LOS HECHOS
14. ¿DONDE ESTA TANCO?
Tan desconcertado está don Horacio, que no atina a dejar la bolsa. Corre, hace girar la llave en la cerradura, y antes que termine de sacar la cadena, la puerta es impulsada con violencia desde afuera, salta el cerrojo y él se ve impelido, rodeado, desbordado por el tropel de policías y particulares provistos de armas largas y cortas, que en pocos segundos inundan todas las dependencias y cuyas voces no tardarán en oírse en el patio y en el pasillo, que conduce al fondo.
Todo sucede con velocidad de relámpago.
Alto, corpulento, moreno, de bigotes, impresionante de autoridad, es el que manda el grupo.
En la mano derecha empuña una pistola 45. Habla a gritos, con voz ronca y pastosa que por momentos parece de borracho.
Viste pantalones claros y chaquetilla corta, color verde oliva: es el uniforme del Ejército Argentino.
Don Horacio ha retrocedido, espantado.
Sólo atina a levantar los brazos, sin soltar todavía la bolsa de agua caliente que ya le quema los dedos.
El jefe del grupo se la arranca de un manotazo.
–¿Dónde está Tanco? –grita.
El dueño de casa lo mira sin comprender.
Es la primera vez que oye el nombre del general rebelde, cuya dramática fuga, escapando al paredón, se conocerá días más tarde.
El jefe lo hace a un lado de un empellón y se encara con el otro, con Giunta.
Giunta está simplemente petrificado.
Leer artículo completo