CANCION / Balada para mi muerte / Escribe: Horacio Ferrer






Sus libros de poesía; Loquita mía, Versos del Duende, Los tangos de Piazzolla y Ferrer (2 tomos), 1000 versos a Picasso (con CD, dos ediciones y la segunda ilustrada con pinturas de Lulú Michelli), Teatro completo (con CD y prólogo de Susana Rinaldi), Megamor (solo de poesía), Loca ella y loco yo (editado en Génova, bilingüe español-italiano).

Como recitador registra los discos de Maria de Buenos Aires, y otros con diciendo sus versos con Astor Piazzolla, Osvaldo Tarantino, Roberto Grela Juan Trepiana, Juanjo Domínguez; más los DVD Diálogos de poeta y bandoneón con Raúl Garello, Ferrer, tangamente, Horacio Ferrer: el poeta y la música realizado por Mássimo Martino (en 4 idiomas, editado en Turín para todo el mundo) y en 2011 Horacio Ferrer: poeta en si mayor film de largometraje del documentalista portugués Diogo Varela.


Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.

Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrazame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.

Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.

Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!

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