El gobierno nacional parece decidido a poner en marcha una modificación en el sistema impositivo que permita gravar aquella renta financiera que hoy no paga nada. Por lo menos dio el primer paso. Abrió el debate en el Congreso por un pedido expreso que la jefa del bloque del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados, Juliana Di Tullio le hizo al diputado Héctor Recalde.
En principio, Di Tullio le solicitó hace ya 20 días al legislador de extracción sindical que haga un compendio de los proyectos en danza y redacte uno simplificado. Sin embargo, la noticia se conoció recién el viernes último.
La idea inicial de Di Tullio es conocer cuánto podría recaudar el Estado si decide gravar la renta financiera y, a partir de ahí, consensuar una iniciativa conjunta con el Poder Ejecutivo que apunte a subir el techo por el cual se grava a los salarios con el Impuesto a las Ganancias.
Los organismos del Ejecutivo que trabajarán con los legisladores en la elaboración del proyecto común son el Ministerio de Economía y la Administración Federal de Ingresos Públicos.
"Es un pedido que me hicieron muchos compañeros del bloque del Frente para la Victoria", jura Di Tullio para tratar de despegar la iniciativa del gobierno nacional.
Pero la legisladora, de buena llegada con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, jamás habría colocado el debate en el centro de la escena sin el visto bueno de la Casa Rosada.
El objetivo apunta a eliminar una doble injusticia. Quitarle presión a los sueldos medios que hoy se ven alcanzados por el Impuesto a las Ganancias y compensar la merma en la recaudación con un gravamen a aquellos segmentos de la renta financiera que no hacen ningún aporte al sistema.
En la actualidad existen muchos fideicomisos que no tributan Ganancias, tampoco lo hace la adquisición de empresas entre grandes grupos económicos y también están exentos del pago de impuestos las operaciones de compraventa, cambio, permuta de acciones, bonos y demás títulos valores obtenidas por personas físicas, jurídicas y sucesiones indivisas beneficiarios del exterior, entre otros muchos tópicos.
Esta fórmula, que combina la imposición a la renta financiera exenta y una suba sustancial en el mínimo no imponible de Ganancias, permitiría lograr un avance importante en materia de equidad y lógica tributaria y al mismo tiempo descomprimir el malestar social que hoy genera la presión fiscal sobre los trabajadores.
"No puede ser que hoy pague impuestos un salario de $ 10 mil y no se cobre nada por una transferencia financiera de $ 100 millones", razona, Enrique Dentice, economista de la Universidad de San Martín.
"La reforma tributaria es una materia pendiente", advierte, por su parte, el influyente economista heterodoxo Héctor Valle, quien es partidario de reimplantar el impuesto a la herencia y de aumentar los tributos al juego.
De acuerdo a las estimaciones de Valle, un gravamen a la renta financiera permitiría a la Nación recaudar alrededor de $ 6000 millones por año.
Pero está claro que el impacto en las arcas fiscales de un proyecto de estas características dependerá esencialmente del alcance del mismo y eso sólo se sabrá cuando se conozca la propuesta final, que debería ser consensuada con las principales bancadas de la oposición para lograr una mayor legitimidad.
Por su parte, Ernesto Mattos, economista del CEMOP, cree que habría que aplicar un gravamen extra a los beneficios de la banca que el año pasado obtuvieron un beneficio neto de $ 19 mil millones y "son el sector que más ha ganado en la última década, gracias al impulso del consumo".
Más allá de las características que tenga el proyecto final, lo importante es que esta idea de impulsar un sistema tributario más progresivo tome cuerpo y no se transforme en un simple manual de buenas intenciones o naufrague fruto de las fuertes presiones de un sector financiero que históricamente ha logrado gambetear cualquier reforma que los obligue a pagar impuestos como lo hace el resto de la población.
Desde el punto de vista político es una iniciativa compleja porque se presenta en los meses previos al comicio electoral.
Sin embargo, también es cierto que la sociedad, particularmente, los sectores medios beneficiarios de esta medida, celebrarían una propuesta de estas características.
Además, también sería un mensaje claro a los votantes de que el Ejecutivo está dispuesto a poner en marcha las decisiones de fondo necesarias para encabezar la segunda década de reformas socioeconómicas profundas que reclama el modelo socioeconómico.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 14 de julio de 2013)