CANCION / Prohibido prohibir / Escribe: Eladia Blázquez






Quizá sin proponérselo, la Blazquez nos ofrece con sus composiciones, intentando tomar distancia, una buena muestra de la desfiguración de las ideas imperantes en los cincuenta y sesenta.

Eladia fue recorriendo a través de su vida de artista diversos caminos, según fueran las circunstancias, buscando un lugar para su empuje creador.

De muy niña triunfó cantando el repertorio popular español, determinada por el origen de sus padres. Los inmigrantes españoles formaban un público enorme, y Buenos Aires pasaba a ser la mayor ciudad gallega del mundo, con más habitantes nacidos en Galicia que La Coruña, capital de esa región hispana. El folclore argentino, luego el bolero, más tarde el tango y por fin la balada, fueron sucediéndose en su labor.

De 1970 es su primer disco LP dedicado al tango, donde canta sus propias obras. En los dos años previos había perdido sucesivamente a su madre y a su padre. En esa placa histórica incluye el excelente "Sueño de barrilete" que en realidad había compuesto en 1959 y dado a conocer recién en 1968.

Con un magistral engarce entre la melodía y los versos, presenta a un personaje frustrado, que no alcanzó la altura de su ideal. En ese mismo álbum figuran otros de los mejores tangos que jamás compondría Eladia, como "Contame una historia" y "Sin piel", además de "Mi ciudad y mi gente", que ganó el Festival de la Canción de Buenos Aires de 1970.

No se puede prohibir, ni se puede negar
el derecho a vivir, la razón de soñar...
No se puede prohibir, el creer ni el crear,
ni la tierra excluir, ni la luna ocultar...
No se puede prohibir, ni una pizca de amor,
ni se puede eludir que retoñe la flor...
Ni del alma el vibrar, ni del pulso el latir,
ni la vida en su andar... No se puede prohibir.
No se puede prohibir, la elección de pensar
ni se puede impedir, la tormenta en el mar...
No se puede prohibir, que en un vuelo interior
un gorrión al partir, busque un cielo mejor...
No se puede prohibir, el impulso vital,
ni la gota de miel, ni el granito de sal...
Ni las ganas sin par, ni el deseo sin fin
de reír, de llorar, no se puede prohibir.
No se puede prohibir, el color tornasol
de la tarde al morir, en la puesta de sol.
No se puede prohibir, el afán de cantar,
ni el deber de decir lo que no hay que callar...
Sólo el hombre incapaz de entender, de sentir
ha logrado, al final, su grandeza prohibir,
y se niega el sabor y la simple verdad,
de vivir en amor y en total libertad...
Si tuviese el poder de poder decidir...
Dictaría una ley... ¡Es prohibido prohibir!

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