Al plantearnos la alternativa ideológica a la ideología vigente, o sea el capitalismo imperialista por el socialismo, no estamos planteando “¡revolución ya!” tan del humor político de quienes levantan la bandera de la pureza ideológica. No se entiende que la pureza no existe, es una entelequia, una abstracción. Es una torpeza política. Insistimos. El concepto es “puro” idealismo y nada que ver con las leyes de la naturaleza humana, terrestre. Fue Hipólito Yrigoyen que para acceder a la segunda presidencia tuvo que hacer espurios acuerdos con sectores de pertenencia “al régimen”, con algunos con pátina conservadora. Recibió la crítica de varios correligionarios, a la que respondió: “para construir un buen rancho también hace falta la bosta”. Lo confirman las leyes del materialismo dialéctico, que surge de las contradicciones entre lo claro y lo oscuro de la condición humana. Porque todos, sin excepción alguna, tenemos en el costado del alma, del espíritu, de la conciencia, un poco de oscuro y algo más de claro, o un poco de claro y algo más de oscuro. Repetimos, los grandes santos fueron antes grandes pecadores.
Y entonces, y cuando haya transcurrido el octubre que viene, el día posterior del 31 de diciembre, nos encontraremos no solamente brindando el año nuevo y si no que muchos brindaremos también por un nuevo periodo presidencial que le asegurará a los argentinos lo de la década ganada, pero fundamentalmente algo más, pero mucho más para asegurar que la lucha de clases, que será la constante del proceso de la profundización del antiliberalismo, acentuando la crisis capitalista globalizada y por consecuencia la lucha de clases, que exigirá lo que ya hemos señalado: una guerra de posiciones igualmente constante. Y el rico reservorio de la Historia.
Nos remitimos, al descubrirlo por enésima vez, a JOSE MARTI en un texto de prosapia propia: NUESTRA AMERICA, tan a propósito de lo que queremos decir como si fuéramos decidores y soldados de quien fue pensamiento vivo -lo sigue siendo- de esta América tan dolida, a tanto que lo hizo con fusil en ristre sin temor a morir en el campo de batalla, como ocurrió. Antes dijo, y sigue diciendo: “ Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.
Y lo que queda de América ya no es una aldea. Es el centro y el sur, nuestra Latinoamérica y el Caribe, nuestra patria colectiva, en plena guerra de trincheras, o guerra de movimientos según el concepto gramsciano -por ahora- contra el gigante de siete leguas aposentado en el norte. Es que la Cuba de Martí, de Fidel, del Che, ha mostrado que es posible -y necesario- vencer al gigante. Con las armas del juicio, como dice Martí, venceremos a las otras. Pero claro, las armas del juicio son diversas y admite diversas formas de lucha, pero que no se inventan sino que tienen que ser consecuencia de las ricas experiencias que nos indica la historia. Ejemplos sobran, pero señalamos solamente el Cordobazo y el Mendozazo. Aquel fue el acabose de la dictadura de Onganía, en 1969. Y éste, el Mendozazo,1972, una especie de empujón para el final del lanussismo y dar paso a un regreso efímero de la democracia. En primer lugar, hablamos de GANAR LA CALLE, generalizando así las formas más diversas de lucha, lo que nos exige seguir analizando la temática. El 2016 de la Argentina, de su pueblo, así lo exige.