CANCION / Canción para Federico / Escribe: Teresa Parodi






El 30 de diciembre de 1947, no más llegar al hogar que la esperaba en Corrientes, Teresa Adelina Sellares puso la impronta del arco iris que se formaba.

A los nueve, precoz compositora en la guitarra que afinaba de oído, anunció que de grande sería música popular y empezó a estudiar con el maestro Blas Benjamín de la Vega.

Casi cincuenta y cinco años después prepara su vigésimo séptimo disco, se acuerda de por lo menos cuatrocientas de sus canciones y recorre el país con su banda para, en cada regreso, acoplarse a los asuntos de los cinco hijos, mimar a los doce nietos y disfrutar de tanto amor como sabe procurarse.

Es cierto que la biografía familiar más los sonidos y las palabras que poblaban la amplia casa correntina lo preanunciaban.


La palabra imposible no me gusta, Federico
Es tan triste, mirá, y asusta tanto
Tengo algunas cositas que decirte
Que bien sé que te cuestan a diario
Una es...
Que no dejes los zapatos en el medio del cuarto
Y otra es...
Que la vida es esta espiga
Que florece sin más entre los cardos
Y te pide soltá la primavera
Y te espera
Al final de cada día, Federico
Como un cálido abrazo

Y a qué vengo a aburrirte con la lata
Te estarás a esta altura preguntando
Bueno, es porque ví como al descuido
Que te estaba ganando el desencanto

Te he notado pensando entristecido
Y te he visto los ojos desvelados
Y me dije ¡qué cosa Federico!
No te caigas, por dios, te falta tanto

Fui por libros buscando cómo hablarte
Los poetas, pensé, hacen milagros
Los poetas convencen, por ejemplo
Que la rosa es más rosa entre los cardos

Pero cómo te hablo de poesía
Me asombré con los libros en la mano
En verdad, no venía mucho a cuento
Y empecé por lo que era menos arduo

Que acomodes un poco tus papeles
O que saques a Milton más temprano
No se ordenan por cierto las tristezas
Ordenando eficaz lo cotidiano

Pero, en fin, uno lo hace por reflejo
Y por amor se obnubila y dice a cambio
Que, por dios, no te caigas que la vida
Está dándote siempre su milagro

Descubrí para entonces, Federico
Que las vueltas las daba porque acaso
Tuve tonta vergüenza de decirte
Que te quiero sin mucho mas preámbulo

Creo haberla hecho larga finalmente
No es sencillo escribir sobre lo humano
Asomate que el sol ya está y no dejes
Los zapatos tirados en el cuarto

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