Con este texto que me pertenece y simboliza mi
pensamiento acerca de este histórico envío televisivo,
me permito comenzar la edición de hoy que es,
coincidentemente, la número 678 de PROYECTARIO.
Estimado lector, aprovecho para contarle que en breve
cumpliremos dos años de esta experiencia inédita,
que reúne una treintena de plumas mendocinas
en apoyo al Proyecto Nacional, Popular y Democrático.
De cómo un programa de televisión diario se convirtió un objeto de culto, producto de “nicho” que, por su ubicación horaria, influye directamente en las discusiones de esta Argentina nueva. Posiciones encontradas, periodismo, intercambio de ideas… “678” reúne a la masa crítica, a los formadores de opinión, a los políticos y a los politólogos. Todos estos argentinos se sientan a ver la entrega periodística con pasión, a favor o en contra. Que aporte tanto a la discusión de la política, verdaderamente estimula.
Es difícil comenzar a escribir acerca de un tema, soslayando en nuestra memoria histórica los hechos acontecidos los días 19 y 20 de diciembre de 2001. Fue hace poco más de diez años. Sentimos el comienzo del final de nuestro país, a mano de un grupo de indolentes que dijeron una cosa y luego hicieron lo opuesto. Veníamos del final del menemismo, pero los radicales encabezados por De La Rua y los frenteamplistas de Chacho Alvarez, volvieron a poner la economía en manos de Domingo Cavallo, como un sonsonete replicado en el fondo de un pozo del que no saldríamos nunca.
Mucho se ha escrito y dicho acerca de los últimos coletazos de las políticas de destrucción nacional que comenzaron con el “rodrigazo” que aplicó María Estela Martínez de Perón, pasando por toda la dictadura bajo la férula financiera del abogado Martínez de Hoz. Luego fueron los tiempos del eslabón que dirigió quien fuera ministro de economía de Menem y, luego, de De La Rua. Cinismo puro: cambiaban los signos en la política (aparentemente) pero el manejo de la caja se hacía desde dos o tres manos muy poco interesadas en los destinos argentinos.
Pero me corro de la efemérides y así y todo quiero hablar del fenómeno televisivo más importante de los últimos años en términos de discusión política e histórica. Deseo hablar del programa “678” de la televisión pública. Y para esto le propongo que pidamos dos cafés bien calientes -uno de ellos cortado- y un par de vasos grandes de agua fresca.
Comenzó de forma sencilla marcando tímidamente algunos caminos en aquello de analizar lo que hacían los medios de comunicación en la Argentina. Eran seis (6) periodistas que desde canal siete (7) y de lunes a viernes a las veinte (8), comenzaban a enseñarnos a mirar de otra manera. Miles y miles de horas de televisión grabadas y algunos criterios muy acertados, hacían del envío diario un programa donde el debate era cierto; las formas de discusión, interesantes; y todos los temas generaban convocatoria.
Fue vital y necesaria la presencia de “678” cuando se produjo el paro patronal más importante que recuerde la historia argentina. La discusión en torno a la aplicación de la Resolución 125 que convirtió en tristemente célebre a Cobos. Luego, la discusión en torno a la ley de medios que vendría a remplazar el instrumento legal que arrastrábamos desde la dictadura, fue otro hecho relevante que terminó de ubicar al programa que emite la Televisión Pública, en un espacio tan sólido como imprescindible a la hora de hablar de estos años de la Argentina.
Lo que sigue es conocido: un programa declaradamente kirchnerista había llegado, para ocupar el lugar de la palabra que se defiende con las ideas y el cuerpo, dando la cara. Sin eufemismos se mostraban todas las aristas de un proyecto de país que los medios hegemónicos trataban de silenciar y ocultar de cualquier modo.
A la sorpresa inicial de encontrarnos en la grilla de Canal 7 Argentina con algo que tenía pretensiones de discutir el papel de los medios, siguió el deleite de compartir junto a millones de argentinos, que había una mirada de las cosas que por fin llegaba a ponerse en la televisión abierta.
Hoy, luego del paso de miles y miles como invitados, como público asistente y/o como argentino sentado frente a la pantalla, me emociona ser contemporáneo de este fenómeno. Es que una nueva nación se está ensayando, se está buscando. Y esta tarea se puede compartir, de cabo a rabo, en un programa periodístico del horario central de la televisión abierta.
Remarco el término “periodístico” en su defensa a ultranza frente a quienes aun hoy hablan de figuras imposibles como: “periodismo independiente”, “objetividad”, etc., etc., etc. Quizás una buena definición de periodismo sea la que lo ubica como un intento de dar a conocer noticias, tratando de no olvidar nuestra condición de personas: subjetivas, falibles, limitadas.
De ahí en adelante podemos decir sin ruborizarnos que “678” es ese lugar en el que se dice TODO. Porque se pueden apreciar las miradas de los medios acerca la Argentina actual y al mismo tiempo advertir, claramente, qué intereses corporativos defienden y con qué propósitos.
Los que apostamos al proyecto nacional que encarna la presidenta Cristina, celebramos que exista un hecho comunicacional como éste, porque también ha aportado a una discusión despojada de las caretas clásicas que lucen ajustadas a los bordes de sus verdaderos rostros.
Hoy, la real discusión en términos de dialéctica sucede en “678”, reflejando los hechos políticos que acontecen en nuestro país, motivo de instalación de temas nuevos, a los que pretende abordarse desde perspectivas también novedosas.