La recuperación de YPF por parte del gobierno de Cristina Kirchner marca un hito en la historia económica argentina y da un paso más en el paulatino abandono del neoliberalismo que se enseñoreó entre nosotros y que dejó como resultado sólo fracasos a la vista de todos. Esta importante reivindicación reveló la madurez de la dirigencia política que, abstrayéndose de las disputas partidarias, no vaciló en sumarse a un consenso y decidir, con mirada estratégica, la conveniencia soberana del estricto interés nacional. Esto es lo que ha ocurrido cuando la Presidenta promulgó la ley que coloca en manos del Estado el 51 por ciento de las acciones de YPF. La norma había sido aprobada con amplia adhesión en el Congreso (64 a 4 en el Senado y 208 a 32 en Diputados). Este golpe final al paradigma privatista se enmarca en la línea de anteriores medidas, como la renegociación de la deuda externa, el fin del acatamiento sumiso a los dictados del FMI, la recuperación de los fondos de las AFJP y la reforma del BCRA, entre otras. De modo similar, la nacionalización de YPF constituye un hito fundamental que rompe el paradigma neoliberal del Estado ausente que condenaba a la Argentina a ser un mero exportador de materias primas, para constituirnos en un país industrial, aun con base agroindustrial, fundamental para el autoabastecimiento y el manejo soberano de la energía, para lo cual es imprescindible el rol protagónico del Estado, que nunca debió abandonarse.
- Autoabastecimiento. Uno de los aspectos positivos de la ley es que declara de “interés nacional la recuperación del autoabastecimiento”, vital para erradicar incertidumbres por la volatibilidad del precio internacional de los hidrocarburos y cumplir con el sano desafío de mantener en equilibrio la balanza comercial del país, sin que la importación de combustibles genere un gravamen cargoso y creciente, sobre todo teniendo en cuenta las mayoritarias predicciones de que el precio del barril seguirá aumentando. Perón siempre sostuvo que, para poder industrializarse, el país tenía que brindar energía barata, y que YPF vuelva a estar al servicio del desarrollo argentino significa que se ha recuperado un instrumento central para el objetivo estratégico de proporcionar combustible accesible no sólo para la industria sino también para las familias, en especial para los sectores más humildes, contribuyendo a favorecer la competitividad de los diversos sectores de la economía argentina. Ese objetivo es, a la vez, compatible con la decisión de que YPF sostenga en sus planes de producción, explotación y crecimiento empresarial un alto nivel de profesionalismo, así como un deseable afán de ganancias para confirmar la efectividad y eficiencia de un Estado atento y consecuente con los riesgos que adopta.
- Previsibilidad. En las últimas semanas se oyeron voces alertando respecto de la seguridad jurídica y la previsibilidad del sistema argentino. Yo me pregunto: ¿qué previsión puede tener una empresa que percibe que el país en el que invierte se desentiende de algo tan básico como la energía y lo deja librado a las fuerzas del mercado? Como señaló la Presidenta, “somos el único país de Latinoamérica y casi del mundo que no maneja sus recursos naturales”. La definición de la matriz energética es esencial para el desarrollo de cualquier país y es indiscutible, como lo es la importancia estratégica de los hidrocarburos y el rol que cabe al Estado en su explotación sustentable. En ese marco, reasumir el control de YPF, la principal petrolera nacional, constituye el rescate de una herramienta clave para el desarrollo argentino pues ella permitirá que las potencialidades energéticas en su más variada gama se hagan visibles para el bienestar de todo el pueblo. La renacionalización de YPF nunca fue más oportuna que ahora, a la luz del creciente desinterés puesto de manifiesto por la empresa Repsol, más evidente en los últimos dos o tres años con las casi nulas inversiones realizadas, el descenso en la producción de combustible, el agresivo reparto de dividendos rayano con el vaciamiento, la caída de las reservas de hidrocarburos convencionales y la incapacidad de desarrollar una propuesta acorde con nuestra necesidad de explotar los no convencionales.
- Shale gas y shale oil. Me aventuro a anticipar que aún carecemos de la real conciencia que tiene para la Argentina la recuperación de YPF. Porque si los pronósticos científicos realizados, que colocan al país en el tercer lugar en materia de reservas de recursos de energía no convencionales –shale oil y shale gas–, se corresponden con un plan de gran aliento y continuidad en el tiempo, nos convertiremos en un jugador mundial de primer orden por la posesión del 11 por ciento de esos recursos mundiales y la capacidad exportadora que exhibiremos en un futuro no muy lejano. Resolveremos de esa forma dos cuestiones básicas de un proyecto nacional: el autoabastecimiento energético y la provisión de energía a naciones que no la tienen. De la misma forma que estamos en condiciones de ser el país proveedor de alimentos por excelencia. China y Estados Unidos, dos de las principales economías y los actores geopolíticos de mayor relevancia actual, han comenzado una carrera de desarrollo científico y tecnológico para garantizarse la explotación sustentable de estos recursos “no convencionales”. Son consecuentes con sus aspiraciones de liderazgo mundial.
No es casual que la segunda mitad del siglo XX y el inicio del XXI se hayan caracterizado por guerras cuyos objetivos principales fueran, y lo son, los recursos naturales. Por eso es hora de que la Argentina se ponga en marcha, no sólo para explotar sus riquezas y usufructuarlas en todas sus dimensiones sino para proteger su soberanía, porque de ella depende el futuro de sus habitantes. Es tiempo de que la Argentina avance también para articular, como dice la Presidenta, el desarrollo productivo con justicia social que propugna su gobierno. El éxito productivo está indisolublemente ligado al éxito del desarrollo social, una bandera del peronismo que se avizora más cercana después de la feliz decisión de recuperar YPF.
(Diario Página 12, lunes 28 de mayo de 2012)