ARGENTINA / "La ciencia es la única inversión para seguir siendo independientes" / Escribe: Laura Litvin






Un tótem con la figura de Adrián Paenza que sostiene un cartelito que dice "Ciencia para todos" convoca en la puerta del pabellón de ciencia de Tecnópolis. Dentro, en la sala de matemáticas, una pantalla gigante proyecta la imagen de otro Paenza que da la bienvenida. Pero lo curioso no es esto, dirá él más adelante: "Cuando veo mi imagen ahí en la puerta me quedo anonadado. ¡Hasta me hicieron un muñequito de felpa! Hemos visitado muchas escuelas en todo el país; los chicos nos reciben como si fuéramos una banda de rock. Es una cosa maravillosa, pero no por mí. Lo relevante es que hay una política de Estado: que exista Tecnópolis es simbólicamente muy importante. Es una mancomunión de cosas: está el Ministerio de Educación, el canal Encuentro, hay un programa que se llama Tec TV; hoy tenemos un Ministerio de Ciencia y Técnica, hay 1000 científicos que volvieron al país, tenemos un Polo Científico y Tecnológico y el programa Conectar Igualdad. Una cantidad de cosas que están muy bien. Y quiero valorar el extracto social de la gente que viene acá. ¡Es gratis! Quiero entregar todo lo que yo tenga para promover, ayudar y cooperar".


Adrián Paenza, el doctor en matemática, el divulgador de la ciencia, el periodista, el fanático de la NBA, el docente universitario (entre tantos otros títulos que se le pueden asignar) ofrece su visión sobre los distintos momentos que la cuestión científica y la educación vivieron en los últimos 30 años de nuestra historia. La entrevista se realiza en la Nave de la Ciencia, un auditorio con 1200 sillas, que él suele llenar con chicos. Allí graba la 7ª temporada de Alterados por PI, el éxito televisivo que integra la saga de Científicos, Industria Argentina (10ª temporada) o el de su colección de libros Matemática, ¿estás ahí?, que colgó gratis en Internet el día que salía a la venta y así y todo lleva más de un millón de ejemplares vendidos.

–¿Pensaste que un presente así sería posible?
–Nunca creí que íbamos a vivir esto. Yo tengo 64 años y estoy muy maravillado. Al mismo tiempo, no puedo menos que reflexionar que son los últimos diez años, a diferencia de lo que había pasado antes, aún en democracia. Por supuesto que estoy en contra de cualquier cosa que no sea democracia, no hace falta que lo diga. Quizá para tener lo que tenemos hoy hayamos tenido que pasar por lo que pasamos los primeros 20 años de democracia, ni hablar de Menem.

–Te propongo hacer ese recorrido por los 30 años
–Entre el Caputo que era secretario de Ciencia y Técnica o el Cavallo que nos mandaba a lavar los platos, marca la voluntad política de aquella época: la ciencia no tenía prioridad. Llenaron los huecos que quedaban con gente que lo merecería por cuestiones políticas. Ciertamente no estaban capacitados para hacerlo y no tengo nada contra ellos. En los últimos diez años hay voluntad política de darle un lugar muy privilegiado a la ciencia, la educación, la tecnología, el desarrollo, el futuro. Hay una política de Estado. De hecho, el primer acto de gobierno de Néstor Kirchner fue que viajó con Filmus a 48 horas de asumir, a Paraná para destrabar una huelga docente muy importante. Se comprometió frente a la gremial docente a que en la medida en que garantizaran 180 días de clase, nunca iba a haber un problema con los sueldos caídos. Después de diez años y con tantas cosas que pasaron en el medio, ese fue un gesto que marca una manera de hacer las cosas. Y Filmus fue en su momento el mejor ministro de Educación que tuvimos desde que yo tengo uso de razón.

–¿Cómo fue la primera vez que te encontraste con Néstor Kirchner?
–Fue en 2003, nos habíamos visto en la calle en Nueva York y él me pidió que lo visite cuando volviera a la Argentina. Eso hice. En esa entrevista me preguntó si era verdad que los becarios del CONICET ganaban $ 700 y le dije que sí. "Es una barbaridad, una vergüenza", me dijo. En marzo del 2004, en un acto en la Casa Rosada donde se homenajeaba al científico Gabriel Rabinovich, me comenta: "Te dije que les iba a aumentar." Le había aumentado a 1000 pesos, hoy son otros valores, pero el asunto es que casi les había aumentado el 50% del sueldo. Pensé que tener un presidente que supiera lo que era el CONICET, que allí había becarios y que además supiera cuánto cobraban, era muy valioso. Pero al mismo tiempo que hubiera un presidente que conociera que el CONICET, además, tenía becarios de $ 700, que le pareciera una barbaridad y que lo corrigiera, eso no habíamos tenido nunca en la historia. Estaba genuinamente preocupado, no le traía votos, ni popularidad ni prestigio. Yo no lo voté a Kirchner y se lo dije; no podía votar a alguien que llevara a Scioli como vice. Y sigo sosteniendo lo mismo. No lo voté a él pero la voté a ella, aunque esto es una anécdota.


–¿Ahí se empezó a entender la ciencia como herramienta de cambio?
–Lo empezó a entender alguien que estaba en el Ejecutivo con un poder particular. En realidad, la conciencia estuvo siempre por parte de los científicos, sólo que no había decisión política. Hoy vemos una evolución. Me gusta dar un ejemplo referencial: en el '88 Carlos Ulanovsky era director de la página editorial de Clarín y me ofreció escribir sobre matemática. Lo hice, salió publicado; "En defensa de las matemáticas". Empezaba: "Matemática, ¿estás ahí?" No me llamó al día siguiente para que siguiera escribiendo. Si yo hubiera sabido hace 25 años lo que hoy pasa con los libros, los hubiera escrito antes. No es que aprendí estas cosas en los últimos cinco. Soy profesor de la facultad desde el '69. También hay una evolución en todos nosotros y en la clase política.

–¿Cuándo hablaste sobre esto con la presidenta por primera vez?
–En el 2007 me llamó Filmus, que era Ministro de Educación. Cristina se iba a presentar como candidata a presidenta, era muy probable que ganara y viajaba para la Asamblea de la ONU. Filmus me dijo: "Me pide Cristina que le organices una reunión con científicos en Estados Unidos. Queremos hacer una reunión en el Consulado y queremos que vengas." Le dije que le preparaba la lista, pero que no iba a hacer ese trabajo. Que en todo caso yo me pagaba todo para ir. Le dije: "Daniel, Cristina debe querer sacarse una foto con los científicos para salir en los diarios. ¿Para qué me vas a hacer ir?" Filmus me contestó: "Decíselo a ella." Llegamos al Consulado, llegó Cristina y le dije: "Voy a decir que yo no querría que todo esto sólo sea una oportunidad para que nos saquemos una foto." Ella dijo: "No vine a sacarme una foto, vine a preguntar porque quiero saber." Empezó: "¿Quién es el que se dedica a agujeros negros?" Era obvio que ella había estudiado lo que hacía cada una de las personas que estaban ahí. Pasó el tiempo y una vez en Buenos Aires me llamó Lino Barañao: "Acaba de crearse el Ministerio de Ciencia y Tecnología y me propusieron el cargo". "¿Aceptaste?", le dije. "Sí. Me dijo Cristina que te dijera que no era para la foto."

–¿En estos 30 años ¿se democratizó el acceso al conocimiento?
–Te voy a ayudar con una palabra que me gustaría usar. El objetivo es tratar de socializar el conocimiento. La distribución de la riqueza material es claro que es inequitativa en el mundo pero la distribución de la riqueza intelectual también lo es. Soy un gran privilegiado: tuve acceso a todo, lo tengo a la información. El programa "Conectar Igualdad" que entregó casi cuatro millones de laptop a los chicos es muy inclusivo. Aunque la gente no tiene luz o cloacas. Desde ese lugar de inclusión, con todos los defectosy los problemas; el hecho de que a la gente le interese incluir es maravilloso.

–Tus libros son parte del contenido de las netbooks de Conectar Igualdad, se descargan gratuitamente.
–Sí, yo siempre quise que los libros se lean gratis por Internet. Ese fue un desafío grande para las editoriales, pero lo aceptaron y sirvió.

–¿Qué hubiera pasado si en la dictadura hubiera existido Internet?
–Hubiera durado menos. Se hubieran sabido muchas más cosas más rápido. Hubiéramos podido comunicarnos más. Y entendido lo que pasaba con las Madres. Hubiera sido más difícil la censura.

–¿Estabas aquí en el '83?
–Si, fue un momento de mucha alegría. Fue una fiesta popular, como las que se dan con este gobierno, a diferencia de lo que pasa con Macri. Hay algunos a los que les molesta la gente en las calles. Será porque vengo del fútbol, para mí la calle es el lugar común, es el lugar de la sociedad. Fijáte Tecnópolis: está limpio porque estamos aprendiendo a que tenemos cosas en común y que debemos compartirlas. Nadie tira un papel, no hay un cigarrillo en el piso: lo que es tuyo es mío y simultáneamente de todos.

–¿Qué científicos necesita la Argentina hoy?
–Necesitamos saber qué país queremos ser. La cantidad de dinero que hay no es infinita y los recursos naturales tampoco. Necesitamos un plan a cinco, diez años. Que ya existe porque si hablás con Lino (Barañao), te va a contar que se va a ser una inversión en software, en nanotecnología, en criptografía, en biogenética, en aprovechamiento de los recursos naturales energéticos.

–Un plan que continúe al margen del gobierno de turno.
–¡Por supuesto! Supongamos que en el 2015 el Frente para la Victoria no gane. ¿Existe la alternativa de que no exista el Ministerio de Ciencia? Sería un retroceso muy fuerte. Acá puede pasar cualquier cosa, pero ninguno de los políticos actuales se atrevería a hacer algo así. Es como si alguien proclamara: "Estoy a favor del analfabetismo." Si la sociedad entiende que necesitamos defender algunas conquistas ¿cómo no vamos a tener gente dedicada a la ciencia? Es la única inversión para seguir siendo independientes. Necesitamos una ciencia que apunte a mejorar las condiciones de vida de la sociedad.

–Hablemos de educación. En un reportaje dijiste: hay chicos digitales y maestros analógicos.
–Así es, nos falta tiempo. Hoy aprenden los niños y los maestros. Es un cambio de paradigma y un lío porque estamos acostumbrados a que el maestro es el que enseña y el alumno es el que aprende. De pronto se vuelve todo horizontal y bancarse eso es un problema. Pero es la única alternativa: no podemos sacar a todos los maestros de las escuelas. No podemos perder generaciones de niños sin educación.

–También dijiste que cualquier chico tiene una destreza.
–Es una obligación descubrir cuál. No tenemos derecho a no proveer les la oportunidad de elegir qué es lo que más le gusta. Si un niño limpia vidrios en un semáforo, ¿cómo sabemos que es un Picasso en potencia o una Marta Argerich?


–¿En qué cosas cambiamos los argentinos en estos 30 años?
–Es una pregunta que me cuesta trabajo: somos 40 millones. Hoy me parece que no podría haber un golpe de Estado. Estuvo muy claro con el juicio a los militares. Están las cabezas visibles, el plan. Más o menos ya se conoce todo lo que pasó. Todavía lo que falta es conocer los equivalentes de los Videla, los Massera dentro del poder económico en la Argentina. Quiénes son las caras y los grupos que estuvieron detrás. Los militares han sido juzgados, nosotros no. Y aunque no estén vivas las personas, como grupo, como política siguen existiendo. Es una deuda que tiene la democracia. Y también que hemos aprendido que está claro cuál es el partido que juegan los medios. Basta mirar lo que pasa con Clarín, TN, Canal Trece, La Nación.

–¿Qué sentiste cuando Cristina fue a la presentación de tu penúltimo libro, en 2011?
–Vino a la presentación de Cómo ¿esto también es matemática?" El 7º libro se llamó Matemática para todos. Hace poco publique otro: Matemagia. La presentación la hicimos en la Villa 21. Pero a mí lo que me interesaba es que si ella venía habría un metamensaje para la sociedad: "Yo, la presidenta de la Nación, voy a la presentación de un libro de matemática. A mí me importa." Nunca hubo un presidente que fuera a la presentación de un libro de ciencia me dijo una persona de Random House. Tengo una deuda de gratitud con ella. Fue tan emotivo como ver un muñeco de felpa hecho con mi cara. Eso les pasa, en general, a las personas que se mueren. Pero quiero vivir un poquito más.

La recuperación de la calle

Como buen docente, Paenza explica con ejemplos cotidianos: "Que estemos hablando de que tenemos 30 años de democracia es más una cosa de la gente de mi edad que de los jóvenes. Cuando yo nací no había televisión. Por eso para mí es normal hablar de cuando no teníamos. La primera vez que nos invitaron a ver televisión en la casa de mi tío, mi mamá me peinó con gomina. Me acuerdo que le dije: "¿Vos creías que ellos nos miraban a nosotros?" Para poder entender el valor de algo, hay que comprender lo que no se tenía o se perdió. La mayoría de las personas de menos de 30 años nunca tuvieron ausencia de democracia. Nosotros lo miramos así porque vivimos históricamente un sistema pendular con momentos democráticos, con momentos de golpes de Estado. La primera imagen de democracia que se me ocurre es una fiesta, la gente en la calle, la gente en el Congreso. Yo no lo voté a Alfonsín pero me acuerdo de haber ido al Congreso con unos amigos, verlo pasar y gritarle: ¡Fuerza Raúl! Casi como si nosotros lo estuviéramos ayudando a defender la democracia. Esa es mi imagen, la recuperación de la calle".

Por qué Adrián Paenza

Porque es doctor en Matemática, docente y reconocido periodista. Su aporte a la educación y a la comunicación de cuestiones científicas a través de programas de televisión como Científicos, Industria Argentina o lterados por PI entre otros, y su colección de libros de matemática (Matemática…¿estás ahí? Matemática para todos y Matemagia); además de colaborar con distintos proyectos como la creación de Tecnópolis, lo convirtieron en referente de la divulgación científica en nuestro país.

(Diario Tiempo Argentino, domingo 17 de noviembre de 2013)

Image Hosted by ImageShack.us