INTERNACIONAL / Una noticia que debe ser celebrada / Escribe: Adolfo Aguirre






El comienzo de las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es un hecho histórico que merece ser celebrado por todos los pueblos de América Latina y el mundo.


Pero esta celebración no tiene que ser ingenua, ya que sabemos que será una larga negociación entre las partes, y la suerte de este proceso pende de un hilo muy fino. Cincuenta años de conflicto, con millones de desplazados y miles de muertes no se soluciona de la noche a la mañana. Los cinco puntos de negociación acordados (desarrollo agrario, incorporación política de la insurgencia, fin del conflicto armado, drogas ilícitas y reparación para las víctimas) son una agenda ambiciosa que deberá ser tratada con cuidado y principalmente paciencia. Tal como dijo en Oslo el representante de las FARC, estas no pueden ser negociaciones contrarreloj.

Hay dos hechos, relacionados entre sí, a destacar de este comienzo de las negociaciones. Por un lado, el reconocimiento de facto de que la aplicación de la lógica armada mediante el Plan Colombia ha demostrado tener grandes limitaciones y no pudo poner fin al conflicto. Este punto en sí ya es un avance importante. Reconoce entre otras cosas la derrota de la política de los Estados Unidos en su lucha contra las drogas. Por otro lado, el hecho de que haya tres países latinoamericanos involucrados en las negociaciones, uno como garante (Cuba, nada menos) y dos como acompañantes (Chile y Venezuela) es un logro histórico de la integración de nuestra región.

Es, además, el reconocimiento de que el conflicto en Colombia tomó dimensiones que afectan al resto de los países de la región y estos tienen un rol a jugar en su resolución: la clave de la negociación es colombiana, pero es fundamental que el resto de la región apoye y ponga todos los medios a su disposición para encauzar este proceso. Es por eso que como trabajadores con perspectiva latinoamericana nos enorgullece la participación de países de la región que no comparten posiciones ideológicas (Piñera y Chávez tienen poco en común en ese sentido), pero comparten la perspectiva de que la región tiene que actuar como un conjunto en cuestiones trascendentales.


Esperamos que esta negociación rinda sus frutos y que se pueda alcanzar un acuerdo de paz en Colombia, lo que significaría un triunfo para todos los pueblos de nuestra región. Hay muchos y diversos intereses en juego, tanto políticos como económicos, y es por esto que esperamos que se tome el tiempo necesario para llevar a cabo estas negociaciones, incorporando a todos los actores que sean necesarios. Cincuenta años de conflicto dejan heridas muy profundas en cualquier población, por lo tanto estas negociaciones se merecen todo nuestro apoyo y también toda nuestra paciencia.

(Diario Tiempo Argentino, sábado 20 de octubre de 2012)

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