Hace años Tía María era el nombre de un licor, o también Tia María era el nombre de una querida tía mía, ya fallecida, pero, decir hoy Tía María en toda Latinoamérica, es nombrar un proyecto mega minero que piensa radicarse en la localidad de Cocachacra, en el Valle del Río Tambo, en el sur del Perú.
Recordemos que el río Tambo nace en los Andes Peruanos, es uno de los afluentes que dan inicio al Amazonas y discurre plácidamente desde hace millones de años a través de la paz del Valle del Tambo, que gracias a su clima templado, hace más de 10.000 años que es zona agrícola, con abundante verde natural y en donde hoy habitan más de 50 mil personas, de las cuales el 80 % vive de la agricultura, cultivando más de 13 mil hectáreas de productos de consumo local, nacional e internacional, en medio de una frondosa vegetación de árboles, principalmente sauces.
Ajos, maíz, alfalfa, cebollas, papas, quinua, caña de azúcar, plátanos y olivos, abastecen no solo al sur del Perú, sino que se exportan a Venezuela, Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia; por algo el Valle del Tambo, ya en 1863, fue definido por el sabio italiano Antonio Raimondi como la Despensa del Perú y allí, desde hace años saben como cuidar el agua para mantener con solvencia su variada producción, debido a que el agua que viene de las alturas no les alcanza y los agricultores la complementan con el uso de las aguas subterráneas, logrando así un delicado equilibrio hídrico a fin de atender sus necesidades de agua potable y de producción agrícola.
¿Bastante parecido a Mendoza, no es cierto?
Hasta que apareció Tía María, un proyecto de mega minería a cielo abierto que quiere radicarse en ese hermoso lugar, cuyo propietario es la empresa Southern, que en 18 años piensa agotar el yacimiento, produciendo 120 mil ton anuales de cobre, o sea, se llevarán un tesoro de más de 2.000 millones de kg de cobre purísimo, que por supuesto, refinarán en los países centrales, dejando a los habitantes del Valle del Tambo solo algunas regalías, solo algunos puestos transitorios de trabajo y, por supuesto, toda la contaminación y el deterioro ambiental que necesitan realizar para sacar y llevarse esa inmensa cantidad de cobre.
La presencia de Tía María en la zona, es resistida por los pobladores del lugar, que la consideran un caso emblemático de cómo se perjudica una actividad económica próspera, para darle lugar a proyectos extractivos apoyados desde el Gobierno y con el poderoso lobby que hace la empresa minera a través de los medios masivos de comunicación, utilizando la televisión peruana y otros medios masivos, para relacionar engañosamente al proyecto con una imagen de progreso y de desarrollo nacional, hablando de miles de millones de $$ de inversión y otras cifras espectaculares, pero sin valorizar los otros miles de millones que se sacrificarán debido a la contaminación del aire y del agua de las zonas perjudicadas y al daño que producirán en las actividades ya existentes.
Esos pobladores se resisten al cambio que les impone ese proyecto y por esa férrea resistencia, lamentablemente, están siendo brutalmente reprimidos por la policía y el ejercito que ahora ha enviado el gobierno del Perú.
Es bueno saber que antes de Junio de 2011, en que fue elegido Presidente del Perú, Ollanta Humala y la actual presidente del Congreso de la República, Ana María Solórzano, participaban activamente de las protestas contra el proyecto Tía María y estuvieron en Cocachacra prometiendo defender los reclamos de la gente, pero al asumir, vaya a saber por qué razones, cambiaron sus puntos de vista y hoy defienden a rajatabla el Proyecto Tía María, ordenando una durísima represión y encarcelando al principal dirigente antiminero que defiende el medio ambiente del lugar.
¿Pequeño cambio, no es cierto?
Nosotros tenemos casos similares en la provincia de La Rioja, con el apoyo que hoy le da al Proyecto Famatina el actual Gobernador, cuando antes de ascender era un ferviente enemigo de ese Proyecto.
Estos son cambios de políticas públicas que hoy la Sociedad no tolera, pues advierte que solo significan beneficios abultados para pocos y daños evidentes para muchos.
