En su editorial el periodista de la Radio Pública comenzó con una afirmación: “A dos meses de la muerte de Alberto Nisman, el caso derrapa en una discusión sobre su álbum de fotografías sin que la jueza, la fiscal y la querella –en este caso, una jueza federal como Sandra Arroyo Salgado–, puedan explicar de manera clara, precisa, razonable y contundente qué fue lo que pasó en el departamento de la torre Le Parc, el último 18 de enero”.
Caballero, prosigiuó: “Tanto en las redes sociales como en el prime time televisivo aparecieron imágenes que muestran al ex fiscal rodeado de bellas modelos y otras que lo desnudan en su trágico y sangriento final. Por desgracia, el morbo parece ocupar hoy el lugar de la verdad que tres funcionarias del Poder Judicial no terminan de aportar a la causa”.
“¿Fue suicidio o asesinato? Aunque toda la evidencia inclina la balanza hacia la primera de las hipótesis, nadie lo puede asegurar con certeza. La ausencia de respuesta no es atribuible al gobierno, por más que Clarín y La Nación intenten involucrarlo. Una feroz batalla de intereses sobrevuela el expediente”.
“Una jueza antikirchnerista quiere meter a la Policía Metropolitana en la investigación, una jueza federal que fue al Parlamento a pedir que no mediaticen el caso instruye una pesquisa paralela en los mismos medios que criticó y una fiscal del fuero porteño, que no logra hacer prevalecer su autoridad, convirtió la causa en una pelea de consorcio donde todas las opiniones valen lo mismo”.
“Volviendo a las fotos. Su difusión permite hablar de la vida y de la muerte de Nisman, pero sobre todo de la cosificación y la manipulación de su memoria. Porque no hay diferencia entre mostrarlo como un licencioso veterano que gozaba de la compañía de bellezas un cuarto de siglo más jóvenes y exponer en la pantalla televisiva sus manos pintadas en sangre, su baño enchastrado o su intimidad fatal. Todo esto es morbo.”
“En los dos casos, hay un abuso de su figura, y ese abuso se aleja del respeto que cualquier sociedad civilizada rinde a sus muertos, también a los equivocados como Nisman.”
“Todo comenzó con la imprudente utilización política del hecho de parte de sectores interesados en asociar su deceso a un inaudito plan homicida oficial. El dictamen alocado que produjo con la ayuda de servicios de inteligencia y cuadros legislativos del macrismo presentes en un inusual intercambio de llamados, dos días después quedó desplazado de los titulares por las más tremendas teorías sobre la mecánica de su muerte.”
“Convocada por un grupo de fiscales del partido judicial que soñó con darle el golpe de gracia al gobierno, una multitud se movilizó el 18F agitada también por las historias nauseabundas de los diarios que ya sabemos y discursos políticos opositores abismales.”
“Un mes después, los centenares de miles que portaron carteles con la leyenda “Yo soy Nisman” se volvieron un puñado de 200 personas frente al Palacio de Tribunales, llamados a extender el clima de indignación callejera por el intelectual orgánico del Foro de la Convergencia Empresarial, Santiago Kovadloff, y el médico de TN Nelson Castro.”
“La intención por convertir a Nisman en estampita anti-K quedó diluida, en apenas cuatro semanas. El supuesto fiscal valeroso capaz de acusar a la presidenta por un crimen de lesa humanidad –eso era y es el dictamen que la imputa de encubrimiento en el caso AMIA– dejó demasiados cabos sueltos para ser erigido en héroe post mortem.”
“La desacumulación de aquellos que querían barrer del firmamento a la presidenta es grotesca. La plataforma mediática que lanzó al fiscal al territorio de las vacas sagradas se apresuró en la estrategia del barnizado. Nisman no era Adolfo Pérez Esquivel. No sólo por el contenido de las fotos que ahora se conocen y escandalizan. La información previa, ignorada por el monopolio opositor, ya dejaba entrever sus pies de barro: Nisman se reunía con funcionarios de la embajada de los Estados Unidos para armar sus dictámenes y resoluciones. Como fiscal de la Nación, no podía hacerlo. Eso es más que una anomalía. Es algo más grave, incluso, que sus imágenes jaraneras en la noche palermitana.”
“¿Se sabrá con el tiempo qué cosa lo condujo a su destino de muerte? Es lo esperable, aunque la investigación penal demuestra ser morosa. Lo que ya se sabe es la información contextual. En diciembre, producto de las operaciones surgidas de la SIDE contra el memorándum de entendimiento con Irán, Cristina Kirchner decide descabezar el organismo y desplazar al socio de Nisman en la causa, el agente Jaime Stiuso. El fiscal cajonea entonces un dictamen elogioso hacia el gobierno y produce otro con imputaciones a la presidenta y el canciller. En el tacho de basura de su departamento, la instrucción secuestró otro escrito donde llegaba a pedir la detención de la Jefa de Estado.”
“Toda esa locura pasó en un mes. Después vino su muerte. Ahora hablamos de sus fotos. Si corresponde hacerlas públicas o no, aunque convendría volver a remarcar que la banalización del caso no comenzó ayer. Antes de ser usado como carne para alimentar su morbosa maquinaria de rating nocturno, la oposición política y mediática ya había manipulado su tragedia para embestir contra un gobierno democrático. Ahora, esos mismos que lo santificaron, lo desechan y degradan. Se lo regalan inerte al mundo del espectáculo y el chimento para que tres modelitos ligeras de ropa terminen haciéndose famosas en Bailando por un sueño.”
“Para ellos, Nisman ya fue”, remató.