INTERNACIONAL / Optimismo de las potencias por el acuerdo nuclear con Irán / Nota






Celebraciones en Irán, elogios en Estados Unidos, indignación en Israel y cautela en Arabia Saudita. El primer acuerdo marco entre la república islámica y la comunidad internacional para poner fin a 12 años de conflicto nuclear generó aprobación y críticas.

Entre festejos de la población, que salió a las calles de Teherán para celebrar la noticia, el presidente iraní Hassan Rohani aseguró que el acuerdo abre un nuevo capítulo en materia de cooperación internacional. “Ahora comienza la era del respeto y la cooperación con el mundo. Cumpliremos con nuestras promesas toda vez que el lado opuesto cumpla con las suyas también”, sostuvo el mandatario tras la firma del pacto preliminar entre su país y las potencias del 5+1 (EE UU, Reino Unido, Francia, Rusia y China más Alemania), que contempla significativas restricciones al programa nuclear de Teherán a cambio del levantamiento de las sanciones económicas contra la república islámica (ver aparte).



El presidente de EE UU, Barack Obama, consideró el acuerdo un “paso histórico” y dijo que su implementación será vigilada de cerca. "Si Irán hace trampa, el mundo lo sabrá", indicó el mandatario, quien agregó que el pacto con Teherán no estaba basado en la confianza sino en una "verificación sin precedentes".

Entre los más críticos estuvo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien sostuvo que el acuerdo “constituye un gran peligro para la región y para el mundo y pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel”. Entre otras cosas, criticó que las sanciones internacionales vayan a levantarse rápidamente. "El acuerdo –aseguró- reforzará considerablemente la economía iraní. Por lo tanto, dará a Irán los medios para impulsar su agresión y su terror en Cercano Oriente".

Luego de convocar una reunión de emergencia de su gabinete de ministros y expertos en seguridad, Netanyahu señaló que el peligro de una carrera nuclear armamentística en la región aumentará la amenaza de eventuales guerras y sostuvo que sólo hay una alternativa para solucionar la situación: “Mantenerse firme, aumentar la presión sobre Irán hasta que se alcance un buen acuerdo". Y pidió que “cualquier acuerdo definitivo con Irán incluya un reconocimiento claro y sin ambigüedades de parte de Teherán del derecho de Israel a existir”.

Otra de las reacciones más esperadas era la de Arabia Saudita, principal competidor de Irán por la influencia regional y uno de los socios predilectos de EE UU. Sin embargo, las autoridades del país se mostraron cautas. En una conversación con Obama, el rey Salman expresó su esperanza de que, tras el acuerdo preliminar del jueves, se alcance uno “final” y “vinculante” que “lleve a una mayor seguridad y estabilidad en la región y el mundo”.

Rusia, por su parte, consideró que existen chances de llegar al ansiado acuerdo definitivo. “Los resultados de las conversaciones durante días en Lausana hacen esperar que hasta el 30 de junio pueda formularse un acuerdo detallado. Las opciones para ello son muy buenas”, dijo el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov. En el mismo sentido se pronunció el gobierno chino, que saludó el acuerdo y pidió que "se complete el histórico proceso". Sin embargo, el jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier, advirtió sobre un optimismo apresurado. "Es demasiado pronto –sostuvo- para celebrar. Lo que acordamos ayer (por el jueves) son puntos clave pero debe seguir un acuerdo completo hasta finales de junio”, añadió desde Wroclaw, en Polonia.

Francia también mostró cautela. El canciller Laurent Fabius reconoció que es un “paso muy importante”, pero también pidió condiciones más duras para arribar a un eventual pacto definitivo. En una entrevista con la televisión de su país, el funcionario señaló que "el final del camino será a finales de junio", la fecha límite para cerrar un pacto más amplio.

Por último, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, saludó el acuerdo y manifestó su esperanza en que Irán dé pasos adicionales para alcanzar un consenso definitivo. "Turquía está en principio en contra de cualquier tipo de arma nuclear en Irán, Israel o cualquier otro país", destacó.



Los compromisos a los que se obliga Irán

Se comprometió a no enriquecer uranio por encima del 4% al menos durante 15 años. El uranio para fines pacíficos sólo requiere de un enriquecimiento de hasta el 5%, mientras que para alimentar un arma nuclear se requiere el 90%. Reducirá en aproximadamente dos tercios sus máquinas centrifugadoras, por lo que pasará de tener cerca de 19.000 a 6.104, y de estas, sólo 5.060 podrán enriquecer uranio en los primeros 10 años.

También se comprometió a reducir de 10.000 kilos a 300 kilos sus reservas de uranio de bajo enriquecimiento por un periodo de 15 años, y a no construir nuevas instalaciones con el propósito de enriquecer uranio durante ese mismo periodo. El tiempo que le tomaría conseguir el material necesario para alimentar un arma atómica pasará de los actuales 2 a 3 meses a, por lo menos, un año.

Se comprometió a aplicar el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación, que otorga mayor acceso e información a los inspectores de la ONU. Estará obligado a permitir el acceso a los inspectores de la ONU a los sitios sospechosos de estar involucrados en actividades nucleares sin declarar.

La Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA) tendrá acceso regular a todas las instalaciones nucleares de Irán y los inspectores podrán supervisar toda la cadena de suministro que sustenta su programa nuclear.

Acordó rediseñar y remodelar un reactor de investigación de agua pesada en Arak para que no produzca plutonio que pueda ser usado para un arma nuclear.

La comunidad internacional levantará las sanciones internacionales que pesan sobre Irán, si este país cumple con sus compromisos. Estados Unidos y la Unión Europea suspenderán sus sanciones relacionadas con actividades nucleares, y todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la disputa nuclear con Teherán quedarán suspendidas una vez que la OIEA haya verificado que cumplió con lo acordado.

Si en algún momento Irán no cumple con lo prometido, estas sanciones volverán a ser impuestas por las potencias y la ONU.

Cronología

Diciembre de 2006: El Consejo de Seguridad de la ONU aplica una primera ronda de sanciones contra Irán por la producción de uranio enriquecido.

Febrero de 2007: La Unión Europea (UE) impone una nueva ronda de sanciones que prohíben el suministro de materiales y tecnología que Irán podría usar en sus programas nucleares..

Diciembre de 2010: Los 5+1 e Irán negocian sin resultados.

Febrero de 2012: El Organismo Internacional de Energía Atómica dice que Irán tiene 110 kilos de uranio enriquecido hasta el 20%.

Septiembre de 2013: El presidente de EE UU, Barack Obama, y de Irán, Hassan Rohani, mantienen la primera conversación telefónica entre los máximos líderes de esos países desde 1979.

Febrero de 2014: Los negociadores se reúnen en Viena para dar inicio a las conversaciones con el fin de levantar algunas sanciones a cambio de una suspensión de ciertas actividades nucleares.

Julio de 2014: Pactan extender durante otros seis meses el periodo de negociación y fijan el 24 de noviembre como fecha límite para llegar a un acuerdo.

Noviembre de 2014: Se prolonga la negociación hasta el 30 de junio de 2015, aunque se comprometen a que hacia finales de marzo debe llegarse a un acuerdo político.

Marzo de 2015: Comienza en la ciudad suiza de Lausana la última y decisiva ronda de contactos, con el objetivo de cerrar un acuerdo marco hasta el día 31.

Abril de 2015: El plazo del 31 de marzo vence sin acuerdo pero las partes deciden extenderlo ante la cercanía de un acuerdo. El 2 de abril anuncian que se logró un acuerdo preliminar, que será la base para un eventual acuerdo definitivo, cuyo plazo vence el 30 de junio.



El acuerdo marco no es para nada malo

» Barak Ravid | periodista de Haaretz, de Israel

La dramática declaración del jueves por la noche de un acuerdo marco nuclear entre Irán y las potencias del mundo sorprendió a casi todo el mundo fuera de la trabada negociación en Lausana, Suiza, incluyendo a los dubitativos, cínicos periodistas que esperaron fuera de las salas los últimos ocho días para obtener los resultados. También quedaron sorprendidos, aunque nunca lo admitirán, muchos funcionarios, incluyendo a los israelíes, que han atacado con vehemencia el trato emergente en los últimos meses.

Contrariamente al discurso que Netanyahu transmitió ante el Congreso estadounidense, la posición pública del gobierno israelí de los últimos dos años, y respuesta pavloviana de Jerusalén en la noche del jueves, el documento marco no es un mal acuerdo en absoluto. Un examen profundo de los datos muestra que el acuerdo incluye muchos aspectos positivos que sirven a los intereses de seguridad de Israel y da respuesta a las preocupaciones de Jerusalén.

Quizás Irán obtuvo algunas victorias principalmente en términos de narrativa. Sus derechos, como ellos los ven, fueron respetados por las potencias mundiales e Irán puede declarar que no cerró sus instalaciones nucleares, que continuará el enriquecimiento de uranio y que se levantarán las sanciones humillantes que le impusieron. Pero las superpotencias han alcanzado muchos logros propios sobre cuestiones prácticas reales.

El acuerdo marco impone muchas restricciones sobre el programa nuclear de Irán para las generaciones por venir. La afirmación del gobierno israelí de que dentro de una década el programa nuclear de Irán será tomado como normal por el mundo y entonces podrá hacer lo que quiera resultó ser infundada.

Es cierto que las restricciones en el número de centrifugadoras a través de las cuales Irán podría enriquecer uranio expiran en diez años desde el inicio de la aplicación del acuerdo. Hubiera sido mejor que este plazo fuera más largo. Sin embargo, por un período de 15 años, no se le permitirá a Irán enriquecer uranio a más del 3,5%, y a ese nivel no puede ser utilizado para armas nucleares. Lo que la mayoría de los iraníes podría hacer con tal uranio sería utilizarlo para fines pacíficos o para guardarlo en sus respectivos almacenes acumulando polvo.

Además, el estricto mecanismo de control y la supervisión del programa nuclear de Irán se define en el acuerdo marco, el cual ciertamente debe ser concretado en un acuerdo final más amplio que permitirá a inspectores de la ONU el acceso a todas las instalaciones nucleares de Irán y las minas de uranio y almacenes de piezas de repuesto durante 20 y 25 años.

Otro dato positivo es que Irán se ha comprometido a un acuerdo para firmar y ratificar el Protocolo Adicional del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, el cual permite a la ONU llevar a cabo inspecciones sin previo aviso en cualquier instalación que sospeche desarrolle actividades nucleares ilícitas. Esto significa que Irán podría tener dificultades para desarrollar un programa nuclear secreto y, si tratara de hacerlo, probablemente será descubierto. Intentar limitar u obstaculizar la tarea de los inspectores sería una grave violación del acuerdo, lo que podría llevar a la reinstalación de las sanciones internacionales.

El acuerdo también tiene secciones que son menos fáciles de tragar para Israel, como el permiso para continuar la investigación y desarrollo de centrifugadoras o la eliminación de las sanciones económicas o las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, pero estas no son las cláusulas más importantes del acuerdo, y desde luego no son de las que no puedan ser mitigadas en un diálogo íntimo, discreto y no confrontativo con la administración estadounidense.

Israel tendrá momentos difíciles luchando contra este acuerdo, o retratándolo como malo. Una de las razones para esto es que resulta claro para cualquiera que lea los detalles del acuerdo que, si Irán efectivamente lo confirma, la amenaza de armas nucleares se verá severamente reducida en las próximas dos décadas por lo menos. Además, ahora es más claro que el ataque militar que Netanyahu estaba impulsando no será capaz de conseguir las mismas cosas que el acuerdo. Es dudoso si Netanyahu, que trató de conseguir el apoyo del Congreso contra el acuerdo, será capaz de encontrar 13 senadores demócratas que voten en contra de Obama.

(Tiempo Argentino, sábado 4 de abril de 2015)

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