Federalismo secesionista o proyecto local integrado al nacional / Escribe: Norberto Rossell






Desde que la actual administración de la Provincia, después de asumir, comenzó a gobernar; comenzó también a aparecer en los medios el remanido tema, de raigambre conservadora, sobre la dependencia o autonomía del gobierno provincial respecto de los poderes nacionales, en particular del Ejecutivo Nacional. En general se reactualiza el imaginario que los conservadores construyeron desde principios del siglo XX, que supone la posibilidad de independencia de la Provincia, del Estado Nacional –en sus tres ámbitos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial-

Pocos dirigentes de nuestra provincia escapan a esta construcción ideológica amasada durante más de un siglo, ni el actual gobernador para quién pareciera que la atribución de la Corte Suprema de Justicia de hacer el control constitucional de la leyes es una cuestión lúdica o meramente coyuntural –me refiero al fallo sobre el aborto en las condiciones que el código penal determina desde hace casi 100 años-

Esto sin embargo, con ser serio, no deja de ser anecdótico.



La cuestión de fondo la constituye una paradoja que cada vez se hace más visible por su impacto en las cuestiones cotidianas de nuestras vidas: "El sistema republicano federal distribuye el poder político geográficamente (provincialmente) al mismo tiempo que el sistema económico lo concentra nacionalmente".

Una argumentación académica, a modo de sustento de esta hipótesis, excede este espacio; sin embargo la experiencia cotidiana con la configuración de las instancias de decisión (sean sindicales, empresariales o políticas y hasta confesionales) acuñadas en el dicho popular de que “Dios atiende en Buenos Aires”; más distribución demográfica y del PBI y lo conocido sobre las vinculaciones económicas y extensión geográfica de los grupos empresarios locales, me parecen suficientes para considerarla, sino objetivamente cierta –en tanto no acerco mayor información- intuitivamente obvia o evidente.

A partir de aquí, la primera consecuencia de esta circunstancia está en el "manual de acción política" de cualquier gobierno nacional y en particular del peronismo: Los gobiernos nacionales negocian con los gobernadores y poderes fácticos locales priorizando las necesidades nacionales de acumulación de fuerzas para lidiar con los poderes económicos nacionales. Esto deja fuera todo lo local que no tenga que ver con ese escenario nacional: principalmente lo social local y accesoriamente lo micro económico.

La segunda consecuencia es que el poder de las corporaciones con asiento local -en red con el poder económico nacional- tienen siempre un poder relativamente mayor que cualquier estructura política local.

Y una tercera consecuencia es que los poderes económicos reales pueden adherir nacionalmente a las políticas del Gobierno Nacional, mientras las niegan en la práctica localmente.

La paradoja a resolver es que lo que aparentemente favorece las políticas nacionales termina fortaleciendo a las corporaciones en el orden local, lo que a su vez fortalece los poderes económicos a nivel nacional. En la práctica, esta paradoja se resuelve en la negociación permanente de todos los conflictos de importancia estructural, en el nivel nacional.

Pero esta resolución tiene el problema de no poder –no está a su alcance- contemplar variables como: medio ambiente local; tiempos biológicos de los que vivimos en esos ambientes; modelo local de desarrollo productivo, desigualdades, aspiraciones, imaginarios y necesidades de los actores reales y concretos (de carne y hueso y hasta, si se quiere, con nombre y apellido) de las localías. Tiene también, en su propia esencia, la cualidad de constituir un equilibrio inestable que sólo es posible conservar a partir del disciplinamiento vía presupuesto nacional y permisividad negociada para algunos actores económicos.

Lo planteado se traduce en una tensión permanente entre lo local y lo nacional y en ese marco, especialmente para los que adherimos al “Proyecto Nacional”, se nos hace difícil entender por qué tal o cual ministro o funcionario del gobierno nacional apoya a tal o cual personaje local, a tal o cual grupo de intereses económicos locales, que no representan los valores de aquél Proyecto y aún más, en algunos casos, representan todo lo contrario.

De lo poco dicho está claro que no es posible para el Gobierno Nacional, en el marco de esta racionalidad, sintetizar nuestros problemas locales y entonces la discusión sobre una posible reforma de la Constitución Provincial es una oportunidad que sólo se presenta de tanto en tanto -100 años tiene la constitución vigente- que debe atender a lo que venimos describiendo.

Los conservadores resuelven el tema por el lado de la secesión y el poder nacional por el lado de la centralización, falta la voz de los que por aquí vivimos y no creemos que nos sirvan ninguna de esas dos opciones.

Lo que puede llenar las páginas de los diarios es sólo la anécdota, lo que determinará la vida en el futuro por estos lares, es el tema de fondo a discutir en el marco político de la legitimidad que permite el mantenimiento de la racionalidad descrita y que se basa, por imperio histórico del Pensamiento Nacional y Popular en lo general y del Peronismo en particular y por voluntad política explicitada por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en la voluntad social que, siendo la única que puede transformar la realidad, se sigue expresando hoy en el sentido de la consigna “Pueblo o corporaciones”.

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