Ya lo hemos dicho y afirmado: el peronismo es una expresión burguesa, definición de clase que se expresa en cualesquiera de sus variables: justicialismo, populismo, menemismo, kirchnerismo. Las variables pueden ir desde el más rancio conservadorismo derechoso, hasta un izquierdismo transformador, cuasi revolucionario.
Los rasgos ideológicos del Paco Pérez y su entorno, tienen un aire al del su antecesor en el gobierno provincial, el Jaque, quien compendió su programa de gestión antes de asumir con algo parecido a "soy conservador, amo a mi familia, y rezo a Dios y los santos evangelios todos los días".
Y no se nos olvida aquello de la seguridad casi cero, su ministro ganso Aguinaga.y el segundo de éste Carlos Rico, hoy procesado por haber sido un destacado represor de la dictadura genocida. Tuvo algunos toques kirchneristas, incluso una legítima representación santacruceña, la primera y más alta en Mendoza, a tanto que se lo tenía, en aquellos albores, como el único en Mendoza.
Y ahora, este Pérez, su ministro Aranda y una pléyade de acompañantes que se corresponden en manifestarse como kirchneristas -cristinistas- de pura cepa, levantando sus banderas redentoras de lo popular y lo nacional, y en paralelo con gestiones y decisiones que se aproximan a la negación de lo que se proclama.
En lo concerniente a la política de seguridad se expresa peligrosamente en el potenciamiento de las iras, el odio y el sentido de venganza enquistados en grupos de legisladores de todo pelaje, como los Casia, los Petri y los de la propia tropa, de resultas de lo cual se advierte una regresión a "zonas liberadas" para el gatillo fácil, la violencia en las sedes policiales, los recortes a los derechos de los privados de libertad, que se traslada a los escenarios donde se contiene a los delincuentes menores, como lo es el ex-COSE, donde el control y la guarda de esos menores se resuelve en una permanente violencia. Las rebeldías de los muchachos, propias de la situación de encierro, son respondidas por la golpiza y el mal trato cotidianos, con la mirada hacia otros costados de la dirigencia responsable.
Y no menos crítica y con esa misma visión ideológica, es la cuestión del aborto en el seno del oficialismo. Tanto el mismo Pérez como su ministro de Salud Carlos Díaz Russo y el asesor de Gobierno César Mosso Giannini, niegan adoptar las decisiones del llamado protocolo que tiene identidad nacional, para despenalizar caso en que sea necesario, desde el punto de la salud y la vida, el aborto.
Esta temática tiene aristas muy críticas, pero con un ingrediente político bastante grave, que es la negativa de la provincia a adoptar, decisiones oficialistas de la Nación, ni la letra del Código Penal nacional, ni lo que dice la Corte Suprema. Tampoco se escucha el clamor de las víctimas reales y las potenciales, la mayoría de ellas mujeres púberes y niñas, que en todos los casos no han tenido la voluntad de quedar embarazadas. No son pocas, a tanto que superan a las de otras categorías de victimización que se producen en el país. Y en el mundo. Esta concepción es oscurantista con olor a incienso.
Por lo tanto, aquí en Mendoza el aborto no solamente no está permitido sino que sigue siendo un delito. La seguridad y el aborto, ambos conceptos de derechos a la vida, están relegados en esta provincia.
(Fuente: LA QUINTA PATA)