Osea, no me pregunten cómo pero ayer estuve en Catia en la caravana del que te conté, osea, Chávez, osea… Ok, pregúntenme. Es que Carola me lleva a veces a unos lugares que, osea… Y esta vez me llevó, a mi, a la Kiki a Catia, osea, al oeste del Oeste…
Yo nunca había estado ahí, estaba, osea, super perdidísima, osea, me perdería demasiado. Pasamos al lado de unos edificios grandotes, osea, y alguien me dijo que eso el 23 de enero, osea, que el 23 de enero existe, que no es una leyenda urbana, osea, y que ahí vive gente, yo los vi asomados en las ventanas, osea, sacando banderas rojas, franelas rojas, cualquier cosa que fuera roja, osea, dice Carola que para saludar a Chávez pero yo creo que era que estaban colgando su ropa para que se secara en los balcones…osea…
El camino estaba lleno de chavistas. Lo supe, osea, porque estaban contentísimos, osea, super happy, típico de los chavistas que no están bien informados, que son capaces de pasar todo el día sin ver Globovisión, osea, así cualquiera está alegre. Me quedé loca porque la gente llevaba a sus niñitos !Quí hurribli! ¿Acaso no saben que un día que nunca llega se los van a quitar para mandarlos a Cuba? Osea… Y los niñitos saludaban contentos porque esos niñitos no saben que, sí, osea, sí: hoy les dan su computadorcita super cuchi pero eso, osea, es una trampa, para que crean, osea, y luego, ¡zuas! A Cuba toditos con ese señor que se llama Fidel, osea, que se parece un poquito a Santa Claus porque tiene barba y tal, pero no es porque no trae juguetes, osea, sufro como Maricori…
Otra cosa que me dejó, osea, helada es que en Catia vive un gentío yo que pensaba que nadie quería vivir allá, osea. Y no solo viven ahí sino que parece que son felices, a menos que, claro, les hayan pagado para parecer felices mientras pasaba la caravana, osea, entonces pienso, decente y pensantemente, que Catia es como un Hollywood caraqueño, full de actores de primera, osea, como para darle a toda Catia un Oscar, osea, que deben tener como 14 años ensayando la alegría, y la ensayaron bien porque hasta yo, que sí vi Globovisión antes de salir de mi casa, casi que siento una sonrisa en mi cara, osea, contrólate Kiki, contrólate…
O Hollywood, o que todos los empleados públicos de Venezuela viven en Catia y los obligaron a ir, osea, qué gentío, osea, con razón la burocracia… Osea, no puede ser otra cosa.
Y aquella canción, osea, súper pegajosa, osea, y todo el mundo cantando “de corazón, de corazón, Chávez de corazón”… Osea, y yo te lo juro que no quería cantarla, así que me concentré en la cara de Nitu, para no contagiarme de esa felicidad que había en Catia, porque, osea, si yo me llegara a sentir feliz en Catia, la Tutti, mi primi, me borraría del Facebook, osea…
Avanzaba la caravana como a cámara lenta. Yo no sé por qué nos metimos por esa calle llena de gente que no nos dejaba ir chola para poder salir de ahí. Cosas de chavistas que uno no entiende, osea, porque si yo fuera presidente privatizaría una calle solo para mi, osea, sin gente, sin colas, osea, y me iría demasiado… Osea, pero ahí estábamos, en medio de un bululú impresionante y el señor de la verruga, osea, en vez de darse su puesto y empujar a todo el mundo para salir corriendo de ahí, no, osea, él saludando muerto de risa, y tirando besos a todo el mundo, como si todos fueran iguales… Osea, como si todos fueran presidentes… Ahí es cuando me puse fúrica con Carola, osea, porque me dijo: “es que Chávez y el pueblo son una misma cosa… “
Osea, ya empezaba a hiperventilar, tenía yo un bajón de Aló Ciudadano. Necesitaba, osea, que alguien me dijera por la tele que yo no estaba viendo lo que estaba viendo en Catia. Y yo, buscando aire, osea, porque yo respiro aire, levantaba la cara y solo veía balcones llenos de gente con banderas, con trompetas y pitos… Música, música… Familias enteras, osea, porque en Catia viven familias, osea…
Full chamos, osea, adoctrinados. Yo no sabía que había tantos chamos chavistas. Yo creía que los manos blancas éramos la juventud venezolana, que nosotros somos los estudiantes. Los únicos EEEEEs- tu- dian-tes clap, clap, clap… Osea, había hasta una chama igualita a la Tutti, llevaba la misma franela rosada neón que compró la Tutti la semana pasada, osea, pero no era la Tutti, porque la Tutti, me consta, está en Mayami, osea… Osea, qué los chamos de Catia son como nosotros, osea, y yo ya no estoy entendiendo nada… Necesito ver a Carla y Kiko, osea, necesito que alguien apague a Carola que la tengo al lado “¿Viste, Kiki?” aprovechando este momento de debilidad que me choca, osea…
Me choca, osea, y tengo que concentrarme en el camino, no vaya a ser cosa de que me quede sin amiguis, osea. La idiota de Carola insiste “Tranqui, Kiki, que el voto es secreto, que en el este del Este, hay un montón de chavistas de closet”… Osea, no se si odiar o querer a Carola…
Osea, necesito una señal, algo que me rescate, osea help, porque Carola dice que el amor se contagia y yo me estoy contagiando, osea, y no puedo. Ya son muchos años furiosa, son años y años de “no es no” como para que ahora venga yo a decir que “si es sí”…osea, yo tengo mi orgullo intransigente, osea, fuck! Pero también tengo ojos, osea, así que nunca debí venir a Catia, tenía que haberlo visto en el canal que me dice lo que tengo que ver, osea, era más fácil no venir…
La señal que buscaba llegó: entre todos los balcones, iluminados, festivos -como diría Carola-, había uno en penumbras, sin sus bombillos cubanos, apagado todo, donde dos persona, apagadas también, miraban todo lo que yo miraba con cara de odio, de asco, osea, ” como tu cara Kiki, como tu cara” -Carola quiso abrazarme- osea, y yo la quise abrazar, osea, ¿seguro que esta caravana no tiene burundanga? Osea, “De corazón, de corazón, Chávez de corazón”… ¿Osea?