Por empezar hay un ataque económico de los mercados con manipulación del tipo de cambio y suba de precios, ya que Venezuela sigue dependiendo demasiado de las importaciones y de unos pocos formadores de precios, lo que puede ser leído como una asignatura pendiente del gobierno, después de 15 años de Revolución Bolivariana.
Pero concretamente la violencia política tiene un único objetivo: el caos, la desestabilización y la destitución del presidente Nicolás Maduro. Así lo han dicho con todas las letras los organizadores de las marchas del miércoles. El 11 de abril de 2002 decían “Que se vaya Chávez”. Ahora, en una nota del martes pasado en El Nacional, uno de los líderes de los estudiantes opositores, Villca Fernández, dijo: “Nos mantendremos en la calle hasta el final del gobierno. Tiene que llegar a la renuncia de Nicolás Maduro”.
Así como el economista radical Miguel Bein reconoció que en la Argentina los mercados querían secar de reservas al Banco Central y hacer volar por los aires al gobierno, en Venezuela el objetivo de la movilización opositora del miércoles era la misma.
Todo esto se inscribe en lo que se conoce como golpe blando, golpe light o neogolpe. Su padre ideológico es Gene Sharp, del Instituto Albert Einstein, de Boston, Massachussets. En un verdadero decálogo golpista, Sharp plantea cinco pasos para los golpes que ya no se dan con generales y tanques, sino más bien con ONGs y medios hegemónicos de comunicación:
1ra etapa: ablandamiento. Promoción del descontento y de factores de malestar como: desabastecimiento, inseguridad, manipulación del dólar y paro patronal (lockout). Denuncias de corrupción, verdaderas o falsas.
2da etapa: deslegitimación. Impulso de campañas publicitarias en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas. Acusaciones de totalitarismo.
3ra etapa: calentamiento de calle. Generalización de todo tipo de protestas. Organización de manifestaciones, cortes de calles y tomas de instituciones públicas.
4ta etapa: organización de marchas y tomas de instituciones. Operaciones de guerra psicológica y acciones violentas para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad. Rumores de fractura entre fuerzas militares y de seguridad.
5ta etapa: fractura institucional. Sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamiento militares, se obliga la renuncia del presidente. En caso de fracaso, se mantiene la presión de calle y se pasa a la resistencia armada. Preparación del terreno para una intervención militar o el desarrollo de una guerra civil prolongada. Es lo que está pasando en Siria.
Para contrarrestar este claro intento golpista del miércoles, el chavismo también salió a la calle. El resultado es trágico: 3 muertos. Aparentemente un militantes chavista y dos de la oposición.
Según la prensa hegemónica mundial, los dos muertos opositores habrían sido producto de la represión de la policía, aunque eso no está muy claro. Vale recordar el famoso episodio de Puente Llaguno, en abril de 2002. Los medios, sobre todo los canales RCTV y Venevisión, mostraron cómo manifestantes chavistas disparaban a la manifestación opositora. No cabían dudas. Sin embargo, con el tiempo afloró la verdad, gracias al trabajo de periodistas venezolanos e irlandeses en dos documentales fundamentales de ver: “Puente Llaguno” y “La revolución no será transmitida”. Allí se mostraba cómo los otros medios habían tergiversado la información y cómo, en realidad, francotiradores al servicio de la oposición habían atacado por igual a manifestantes chavistas y opositores, sembrando el caos y provocando al menos 7 muertes.
Por otro lado, en aquella oportunidad, saltó a la luz cómo antes del desenlace dramático, los militantes y civiles golpistas habían grabado un mensaje televisivo anunciando muertos cuando todavía no los había. Esta vez pasó lo mismo, el martes 11 de febrero hubo advertencias por parte de dos dirigentes opositores de que el miércoles habría muertos. Demasiadas similitudes.
Esta vez, hasta el ex candidato opositor Enrique Capriles Radosky se abrió (para disimular) y no quiso ser parte de la intentona golpista. La posta la tomó Leopoldo López, la nueva figura que intenta aglutinar a una oposición tan heterogénea que lo único que la une es el odio al proceso bolivariano. De ahora en adelante, acuérdense bien de este nombre: Leopoldo López. Lo van a escuchar muy seguido porque es la nueva construcción del marketing político.
También hay errores de parte del chavismo, porque si algo no hay que hacer es caer en el juego del otro. Si el otro quiere ensuciar la cancha, hay que parar la pelota y tocar, no ir al choque. Se debería haber permitido la marcha opositora y en todo caso programar la otra marcha en apoyo al gobierno de Maduro para el día siguiente, apostando a ganar en número. Pero también es cierto que Maduro no es Chávez. Y hasta es injusto intentar compararlos.
Lo que queda es el saldo trágico de tres muertos, más de 20 heridos, y una sociedad cada vez más dividida. Principalmente por una oposición que lo único que busca es la destitución de un gobierno constitucional. Por eso, lo que más necesitamos en Sudamérica en estos momentos es que haya opositores sensatos, democráticos, que incluso ejerzan el derecho a protestar, pero que dejen de apostar al caos y a la salida anticipada de quienes gobiernan por el voto popular.