HISTORIA / El peronismo y la avanzada estatal sobre el sector eléctrico (parte 5) / Nota






Más tarde la Cooperativa se adhirió a un Convenio Colectivo de Trabajo ante la Secretaría de Trabajo y Previsión (79) y en el mismo se especificaba que la jornada normal de trabajo se reducía a seis horas diarias (36 semanales) para el personal rotativo y de 44 horas para el resto del personal.

Esto provocó que se tuvieran que realizar modificaciones en los horarios en las secciones de redes y usina con el fin de lograr el desenvolvimiento regular de las tareas respectivas.

Se debe aclarar que para la realización de tales reformas que implicaban considerables mejoras para el personal de la Cooperativa, eran los Organismos Estatales, los encargados de facilitar los fondos suficientes para llevarlas a cabo; correspondiendo el pago retroactivo desde el 1 de Febrero al 30 de Septiembre de 1949 al Banco de Crédito Industrial Argentino y del 1 de Octubre de ese año en adelante a la Dirección Nacional de la Energía.

En lo referente al primer periodo de tiempo que transcurre desde el 1 de Febrero al 30 de Septiembre de 1949, a fines de este año se habían entregado $ 44.746,98 y quedaba por cumplir el pago de $ 16.395,98.

En lo concerniente al segundo periodo de tiempo, o sea desde el 1 de Octubre de 1949 en adelante, era responsabilidad de Dirección Nacional de la Energía, y dicha repartición demoró el pago mencionado, y fue la Cooperativa la que abonó los aumentos especificados en el Convenio Colectivo de Trabajo, y esperaba el reintegro por parte del organismo oficial de $ 19.178,17.




En mayo de 1951 quedó sancionado un nuevo Convenio Colectivo de Trabajo de carácter nacional, cuya aplicación se hizo con retroactividad al 1 de Septiembre de 1950.
En Julio de 1951 los empleados de la CELF que estaban agremiados en SEODE pasan a estar afiliados al Sindicato Luz y Fuerza de Las Flores (en adelante SLYFLF).

Ese año los empleados de la CELF alcanzaron la cantidad de treinta divididos en los sectores de usina, redes y administración.

En 1943 surge el gremio Luz y Fuerza y tenía distintos sindicatos de base o asociaciones de primer grado en todo el país que atendían las necesidades de la jurisdicción regional (80).

Cada sindicato de base era autónomo política y económicamente y reclamaba por convenios colectivos dentro de su área de injerencia.

En este sentido la importancia de Luz y Fuerza de Capital Federal era destacada ya que contaba con el mayor número de afiliados y enfrenta a una patronal representada por tres empresas: CADE, CIADE y SUDAM (81).

Sin embargo con el paso del tiempo y frente a la necesidad de Convenios Colectivos de Trabajo a nivel nacional y la urgencia de que las discusiones con empresarios se consideren ante autoridades administrativas de trabajo o judiciales se conformó el 13 de Julio de 1948 una entidad representativa a nivel nacional, la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (en adelante FATLYF) (82).

La FATLYF estaba dominada mayoritariamente por la asociación de primer grado de Capital Federal que agrupaba el mayor número de afiliados.

El poder de Capital Federal estuvo representado por el dirigente Luis Natalini, quien primero fue Secretario General entre 1948 y 1950 y al año siguiente asumió el mismo cargo en la FATLYF (83).




Esta hegemonía de Capital Federal por sobre el resto de los sindicatos se mantendría a través del tiempo lo cual les permitía a sus dirigentes acceder a todos los Ministerios sin hacerse anunciar (84).

Cada asociación de primer grado era soberano en su área y el Ministerio de Trabajo otorgaba la jurisdicción sobre el espacio que el sindicato reclamaba como propio.
Esta situación les dejaba un gran margen de autonomía para determinados asuntos, por ejemplo en el manejo de las cuotas de sus socios, ya que la FATLYF imponía una cuota fija que el sindicato debía pagar, pero no intervenía en la administración de sus fondos.

También en lo que se refería a medidas de fuerza, aunque debían ser comunicadas a la FATLYF, podían ejecutarlas aún sin la aprobación de ésta (85).

Esta relación entre la FATLYF y sus asociaciones de primer grado era una excepción.
En la mayoría de los casos el dominio de la Federación era absoluto dado que controlaban el manejo de fondos y el poder de intervención.

Las cuotas de los afiliados eran percibidas por la Federación, la cual le asigna una cantidad de dinero que generalmente es porcentual de acuerdo a la cantidad de afiliados que se posea.

Con respecto a la intervención, la Federación podía destituir a dirigentes que se apartasen de los lineamientos estipulados por la conducción central (86).

Las ventajas de estar dentro de la FATLYF eran varias tales como los planes de vivienda, los accesos a recreos de vacaciones en diferentes partes del país, campañas gratuitas de vacunación, colonia de vacaciones, bolsa de trabajo, cursos de capacitación gremial, etc (87).

Debido a esto, numerosos sindicatos de Luz y Fuerza de todo el país se van adhiriendo como lo refleja su incremento en los Congresos que se realizaban periódicamente (88).

En Las Flores el personal de la CELF, agremiado a SEODE, y considerando las ventajas que concedía Luz y Fuerza optó por cambiarse a este sindicato en 1951.

Para ese entonces la FATLYF abarcaba a más de 35 asociaciones de primer grado en todo el país y en la Provincia de Buenos Aires contaba con 11 ubicadas en Las Flores, Baradero, San Nicolás, Mercedes, Lincoln, Olavarría, Mar del Plata, Bahía Blanca, Coronel Suárez, Azul y Punta Alta.

Es necesario remarcar que la Comisión Directiva del SLYFLF estaba representaba por los empleados que se desempeñaban en la CELF.

El presidente del SLYFLF Abel Álvarez (Oficial de oficio especializado en general), el Vicepresidente Rafael Amicone (oficial de oficio en primera en general) y el Tesorero Beltrán Sallette (maquinista de primera) (89).

El que la Comisión Directiva del SLYFLF estuviera conformada por empleados de la CELF, demostraba, por un lado la importancia que tenía la cooperativa eléctrica en el distrito como fuente de empleo y por otro permitía al SLYFLF realizar reclamos coherentes conociendo exactamente las características y condiciones del lugar de trabajo que en muchos casos la Comisión Directiva ignoraba (90).

A partir de 1951 los reclamos del SLYFLF hacia el Directorio de la CELF aumentaron notablemente. Ese año, el SLYFLF exigió a la Comisión Directiva de la CELF la rápida aplicación del Convenio Colectivo.

El Directorio había nombrado una Comisión especial con el fin de estudiar las reformas a realizarse en base al convenio ya que no estaba muy familiarizado con este tema.

En la siguiente asamblea se consideraron aplicables los nuevos cambios que mayoritariamente especificaban nuevas clasificaciones de personal según su clase, puesto, asignación y antigüedad con el correspondiente aumento de salario (91).

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