron las tarifas para boicotear a las industrias nacionales, recibieron miles de hectáreas de regalo junto a las vías, no cumplieron ninguna función de fomento en las provincias pobres. Además, trazaron el tendido de acuerdo a sus intereses comerciales: los rieles, en lugar de comunicar el país de norte a sur, confluyen a Buenos Aires, la ciudad-puerto, capital del país-factoría.

En El poder detrás del Trono, David Kelly escribe: 'La colonia británica [en Buenos Aires], aunque menos importante que cuando la conocí en 1919, era todavía la más numerosa y más próspera colonia británica fuera del Imperio'. El ex embajador afirma que el control de los ferrocarriles estaba en Londres, 'en mano de una docena o más de directores ya ancianos, de los cuales la mayoría eran gerentes retirados sin influencias, y que vivían recordando la Argentina de antes de 1914'. Y agrega que de 'los viejos directores londinenses, dicho sea de paso, ni uno solo había visitado el país por largos años'.

Scalabrini condena desde el semanario Señales, la entrega del país a las empresas inglesas. Tenaz, publica varios Cuadernos de FORJA: Política Británica en el Río de la Plata [1936], Los Ferrocarriles, Factor Primordial de la Independencia Nacional [folleto, 1937], El Petróleo Argentino [1938], Historia del Ferrocarril Central Córdoba [1938], Historia de los Ferrocarriles [Revista Servir, 1938] e Historia del Primer Empréstito [1939]. En 1940 publica dos libros: Historia de los Ferrocarriles Argentinos y Política Británica en el Río de la Plata.

En su prólogo a El Poder detrás del Trono, escrito en 1962, Abelardo Ramos señala: 'Hace 150 años que los ingleses empezaron a intervenir decisivamente en nuestra vida, y sin embargo el material de lectura y estudio que pueden consultar los interesados es insignificante. No será ocioso añadir que aquellos patriotas que como Scalabrini Ortiz se atrevieron a desgarrar el velo de silencio sobre la rapiña británica, fueron borrados de la vida pública y declarados muertos civiles'.

En 1942, Scalabrini no tenía trabajo. El 13 de enero de ese año publicó en el diario La Prensa el siguiente aviso:

'Caballero argentino, casado de 44 años, con amplias relaciones, estudios universitarios, técnicos, una vasta cultura general, científica, literaria y filosófico, con experiencia general y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex redactor de los principales diarios, autor de varios libros premiados y de investigaciones, aceptaría dirección, administración o consulta de empresa argentina, en planta o en proyecto, en los órdenes de la industria, comercial o agrario. Dirigirse a Raúl Scalabrini Ortiz, calle Vergara 1355, Vicente López'.


El ingeniero se adelantó en 50 ó 60 años a varios de sus compatriotas que hoy manejan un taxi o despachan en un kiosko. Murió el 30 de mayo de 1959, a los 61 años. Había vuelto a trabajar como agrimensor y vivía modestamente con su esposa y sus cinco hijos.

Fuente: Bambú Press | www.elortiba.net

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