Un 4 de agosto de 1976, el Obispo Enrique Angelelli aparecía muerto sobre la ruta que llevaba a la ciudad de La Rioja. A fines de julio de ese año, se había formado el "grupo de tareas" encargado de eliminar a Angelelli.
El 4 de agosto, después del mediodía, Angelelli salió de la localidad de Chamical hacia la ciudad de La Rioja, conduciendo la camioneta del obispado. Iba acompañado por el padre Arturo Pinto, llevando consigo una carpeta con pruebas y testimonios del secuestro, tortura y asesinato de los curas Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murías. Fueron perseguidos por un coche de color claro, quizás blanco, que los alcanzó en Punta de los Llanos, donde se les fue encima a gran velocidad y los encerró, provocando el vuelco de la camioneta. Angelelli fue sacado del vehículo, la nuca molida a golpes, lo dejaron tirado sobre el asfalto. Su reloj, roto, marcaba las 3 de la tarde.
La mentira del "accidente"
La carpeta que Angelelli llevaba no pudo ser hallada, pero fue vista por testigos, dos días después, en el despacho del entonces Ministro del Interior, General Albano Harguindeguy. El gobierno militar habló de un "accidente", pero nadie le creyó. Al cabo de una dificultosa investigación, el 29 de julio de 1983, el obispo de Neuquén, Don Jaime de Nevares, denunció el asesinato de Monseñor Angelelli, y en la causa tramitada ante el Juzgado Nº1 de La Rioja quedó constatado que Monseñor Angelelli murió por asesinato "fríamente premeditado y esperado por la víctima" Esta causa quedó trunca, ya que tropezó con las leyes de punto final y obediencia debida. Las llagas abiertas por el proceso militar siguen así, al impedir que la justicia haga su aporte de verdad y dignidad.- Ahora con la derogación y anulación de estas leyes, quizás sea posible que acabe la impunidad en nuestro país, y reciban su castigo los culpables.
Pero, ¿quién fue Enrique Angelelli?
No es un personaje lejano del pasado. Nació, trabajó y entregó su vida en este país de América Latina. Alguna gente nunca oyó hablar de él. No se trata de un simple olvido: los que se habían apoderado del poder político intentaron tender sobre Angelelli un pesado manto de silencio. "No sólo pretendieron robarle la vida, sino también la muerte", como dijo Monseñor Hesayne de Viedma.
¿Por qué hay interés en que sea olvidado?
En una cantera de cal en la zona cordobesa de Malagueño, en presencia de los patrones, Angelelli invitado a bendecir las instalaciones, destacó el Cristo Sufriente encarnado en los obreros, y prefirió compartir la mesa de los trabajadores en lugar de la que le habían preparado los dueños. Ante un conflicto laboral en una fábrica de pilas, los sacerdotes respaldaron los reclamos de los trabajadores. Los empresarios esperaban que Angelelli frenara a los curas. Por el contrario, se pronunció públicamente en su favor. Estaba convencido de que desde un escritorio era inútil ofrecer soluciones mágicas, por eso recorrió su diócesis, visitando hasta los lugares más lejanos y latiendo con los problemas de su gente. De allí su regla de oro: "para servir, hay que tener un oído atento al Evangelio y el otro en el pueblo". Participó de las marchas contra la pobreza y la miseria que abundaban en su provincia, La Rioja. Alentó y colaboró en la organización de la Asociación de Trabajadores Provinciales, el Sindicato de Empleadas Domésticas, el de Trabajadores Rurales y Estibadores, la Asociación Minera y la Coordinadora Campesina. Era conciente de que el problema crucial de la Rioja era la escasez de fuentes de trabajo, y que los riojanos emigraban en busca de ocupación. También sabía que existían grandes extensiones de tierra improductiva. Impulsado por las ideas del Concilio Vaticano II, ayudó a que se "concreten obras que hagan felices a los hombres", puso en funcionamiento escuelas, trabajó en la organización de cooperativas de trabajo. Muchos, y los gobernantes en particular, lo acusaban de impulsar el establecimiento de granjas colectivas.
El círculo se cierra
No dejó denuncia por realizar: sobre los bajos salarios, sobre los peones no inscriptos en la seguridad social.... Sus curas y él mismo sufrieron agresiones por matones a sueldo. También la Justicia del lugar detuvo a dos de sus sacerdotes bajo falsas acusaciones de tenencia de armas y explosivos. Fueron procesados, pero luego de comprobada la falsedad de los cargos, fueron liberados. Se orquestaron campañas para difamarlo, acusándolo de subversivo, cura comunista, o guerrillero..... En julio de 1976, en pleno proceso militar, dos sacerdotes de Chamical Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murías, fueron secuestrados, torturados y asesinados. Sus cadáveres fueron encontrados al otro día por una cuadrilla de ferroviarios, a 5 km, maniatados, acribillados a balazos, con restos de cinta adhesiva y algodón en la boca. En estado lamentable, el cura Murías especialmente que había sido mutilado y evidenciaba una muerte lenta. A los pocos días, un grupo de hombres encapuchados ingresó a la pequeña aldea de Sañogasta, ametralló y dio muerte al dirigente Wenceslao Pedernera, en presencia de su esposa e hijos. Angelelli presintió el final, por eso les dijo a sus amigos "que el círculo se iba cerrando...", ubicándose en el centro a sí mismo, ya que aseguraba que a quién buscaban era a él.- Si Enrique Angelelli fue un hombre y un obispo molesto para muchos de sus contemporáneos, hoy es también un mártir incómodo. Quizás ahí esté la respuesta de tanto silencio desde el poder político, desde muchos sectores de la sociedad y especialmente desde la Iglesia argentina que no exige investigación y justicia para sus miembros.