El 21 de mayo de 1969 la ciudad de Rosario es tomada. La Marcha del Silencio es por la muerte del obrero y estudiante Luis Blanco (15 años) debida a la tristemente célebre caballería.
Hace exactamente 43 años, es asesinado Adolfo Bello en la Galería Melipal, sobre calle Córdoba en Rosario (antes no tenía salida por Corrientes -era cerrada al medio-).
Se inicia así un proceso que culmina el 21 de mayo cuando la ciudad es tomada, luego de la Marcha del Silencio, realizada por estudiantes, trabajadores y la población en general, enterados del nuevo asesinato: el obrero y estudiante de 15 años, Luis Blanco, caía entre la Radio LT8 y la plaza 25 de mayo, cuando avanzaba el pelotón de la tristemente célebre caballería.
En esos días de mayo de 1969 tenía 19 años.
Fue el bautismo de fuego de muchos de nosotros que caíamos en la cuenta que nuestra obligación era enfrentar la Dictadura.
Todo era conmoción en el país.
Hacía pocos días en Corrientes había caído un estudiante: Cabral en una marcha de reclamo por el Comedor estudiantil.
La Noche de los Bastones Largos había iniciado un proceso incontenible, en el cuál los estudiantes veíamos que el enfrentamiento era ideológico con el esquema de poder.
Las compuertas se habían abierto ...
Me vienen hoy a la mente los primeros escarceos inorgànicos, casi infantiles de aquella primitiva organización de estudiantes.
El motivador era voltear el centro de Derecho en la Católica -por entonces en el La Salle.
Ya habíamos organizado algo como un escrache de hoy para bancar al Yayo Baltuzzi que se negó a recibir la medalla en su graduación de manos de Bolatti, un impertérrito arzobispo que luego fue lo peor de la alianza con la dictadura.
Salió todo mal, llegaron tarde los de otra facultad y no cortaron la luz.
Algunas bombitas de olor rodaron por el salón.
Pero la operación se suspendió.
No importa, sirvió para saber de qué lado estaba cada cual.-
En el Bar 'Las Rejas' cercano a todos, confluíamos con las chicas de Comunicación que estaban en las monjas de San Juan y 25.
Charlas, peñas con la guitarra de Huguito Parente, novedades del mayo francés, de vietnam, del ché.
Como veníamos del mismo palo, el Cristianismo, el Concilio y conocíamos a Camilo Torres.
Y ahora lo que pasaba en Corrientes y en todo el país.- Noviazgos, trasnoches, primeros elementales volantes a mimeógrafo.
Hay otros compañeros en otros lugares.
Conocerlos de a poco.
La muerte del 17 nos había tocado cerca.
Todo era indignación, y cada uno quería hacer algo.
Muchachos, organización.
Se convocó a la Marcha del Silencio para el 21. Ahí si venía dura la mano.
Primeros acercamientos al Comedor Universitario dónde hoy es Artes, por calle Corrientes.
Hasta ahora reuniones en lo de Jorgito Araya, en el depto de pasillo de Roberto Borda.
Aún en el bar de nuestra Facultad en el subsuelo, entrando por una puertita de calle Mendoza. Conocimos al cura Mac Guire, y a Gerardo Ferrari.
Había que organizarse.
Reunión tipo asamblearia en el Colegio Mayor.
Estaba en Oroño, con salida a una cortada entre 9 de julio y 3 de febrero, a metros de ciencias económicas.
Conservo aún los sonidos y los olores de ese Colegio Mayor, onda pensionado de estudiantes del interior.
Todo ahí era febril, cada habitación era un hervidero.
Yo era un pijuí -dirían en mis pagos- pero trataba de aprender todo de golpe.
Eso sí que era en serio.
Eran grossos.
Ahí estábamos decidiendo el destino de la humanidad.
Corría Cristianismo y Revolución como pan caliente, Marcuse, Helder Cámara y el Salmo 5 del nicaraguense Ernesto Cardenal.
En el patio los miguelitos, y la primer molotov.
Se me cayeron las medias cuando en las vísperas del 21 estaban los de la CGT que adherían a la Marcha.
No sé quiénes eran entonces, supongo que Quagliaro o el Negro Aguirre.
Pero eran 'de los argentinos' contrarios a la burocracia sindical.
Fueron momentos religiosos, todos escuchàbamos con respeto y unción.
El 21 cada uno en su lugar.
A nosotros nos tocaba la Facultad de Derecho -ya tomada- enfrente la CGT.
Había cerca de las 18 marchas desde Pellegrini y la cabecera por Córdoba que tenía calle y cordón .no era peatonal. La montada reprimía los intentos de ingresar al centro.
Por distintas calles tratábamos de llegar a la cabecera que ya estaba por Corrientes dominada por los estudiantes.
La gente arrojaba macetas, palos, y diarios encendidos para neutralizar los gases.
Nos abrían las puertas y nos salvaban de la arremetida.
Ví actos valerosos de señoras con ruleros impidiendo entrar a la cana a un edificio que nos dió cobijo.
La infantería no podía con tantos flancos y se fue replegando a la plaza San Martín y a la Jefatura.
La montada en retirada ante los petardos, las macetas y las bolitas que rodaban haciendo caer al pobre caballo que rehuía la carga. Ibamos y veníamos dueños de la situación.
Como era ritual, a la Ford -donde hoy es el Coto de 3 de febrero- y a Xerox por Santa Fe. Molotov y a rajar.
Estábamos protagonizando EL ROSARIAZO.
Dueños de la calle, en Derecho, nos llegaban las novedades desde la CGT. Van hacia la radio AM: LT8.
Hay que tomarla para leer una proclama.
El personal adhería, y estaban sólo pasando música.
Algo pasaba más allá de Dorrego, pero no podíamos avanzar porque la policía se había adueñado de la plaza y nuestras propias barricadas eran un impedimento.
La radio era custodiada por no sé si la Gendarmería, algo así.
Lo impidieron en LT2, que estaba en Corrientes y Santa Fe y acá no sería menos.
Hasta que empezaron las balas.
Un zumbido agudo se sentía y cuerpo a tierra nos metimos en Derecho.
El Comando del Ejército a oscuras, con cientos de cascos en la terraza también tiró.
En esa época no había de goma, eran de verdad.
El 'correo' que cruzaba a la CGT trajo la consigna, ya cerca de la media noche.
No se pudo tomar LT8.
Hay heridos, muchos, que los llevan a la Asistencia Pública -el viejo edificio antes de la Maternidad Martin- .
Hay que acordonarlo, no permitir que la cana los meta presos.
Cuando llegamos a la Martin, zigzageando por calles, el espectáculo era sobrecogedor.
Quizá el tiempo y la Salamanca de Favio influyen en la visión.
La estructura vacía, hoy el Cemar, como una sombra que cobra vida, estaba cubierta de pibes y pibas sentados en los bordes hasta el tercer piso, como mínimo.
Las calles, nuestras, con fogatas cada tanto, con barricadas y compañeros que controlaban quiénes entraban y salían.
Hasta el golpe fatal, la noticia . LUIS BLANCO, de quince años, obrero y estudiante secundario había muerto en las puertas de LT8.
La batalla era en serio.
En silencio vimos cómo la madre de Luis llegaba, humilde, fuerte.
Se abrazó en esa madrugada, que olía ácido y con eco seco de estruendos más allá, con el estudiante de medicina que lo acarreó a la Asistencia tratando de resucitarlo -dicen que era Aníbal Reinaldo- y lo asistió hasta el final.
Después el control en el Colegio Mayor -vaya seguridad-...
'El que pueda tomar un bondi, raje.
El Ejército está entrando ni bien empiece a clarear.
Nosotros acà levantamos todo hasta que pase la bronca.'
Al otro día había que estar atentos para ir al velatorio del pibe, y al entierro. No nos dejaron llegar ni cerca.
Pero esa es otra historia.
Tipo 7, cuando clareaba agarré el primer Expreso Alberdi que empezó a circular.
Nos paró el ejército dos veces, y controló el pasaje.
Lo que pasa que en el Cruce Alberdi habían trabado un vagón sobre las vías.
Eran los heroicos ferroviarios, que aún andaban en barra por allí y desafiaban al ejército.
Una veintena les chiflaba desde la garita con su gallito de hojalata en la punta, que aún está.-
Sobre Juan José Paso había grupos dispersos que habían hecho también barricadas y fuego.
Eran de Empalme, dicen.
Después supe que Empalme Graneros era territorio libre, y lugar obligado de repliegue.-
Esa noche, y con emoción, me enorgullezco de haber vivido el bautismo de fuego de la militancia.
Esa noche me gradué.
Después todo fue una voragine imparable.
La toma de conciencia a los tropezones, nos puso los pantalones largos del protagonismo y la conciencia política a futuro.
Una semana después se vivía el Cordobazo.
En Setiembre, junto a la CGT Unificada protagonizamos el Segundo Rosariazo y cantamos la marchita cuando las columnas del Swift se unieron a los estudiantes de Ingeniería sobre Pellegrini.
El 17 de octubre estábamos en un locro multitudinario en el Estadio Millia.
Teníamos pertenencia.
ATE fue nuestra casa obligada.
Erróneo o no, dejamos de lado los condicionamientos burgueses y las imposiciones sociales, dejábamos la facultad y todo otro vicio, proletarizándonos y asumiendo el compromiso revolucionario.
Un año después conocíamos el Comunicado Nº 1 del Ejército Montonero.