MENDOZA / Preguntas por las preguntas / Escribe: Carlos Almenara






La disertación de la presidenta en Harvard actualiza la cuestión de la pregunta.

Es suficientemente conocido que luego de una exposición en que la presidenta planteó, como suele hacer, muchas preguntas y cuestionamientos al orden internacional, hubo una ronda de “preguntas”.

Uno de los “preguntantes” repitió literalmente los argumentos que los “fondos buitre” volanteaban a los asistentes. ¿Hace falta recordar quiénes son los fondos buitre? ¿Qué podríamos pensar de los argentinos que se alinean a esos intereses?

Todas o casi todas las supuestas preguntas no fueron tales; fueron afirmaciones imposturas, ataques, faltas de respeto o agresiones, en una secuencia que nos es muy familiar.


Recordamos que hace poco tiempo un seleccionado de los personeros principales de los grupos de medios concentrados con su actual vocero, Lanata, a la cabeza, se presentaron “queriendo preguntar”. Ahora se solazan porque parece que eran éstas las “preguntas” que querían hacer. Pero no es preguntar lo que quieren los medios hegemónicos. Cuando aparece una verdadera pregunta la ocultan en medio del ruido.

Preguntar va de la mano del sentido crítico que ha recuperado buena parte de América Latina y que los vuelve locos. Es lo que los hace gritar destemplados atacando al poder político.

Preguntar por las alternativas al camino único del capitalismo neoliberal está en el centro de las posibilidades de expresión de esta nueva realidad continental.

Preguntar por la razón de que grupos concentrados manejen la comunicación del país y recorten, manipulen o censuren a su gusto está en corazón de la movilización social que comenzó en los albores de la recuperación democrática y tuvo un hito fundacional con la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Preguntar por los motivos de la destrucción de la industria argentina y de las economías regionales está en el meollo de los debates actuales sobre la compra de dólares.

Preguntar por el rol de la política y los políticos, por los jóvenes, por los jubilados, por la dignidad, la justicia y la independencia es el nudo de los enormes logros que hemos tenido estos últimos años y la posibilidad de ser la bisagra a un futuro de libertad y grandeza.

La pregunta ocupa el lugar neurálgico que posibilita un proyecto emancipador, un proyecto popular, de los de abajo, de la reparación.


La pregunta incluye la posibilidad de inquirir y cuestionar el sometimiento del representante legítimo a los medios concentrados que quieren ponerlo en la picota. La pregunta plantea la posibilidad de negarse a esa posición subordinada. Esencialmente la pregunta es el cuestionamiento a la subordinación, a lo que no resiste la mirada a los ojos de los desiguales: -¿Por qué tenemos distintas oportunidades? O directamente, ¿por qué tú tienes lo que yo no?

Esa asimetría que construye el mercado pero pone en cuestión la política es la pregunta que no resisten. Que nunca resistirán. Que nunca formularán. Es lo que quieren tapar con un ruido ensordecedor.

Mientras tanto, aunque la pregunta les resulte insoportable, como dijo hace varias décadas Bob Dylan, “la respuesta está soplando en el viento”.

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