De cómo se genera una máquina de digerir basura, desde buena parte de las pantallas televisivas que desarrollan sus contenidos en Argentina. Todos van detrás de perros policías copiándose, adocenados. Tratan temas de sangre, amores contrariados, robos, violaciones y otras delicias, como si LA REALIDAD FUERA SOLO ESO. Mientras, los argentinos seguimos trabajando en forma silenciosa y de provecho, para reconstruir un tejido social que nos provea un futuro mejor. Con más luz que la que nos dejan ver.
No sé si es bueno o malo en sí mismo, pero lo concreto es que cuando uno se sienta frente al televisor, aun no tiene todas las alternativas que podrán disfrutarse cuando la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual esté plenamente implementada.
Serán muchos los canales nuevos, las radios nuevas. Diversas voces, de diferentes cuño y perfil se sumarán a emitir noticias, hacer análisis, plantear espacios para el entretenimiento, la cultura, el deporte.
Mientras tanto, buena parte de los canales de cable y los de aire son formas cada vez más espeluznantes y patéticas de dar a conocer casos policiales. Aquella información que otrora denominábamos “amarilla” o bajo la denominación de “periodismo amarillo”, hoy parece haber copado casi todos los espacios en las señales televisivas nacionales.
Este fenómeno ha llegado a cumbres realmente desagradables -y hasta reñidas con la tarea que desarrolla la Justicia-, como fue el tratamiento del caso Candela, que seguramente todos recordamos. En aquella oportunidad se dedicó al tema horas y horas de cobertura; se plantearon cientos de hipótesis; se identificaron nombres de personas a las que cualquiera, sin el más mínimo pudor así como también sin pruebas a la vista, acusaba livianamente. Y el sonsonete estaba en funcionamiento todo el día, metiéndonos en una vorágine de malas nuevas, rencillas de barrio y otras truculentas acciones igual de deplorables.
No recuerdo de quién es la frase “piensa mal y acertarás”, pero deseo suscribir fervientemente a ella en este momento. Porque no es casual que, cuando ya fue inevitable por parte del oligopolio Clarín frenar la sanción de la nueva ley de medios, entre otras acciones se dedicó a embarrar “el aire” con estos casos que se repiten a la vez que se suceden, una y otra vez. Esto, naturalmente, no sólo ocurre con TN, la nave insignia del grupo concentrado de medios. Se extiende a buena parte de las otras señales que, por desidia, falta de recursos y/o ideas para producción o porque “el tema se está tratando en los medios”, se abocan sin descaro al tratamiento de relatos verdaderamente escabrosos. Mientras, hacen invisibles todo lo demás.
Una cúspide de lo hasta aquí relatado es el momento en que en uno de los canales de noticias y ante la atenta, horrorizada mirada de sus colegas, un periodista iba mezclando nombres, fechas y datos de al menos tres casos policiales diferentes. Esta verdadera ensalada olvidable, se iba preparando casi en tiempo real, sin importar a quién o quiénes se prejuzga. La cuestión es ser más que la competencia a como dé lugar.
Así, por la mañana se acusa de asesino a un joven que conocía a la novia del primo del abuelo que fue enviado al más allá, mientras que en horas de la tarde, con nombre y apellido (y si hay imágenes de los rostros mejor aun) se da a conocer que se trataría… ¡de otra persona! No hay rectificaciones ni pedidos de disculpas por enlodar un nombre y luego, una vez más comienza a desarrollarse el dispositivo. Todos los cañones apuntan al linchamiento público y en tiempo real, de victimarios supuestos…
“Tratar” temas policiales es un buen negocio de quienes pretenden ocultar el verdadero debate que está produciendo en la sociedad lo hecho por el gobierno de Cristina, que fue iniciado por los cuatro años detentando el sillón presidencial, por parte de Néstor. No dejan que fluya el debate, lo entorpecen.
El otro negocio de los que usan los temas policiales como los más importantes a lo largo de transmisiones continuadas de 24 horas, es el de generar en los argentinos una sensación de zozobra que realmente espanta a la vez que inquieta. Es que, en definitiva, somos cuarenta millones, y si comparamos las cifras de la seguridad, nuestro país tiene una problemática media en Latinoamérica que tiende a mejorar (luego, claro está, de las políticas de reconstrucción aplicadas desde hace ocho años y a la fecha).
En conclusión, los medios no son la Justicia. Sólo ésta debe tomarse los tiempos correspondientes para investigar, cruzar información, sopesar declaraciones e intentar los resultados más eficaces. Todo lo demás es un negocio perverso pensado por unos pocos y copiado por muchos (mediocres o indolentes o sinvergüenzas).
- ¡Pasame el control remoto por favor! Prefiero ver un canal de películas.