Con la muerte del General Perón y la falta de energía de los dirigentes políticos que se declaraban sus herederos comenzó a tramarse en los centros imperialistas de poder el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976. Con la instauración de la más sangrienta dictadura de la que se tenga memoria se arrasaron los derechos ciudadanos, se reemplazó la Justicia por la desaparición de personas, se arrojó la Constitución por la ventana y, Martínez de Hoz mediante, se abrió la puerta al saqueo de nuestra Patria.
Cumpliendo con las directivas fijadas en los EE.UU, las cúpulas liberal-oligárquicas locales de las Fuerzas Armadas terminaron con los escasos focos de guerrilla urbana –que habían servido de pretexto para el golpe- aplicando métodos de represión brutal, realizada con la bárbara metodología aprendida en los manuales de instrucción de los invasores de Vietnam y Argelia. Dejaron la tierra arrasada para destruir la estructura industrial y social creada por el peronismo, abriendo la importación irrestricta de mercancías, enfeudándonos al capital financiero internacional y suprimiendo las conquistas obreras. Esos objetivos se cumplieron.
Una cuidadosa campaña orquestada por la prensa cómplice, sobre todo “Clarín” y “ La Nación ” -que se habían apropiado de Papel Prensa en una siniestra operación comercial articulada con la cúpula cívico-militar golpista- convirtió a las Fuerzas Armadas en responsables exclusivas de aquel régimen. Es cierto que a éstas últimas les correspondió la tarea sucia. Pero esos abusos no hubieran sido posibles sin la complicidad de sectores empresariales, que no sólo delataban a delegados sindicales, sino que creían beneficiarse económicamente con el advenimiento de la dictadura. Tampco sin la participación de la cínica partidocracia semicolonial que alentó y respaldó el golpe de 1976, hecho corroborado por el propio Videla a la revista española Cambio 16 el 16 de febrero pasado. Dijo el dictador: “El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. “¿Van a dar el golpe o no?”, me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional. Se trataba de una reunión privada y donde se podía dar tal licencia; una vez utilice este argumento en un juicio y me valió la dura crítica de algunos por haber incluido a Balbín como golpista. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el país”.
En la “democracia” light que continúo, luego de que el poder imperial creyese conveniente deshacerse del lastre militar -después de la derrota de Malvinas-, se siguieron las líneas maestras de las políticas económicas de corte ortodoxo y monetarista, profundizadas hasta el hueso en la década neoliberal de los `90. Martínez de Hoz (indultado por Menem) y la oligarquía agraria y financiera -la vieja “pandilla del barranco”- fueron, en definitiva, los únicos triunfadores en una Argentina devastada.
Aquel rumbo neoliberal que comenzó a transitarse el 24 de marzo de 1976 encontró su fin en la pueblada de diciembre de 2001, encauzada en el triunfo electoral de Néstor Kirchner.
24 de marzo de 2012
Los mismas clases e intereses económicos, los monopolios de la comunicación y partidos políticos que apoyaron el golpe genocida, los que se autoproclaman defensores de la institucionalidad y de la Constitución impulsan desde los consejos de redacción una tenaz campaña contra el vicepresidente Amado Boudou con el propósito de desprestigiar al gobierno de la Presidenta Cristina Fernández.
Los enemigos de la Patria , ocultos detrás de una prensa autodenominada “independiente” quieren desalojar del poder al gobierno que osó, además de llevar al banquillo de los acusados a los represores y torturadores, desandar el camino de la entrega y la subordinación económica a los intereses imperialistas.
No le perdonan al gobierno su decisivo viraje hacia el nacionalismo económico e industrial y la marcha inexorable dirigida a la recuperación de YPF, las paritarias y la redistribución de ingresos con la AUH , la política dirigida a la recuperación de la soberanía sobre las islas Malvinas y la integración del Mercosur y la Unión Sudamericana.
Hay que unir férreamente a los sectores que, desde las columnas de “Clarín” y “ La Nación ”, se procura dividir y enfrentar . Para profundizar este modelo es imperioso que marchen en la misma senda la mejor tradición del peronismo, el movimiento obrero, la juventud, las nuevas agrupaciones políticas y los movimientos sociales, porque de ello depende, en buena medida, la posibilidad de rehacer de pies a cabeza esta sociedad argentina en ala que, pese a los avances logrados, aún existen bolsones de injusticia, dependencia y humillación.
El enemigo sigue siendo el mismo que al comienzo de nuestra historia inconclusa. Esa es la verdad que ocultan las palabras y falsas o estériles antinomias. Esa es la clave para entender y encarar esta nueva etapa de profundización de la revolución nacional y continental en marc
Buenos Aires, 22 de marzo de 2012
MESA NACIONAL de la CORRIENTE CAUSA POPULAR
Luis Gargiulo (Necochea), Eduardo González (Córdoba), Julio Fernández Baraibar (Cap. Fed.), Eduardo Fossati (Cap. Fed.), Laura Rubio (Cap. Fed.), Juan Osorio (GBA), Cacho Lezcano (GBA), Marta Gorsky (Gral. Roca), Ismael Daona (Tucumán), Alberto Silvestri (Esquina), Magdalena García Hernando (Cap. Fed.), Marcelo Faure (La Paz ER), Tuti Pereira (Santiago del Estero), Ricardo Franchini (Córdoba), Liliana Chourrout (GBA), Oscar Alvarado (Azul); Ricardo Vallejos (Cap. Fed.), Alfredo Cafferata (Mendoza), Juan Luis Gardes (Cipoletti), Omar Staltari (Bahía Blanca), Gabriel Claverí (Cnel. Dorrego), Rodolfo Pioli (Jujuy) y Horacio Cesarini (GBA). Ateneo Arturo Jauretche - Jujuy
Corriente Causa Popular – Mesa Nacional / En la senda de Manuel Ugarte, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Juan Domingo Perón