MENDOZA / La hora de unidad de la nación sudamericana (primera parte) / Escribe: Juan Melis







EL MERCOSUR COMO INSTRUMENTO ESTRATÉGICO DE UNA POLÍTICA DE INTEGRACIÓN

Los antecedentes mas próximos del Mercosur datan de 1951 cuando el General Perón les propone a sus pares de Brasil y Chile, Getulio Vargas, y al General Ibáñez del Campo, respectivamente, la conformación de un área de unidad estratégica política y económica llamada ABC, que sería el comienzo de un área de unidad que eventualmente se extendería a todo el continente Sudamericano.


Perón tenía muy claro que sin una política de unidad, a los países de esta zona del mundo les sería imposible avanzar, por sí solos, hacia el desarrollo económico y la plena autonomía.

Percibía que la “era de los estados nación”, por lo menos como habían sido concebidos en el siglo XIX, estaba terminada, y que se imponía el “continentalismo”, la “era de los estados nacionales continentales” como él mismo los llamaba. Aquellos ya no podrían competir con estos, con sus dimensiones gigantescas.

Sería interesante comentar con mayor detalle, las alternativas del ABC de Perón; en alguna otra nota tendremos la oportunidad, ya que hacerlo en ésta excedería el objeto de la misma.
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Nos interesa aquí destacar el concepto de la necesidad estratégica de la unidad sudamericana.

Es más, ya en aquella época de Perón, nuestros países no eran viables por separado, puesto que habían irrumpido en la escena internacional dos gigantes, uno en América del norte: EEUU y el otro en el oriente de Europa, la URSS.

Los principales países de Europa, después de la segunda guerra mundial perdieron el liderazgo. De ahí en más, tendrían que conformarse con papeles secundarios, roles marginales en relación al escenario central, en el cual se desarrollaba la pelea principal entre los dos grandes colosos que signaran la historia de la segunda mitad del siglo XX.

Ahora bien, si naciones como Inglaterra, Alemania o Francia, a esta altura, no eran viables por si solas, que quedaba para una veintena de países con economías agrarias dependientes, aunque algunos hicieran esfuerzos colosales para industrializarse, como lo hacía la Argentina de Perón en ese momento, Vargas en Brasil o el México de Cárdenas. Intentos loables por cierto, pero tardíos a escala internacional. El mundo había entrado definitivamente en una nueva etapa.

Desde aquellos días a la fecha “ha corrido mucho agua bajo el puente”:
Europa se unificó, ha desaparecido la URSS ¡nada menos!, los EEUU se han transformado en potencia hegemónica militar a la vez que, últimamente, pierde poder económico frente a China en medio de una crisis internacional que amenaza con pulverizar el modelo capitalista financiero. Crisis que a su vez pareciera estar llevando a la ruina a todo el bloque de la Unión Europea. Es que paradójicamente pretende mantener su unidad aplicando las medidas de política económica mas “ortodoxas” a sus eslabones mas débiles, con lo cual corre el riego de disgregarse, perdiendo de esa manera su posición relativa frente a EEUU y a los gigantes asiáticos.

Rusia está tratando de salir del marasmo producido luego de la caída de la URSS, consiguiendo parar el proceso de disgregación bajo la férrea mano del presidente Putín. Es más, con China están estableciendo acuerdos con el objetivo de minimizar la influencia de los EEUU en la zona, sobre todo en el Medio Oriente. A su vez China esta surgiendo como una potencia económica indiscutida, disputando mercados en todo el planeta, y la India es un gigante que va dar que hablar. En definitiva, todo está preparado para la disputa internacional de los próximos veinte años, que ya se está jugando en el vasto territorio Euroasiático. Hay pactos estratégicos, disputas por el control de las áreas pivotes y sus recursos energéticos, y reagrupamientos regionales trascendentes.

Dentro de este panorama internacional tan complejo y dinámico, Sudamérica emerge con la posibilidad cierta de transformarse en un espacio regional mas, que tiene que integrarse si quiere tener alguna significación en el panorama internacional. Más que nunca está vigente la cuestión de la unificación para la preservación de nuestros países frente a los grandes bloques que se están configurando en todo el orbe, a lo que hoy se le agrega la necesidad de defenderse mas eficazmente de la crisis de los países “desarrollados”. La utopía de San Martín y Bolívar se ha transformado en una urgencia. Y el Mercosur es el nudo gordiano de la integración sudamericana.

Retomando la línea esbozada por Perón y Vargas en los años cincuenta, el presidente Sarney de Brasil y Alfonsín de la Argentina, en la década del ochenta establecieron las bases de un acuerdo de integración que será concretado en 1990, por Menem y Color de Melo. Estos primeros mandatarios firmaron el “Acta de Buenos Aires” que estipula conformar un mercado común. Mas allá de los protagonistas, por cierto muy por debajo de la estatura de los acontecimientos, lo importante aquí -como diría el pensador uruguayo Alberto Methol Ferré, son las “significaciones” y estas fueron destacables. Se dio el marco inicial para el nacimiento de un acuerdo estratégico entre Brasil y Argentina, los dos países “más grandes” en recursos de América del Sur, es decir el núcleo duro de la integración del sur de América, el motor que tracciona al resto de los países de la región, a la manera de Alemania y Francia en la Unión Europea.

El Mercosur quedó constituido formalmente con la participación de Paraguay y Uruguay en 1991 en el tratado de Asunción, a partir del cual ha ido construyendo su propia historia. Tubo una primera etapa, podríamos decir, “mercantilista”, adecuada por cierto a la impronta que le imponían los gobiernos de la década del noventa.

Se fueron estableciendo las reglas de juego del intercambio comercial propias de un mercado común, con un sistema de bajas automáticas de aranceles y la eliminación de las barreras para-arancelarias.

Con no pocas dificultades el bloque siguió adelante, haciéndose visibles los intereses encontrados de distintos sectores, las asimetrías, los distintos niveles de desarrollo, las prioridades de los países mas grandes en fin, se atravesaron varias dificultades de complejidades muy difíciles de resolver, aun hoy.
A pesar de ello, con sus marchas y contramarchas, el Mercosur avanzaba.

Hubo momentos en que parecía desbarrancar, siempre presionado y pendiendo sobre su cabeza la espada de Damocles que significó la llamada “iniciativa para las Américas” implementada por George Bush (padre). Luego siguió que se enteraron de la firma del “Acta de Buenos Aires” devenida en la propuesta del ALCA, que sería el instrumento creado por el imperio para intentar destruir al Mercosur, puesto que el objetivo principal de los EEUU en la región era impedir la formación de un centro de poder.

Después de la cumbre de Mar Del Plata, el ALCA cayó en desgracia definitivamente computando un logro muy importante para los países del Mercosur, pero el imperio seguiría insistiendo con otros instrumentos como son los Tratados de Libre Comercio (TLC) a firmar país por país. Para ellos, evidentemente, lo fundamental no es como se haga sino evitar que se arme en América del Sur un centro verdadero de poder, como lo hemos expresado anteriormente.

En los últimos años el Mercosur está tomando mayor conciencia de su proyección estratégico-política, abandonando paulatinamente la visión mercantilista de la década anterior. No es un mero mercado de libre comercio, como querrían algunos. Es un ámbito donde se han incorporado temáticas de desarrollo integral: sociales, científicas y tecnológicas, sobre derechos humanos y libre circulación de personas, entre otras, que le dan una perspectiva estratégica de mayor dimensión. En este sentido podríamos decir que Mercosur se define no en sí mismo, sino en su proyección inevitable: la unidad continental.

Al parecer, fue con esta convicción que en la última reunión de Mercosur realizada en Mendoza, los presidentes de Uruguay, Brasil y Argentina exhortaron a todos los países de Sudamérica a incorporarse paulatinamente al bloque regional de países. De esta manera parecen ratificar que el Mercosur es el ámbito de integración económica, política y social central para la consolidación de la unidad de todo el subcontinente.

En esta ocasión los presidentes tomaron decisiones muy importantes. En primer lugar: los graves acontecimientos sucedidos en el Paraguay, donde tras un burdo golpe parlamentario se produjo la destitución del presidente Fernando Lugo. Este hecho aconteció pocos días antes de la cita mendocina, a la cual debía concurrir el presidente que fue depuesto. Esto produjo una expectativa dramática en relación a la reunión programada con anterioridad y la firme negativa a la participación de algún representante paraguayo que expresara en alguna forma al gobierno ilegitimo instalado en el poder.
Los presidentes de Brasil Argentina y Uruguay, procedieron a suspender al Paraguay del Mercosur, cumpliendo de esta manera con la cláusula democrática del protocolo de Ushuaia. En este acto, Argentina, Brasil y Uruguay, reafirmaron su convicción de no tolerar ninguna ruptura del orden democrático en el ámbito del Mercosur, con lo cual sentaron un precedente valiosísimo, garantizando que dentro de este espacio los países integrantes y los que se vayan a incorporar, no podrán apartarse de la legitimidad democrática so pena de quedar excluidos del mismo.

Al tiempo, en esta misma reunión decidieron incorporar a Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR, algo que no se lograba por la oposición sistemática de algunos miembros del senado paraguayo a votar afirmativamente su ingreso. Esta cuestión se hizo efectiva el día 31 de julio en la ciudad de Brasilia.



Incorporar a Venezuela al bloque del Mercosur es de gran importancia en todo sentido, tanto en lo económico como geopolíticamente. Venezuela es el cuarto PBI (después de Colombia) de Sudamérica y el mayor productor de petróleo de la región. También posee una de las reservas mas grandes del mundo en hidrocarburos, con lo cual podemos decir que se ha incorporado un socio que potencia significativamente al bloque y cierra la ecuación energética del mismo. Suma casi un millón de kilómetros cuadrados de territorio y treinta millones de habitantes. Desde el punto de vista geopolítico, con la entrada de Venezuela al Mercosur se consolida una enorme área territorial que va del extremo sur del continente hasta el mar caribe

(continúa el próximo jueves)

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