De cómo profundizar la actualidad política poniéndola en palabras nuevas que signifiquen la construcción del futuro. La realidad no solo es práctica, sino que debe retroalimentarse con retórica adecuada para volver a nombrar los tópicos que no nos dejaron ver durante años. A la vez, con ánimo de crear el andamiaje de un nuevo país, revisaremos la historia. Tenemos por delante un gran desafío que pretendemos no pase de largo.
Hace tiempo ya que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló acerca del “relato”. Al utilizar esta palabra quería significar un cúmulo de ideas y acciones que deseo comenzar a desentrañar en estas líneas, para saber un poco más acerca de quien dirige los destinos argentinos, luego de ser refrendada con el 54,11 % de los votos.
A poco de comenzar su segundo mandato consecutivo, la mujer que encabeza el Poder Ejecutivo sigue despertando emociones muy fuertes y contundentes. Como buena peronista, suscita admiración por parte de sus seguidores y envidia en sus detractores. Todos, a la vez, seguramente respetan su calidad como dirigente reflejada en la enjundia de sus discursos.
Cuando la vemos ocupar un atril en cualquier punto de la geografía nacional, Cristina nos interpela por la forma en que desarrolla sus discursos. Nunca lee, a pesar que recuerda muy bien una serie de datos concretos, números reales y asertos históricos, que conjuga en iguales proporciones. No lee pero sabe lo que dice, por lo que podemos suponer que cada una de sus intervenciones dialécticas ha sido previamente armada al detalle.
A esto debemos agregar que elige cuidadosamente cada escenario a utilizar para los anuncios correspondientes, así como aquellos a los que sube para responder diatribas y otras mentiras, vengan de donde vengan.
Los argentinos, que casi no recordamos las excelentes dotes oratorias del ex presidente Raúl Alfonsín (quien tampoco leía al hacer uso de la palabra), estábamos acostumbrados al discurso lavado de Carlos Menem primero, de Eduardo Duhalde después y por último, del escurridizo -por helicóptero- ex presidente Fernando De La Rúa.
Posteriormente, Néstor Kirchner ocupó cuatro años la máxima tribuna pública y no deja de asombrarnos que fuera pródigo en grandes verdades y anuncios, ya que tuvo a su cargo la refundación nacional luego de la triste crisis de los años 2001 y 2002.
El advenimiento de Cristina sumó a la claridad en el cambio de paradigma propuesto por el kirchnerismo, que trata de hacer volver a la Argentina al camino del crecimiento con distribución, ofrecer a nuestro pueblo una mujer que ocupa de manera contundente la Presidencia de la Nación.
Incluso esto les preocupa y mucho a quienes detentan el poder desde las corporaciones, que finalmente sucumben a las razones lógicas de un discurso, un “relato”, que va marcando claramente la recuperación del rol del Estado como contrapeso necesario al amoral Mercado.
De lo que se trata, entonces, es de llevar a su máxima expresión este desafío que nos impone Cristina, que es el de recuperar la palabra para el campo nacional, popular y democrático. Fueron muchísimos los años en los que la Argentina fue gobernada por distintos sicarios de la Sociedad Rural y el poder económico concentrado.
La tarea ahora es darle un marco discursivo propio a esta nueva realidad que nos emociona y enorgullece a todos quienes apoyamos al Gobierno. Las políticas públicas pensadas para favorecer a los cuarenta millones que habitamos nuestra patria, así dejan verlo con alegría.
Hay mucho por hacer para dar cabal sustento a esta nueva etapa que, ojala, haya llegado para quedarse. Apasiona sabernos parte de esta coyuntura histórica, por el simple hecho de ser contemporáneos de este tiempo. Quizás dependa de todos que la Argentina vuelva a ser el país que amamos, con más esperanzas y sueños que sinsabores.
Cuando Cristina habla del “relato”, apunta a la masa crítica, a quienes han contado nuestra historia y, mejor aún, a quienes tendrán la misión de tomar la posta del debate de ideas y propuestas. Bien sabe la Presidenta que la descolonización es una tarea de largo aliento, llamada a realizarse tarde o temprano. Pero quien plantea el tema es porque desea dar esa batalla, que nos parece bienvenida.
Hay que encontrar nuevas palabras para el pasado, otra retórica para el futuro, un discurso creativo que refleje esta maravillosa etapa argentina de hoy. Se trata de una cuestión de poder. En eso estamos.