La fuerte decisión política de la presidenta Cristina Fernández de sustituir importaciones, nos está conduciendo a producir en nuestro país lo que consumimos.
La falta de trabajo sigue siendo uno de los problemas más importantes del mundo. El tenerlo permite crear horizontes, ayuda a consolidar el desarrollo del país, como sucede en la Argentina.
Cuando en 2004, Néstor Kirchner anunció el canje de la deuda en default, para generar trabajo, poco menos que se tildó de oprobioso el tratamiento que se le daba a nuestros acreedores. Sería bueno repasar las opiniones variopintas.
Nos caíamos del mundo. Nos aislarían para toda nuestra vida útil. Dejábamos de ser un país creíble. Poco menos que un golpe institucional. Sin embargo, con el canje así planteado y la cancelación de la deuda con el FMI, el país recuperó su independencia económica en términos financieros.
En la Argentina fue necesario volver a hacer crecer el trabajo. El ex presidente asumió con más desocupación que votos. Él decía: “Nunca más el fundamentalismo del mercado, aspiramos a la movilidad social y para ello es necesaria la redistribución del ingreso.” Sostenía que era necesario volver a fortalecer el trabajo argentino con el Estado reparando las desigualdades sociales. Así se crearon 5 millones de puestos de trabajo.
El mundo sabe que los argentinos pagamos con creces la deuda. Sobre todo sus intereses usurarios a los que nos habían condenado los agentes consulares del mundo desarrollado. Nadie puede pecar de ingenuidad, ni siquiera el periodismo superficial.
Ahora, los titulares de los diarios saludan el “canje de la deuda” alcanzado por Grecia, única posibilidad de que la Comunidad Europea no estalle en pedazos junto con el euro. Bienvenido sea que se copien los buenos ejemplos, lo que nos debe poner orgullosos.
Recuperamos fuentes de trabajo y se abrieron otras. Millones de trabajadores que habían sido expulsados volvieron a formar parte, a recuperar su dignidad. Familias quebradas, se normalizaron. Los jóvenes comenzaron a tener posibilidades de crecimiento en el trabajo y en el estudio. Los hijos de esos trabajadores dejaron de asistir a comedores comunitarios, para sentarse a la mesa familiar. Los docentes volvieron a ocuparse de la tarea de enseñar en lugar de ayudar en el almuerzo comunitario en la escuela, y volvieron muchos científicos.
Claro que no está todo hecho. Tenemos que seguir bajando el índice de trabajo no registrado.
La fuerte decisión política de la presidenta Cristina Fernández de sustituir importaciones, nos está conduciendo a producir en nuestro país lo que consumimos. Y también aportamos valor agregado a nuestra producción primaria para aumentar las posibilidades de redistribución en justicia social.
Por eso el gobierno lanzó el Programa de Desarrollo de la Industria Nacional de Bienes de Capital, porque cada vez que importamos algo, estamos cerrando un puesto de trabajo, o muchos puestos de trabajo. Se trata de no importar trabajo y mano de obra, para potenciar con calidad la nuestra.
Se trata de consolidar el trabajo como mejor organizador social para el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
(Tiempo Argentino, 17 de marzo de 2012)